La mitad de los empleadores se dan cuenta, durante los primeros cinco minutos de una entrevista laboral, si un candidato es adecuado para el puesto. Resulta increíble que estas personas hayan logrado pasar los primeros cinco segundos.
- La candidata respondió cantando a las preguntas que le hicieron.
- La aspirante se untó crema en los pies durante la entrevista.
- Al preguntarle por qué quería el puesto, el candidato contestó: “Es que mi esposa quiere que consiga un trabajo”.
- La candidata llevaba un pájaro como mascota encima de la blusa.
- En determinado momento, el aspirante tocó el pecho del entrevistador en busca de un latido, para poder “conectarse de corazón a corazón”.
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Los maestros hacen muchas preguntas. Esta es una de las respuestas que han recibido.
P: ¿Quién fue Juana de Arco?
R: La esposa de Robin Hood.
Jennifer Evans Pfohl, Estados Unidos
Cierta vez estaba buscando la extensión telefónica de una empleada que, a pesar de llevar poco tiempo, ya se había ganado la reputación de ser antipática. Como no tuve éxito, les pregunté a mis compañeros de trabajo en voz alta:
—¿Alguien sabe cuál es la extensión de Julie?
Una voz proveniente del cubículo contiguo murmuró:
—¿Por qué no intentas la 666?
Michael Best, Estados Unidos
El nuevo empleado a mi cargo empezó con el pie izquierdo. En su primer día llegó dos horas y media tarde. Por suerte, pudo llamar por teléfono para explicarme.
—Sé que esto suena mal —dijo—, pero no me di cuenta de que hoy era lunes.
Michelle Choate, Estados Unidos
Poco después de haber iniciado clases, un alumno de primer año llegó a la puerta de mi oficina. Serio y algo nervioso, anunció en voz alta:
—Se murió mi abuela.
—Lo siento mucho, John —respondí—. Llamaré a tu madre.
Justo en ese momento, el chico dio media vuelta y se marchó. Sin embargo, unos segundos después estaba allí de nuevo. Aún más serio y nervioso, exclamó:
—No se preocupe, profesor, ella ya lo sabe.
Don O’Toole, Reino Unido
Cuando entrevisté a una candidata para el puesto de recepcionista en la empresa donde trabajo, le hice una pregunta de rutina:
—¿Qué te gustaría mejorar en ti?
Sin dudarlo, la aspirante dijo:
—Mis senos.
Jim Boehm, Estados Unidos