Mi jefa, que vive en una casa muy antigua de antes de la Guerra Civil, le comentó a una amiga suya que no usa el agua de la ciudad. Cuando llueve, le explicó, el líquido escurre desde el techo por unas canaletas que lo conducen a una cisterna.
—¿Qué haces en la temporada de sequía? —inquirió su amiga.
—Llamo por teléfono a una compañía de abastecimiento de agua potable —repuso mi jefa.
Desconcertada, la amiga volvió a preguntar:
—¿Y cómo suben el agua desde el camión hasta el techo?
Christy Rolf, Estados Unidos
Tras servirle a mi esposo, un mecánico de autos jubilado, una taza de té herbal recién preparado, le pregunté qué le había parecido.
“Excelente”, respondió él, “huele igual que el aceite de transmisión”.
Mary Mininni, Canadá
Mi esposa jamás se acostumbró al horario militar. Un día telefoneó a mi oficina en el Ejército y la persona que contestó le dijo que yo me encontra-ba en otra extensión.
—Marque a la 4700, señora.
Luego de dar un largo suspiro, mi mujer le preguntó al soldado:
—¿Podría usted indicarme qué hora es esa?
gcfl.net
Hace muchos años, cuando trabajé como jefe de personal en una empresa, me esforzaba por conocer a cada uno de los empleados. Solía anotar en mi agenda nombres, fechas de cumpleaños, aniversarios de bodas, etcétera. Pensé que esto haría a la gente sentirse integrada y que me ganaría su confianza.
En la fiesta anual de la compañía, el director me invitó a decir unas palabras frente a todos. Al terminar mi participación, según yo muy emotiva, el directivo me felicitó y dijo:
—Señor Bustos, es usted una persona que sabe mucho de la vida.
En ese momento, uno de los asistentes murmuró:
—Sí… ¡de la vida de los demás!
Ernesto Bustos, México
En una ocasión se acercó a mí uno de mis estudiantes de segundo grado, lloriqueando.
—¡Mire lo que Robert me pegó en la espalda! —dijo, en tono de queja.
Una nota adhesiva indicaba: “Patéame, soy un tonto”.
Inmediatamente, llamé a Robert y tuvimos una larga charla sobre cómo tratar a las personas con amabilidad y la importancia de ser educado y un buen compañero de clase.
Minutos después volvió a acercarse a mí el primer estudiante.
—¡Mire lo que Robert me pegó en la espalda! —exclamó, al tiempo que me mostraba otra nota adhesiva que decía: “Patéame, soy listo”.
Linda Harris, Estados Unidos
Cierta vez que fui a practicar al campo de tiro del Ejército, me estaba yendo de maravilla hasta que estuve a 180 metros de distancia del objeti-vo. No le di una sola vez; todos mis tiros simplemente dispersaron el polvo que había alrededor. Pensé que había fracasado, pero el sargento a cargo me aseguró lo contrario: “Usted habría sofocado a cualquier persona con todo el polvo que levantó”.
Nelson Goud, Estados Unidos
Me desempeñé como maestra de primer año en una escuela primaria. Una tarde, mientras les enseñaba a los niños algunos de los oficios y profesiones que existen, aproveché para preguntarles en qué trabajaban sus papás. Después de que respondieron algunos, una alumna dijo:
—¿Y usted en qué trabaja, maestra? ¡Si todo el día está aquí!
Patricia Vázquez, México
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