La famosa serie Gambito de Dama, que trata sobre ajedrez, se ha vuelto uno de los temas más populares en las últimas semanas, ya que además de que es una historia emocionante, recientemente se convirtió en la miniserie más vista en la historia de Netflix.
Debido a su éxito, diversas plataformas han notado un interés entre sus usuarios. Google compartió que las búsquedas con palabras relacionadas al ajedrez y a la frase “¿Cómo se juega al ajedrez?” han tenido un incremento significativo.
Por otro lado, Mercado Libre también reveló que desde el estreno de la serie las ventas de tableros de ajedrez se incrementaron 83 por ciento y la categoría creció 135 por ciento respecto al 2019.
¿Te gustaría adentrarte en el mundo del ajedrez y tratar de convertirte en una Beth Harmon? Conoce los beneficios que este deporte trae a tu cerebro.
La práctica del ajedrez es milenaria. Aunque no hay certezas, todo indica que el ajedrez nació en la India por allá del siglo VI d.C. Originalmente conocido como Chaturanga, o juego del ejército, se difundió rápidamente por las rutas comerciales, llegó a Persia y luego al Imperio Bizantino y de ahí se extendió por Asia.
Está científicamente comprobado que el ajedrez tiene una amplia capacidad formativa que mejora la comprensión y asimilación de cualquier materia, así que facilita el aprendizaje de cualquier asignatura. Además, ayuda a que los menores de edad sean más eficaces en las tareas que les asignen.
Un importante reconocimiento se llevó a cabo en el 2012, cuando el parlamento europeo adoptó el programa de ‘ajedrez en la escuela’. Esa decisión fue un claro indicio del apoyo político que ha obtenido el ajedrez como una herramienta para la educación y el aprendizaje.
En países como Cuba, Venezuela, Islandia, Armenia, Georgia, Moldavia y Azerbaiyán la práctica del ajedrez es una asignatura más. En España, por ejemplo, el ajedrez es una materia obligatoria en unos 50 colegios.
El ajedrez impacta positivamente a nivel cognitivo (atención, memoria, razonamiento lógico) y a nivel personal, responsabilidad, tenacidad, autonomía, pero aquí te presentamos algunos de sus beneficios específicos:
¿La gente inteligente busca al ajedrez o el ajedrez te vuelve más inteligente? Una investigación realizada entre 4,000 estudiantes venezolanos comprobó que tras cuatro meses de juego aumentó de manera significativa su cociente intelectual.
En la Universidad de Sidney un estudio comprobó mejoras entre los practicantes en la capacidad de resolución de problemas, habilidades lectoras, de lenguaje, matemáticas y memorísticas, de desarrollo de un pensamiento creativo y original, toma de decisiones más precisas y rápidas bajo presión.
Según ese estudio, los participantes mejoraron sus notas en los exámenes, aprendieron a elegir mejor entre varias opciones y se concentraron más.
Tu cerebro se esforzará en la evaluación de posiciones y el cálculo de jugadas, así que ejercitarás la lógica y la facultad de toma de decisiones. Usarás tus recursos mentales al máximo.
Está demostrado que el ajedrez puede formar parte del tratamiento del Déficit de Atención con Hiperactividad siempre que al niño le guste y esté motivado a jugar, explica Hilario Blasco-Fontecilla, uno de las autores del estudio Jaque Mate al TDAH y psiquiatra de la infancia y adolescencia en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid.
La madre de uno de los participantes en dicha investigación comentó que su hijo estaba más sereno y se controlaba mejor desde que practicaba ajedrez.
En el estudio participaron 44 niños de 6 a 17 años. Los chicos asistieron a un programa piloto en el Centro de Salud Mental de Villalba, ubicado en Madrid. Se trataba de sesiones semanales de ajedrez de una hora de duración durante once semanas consecutivas, impartidas por un experto. Además, se aconsejó a los menores que también practicaran regularmente en casa.
Tras este periodo, la mayoría de los padres refirió mejoría en la severidad del TDAH en sus hijos y casi la mitad percibieron una disminución de la severidad del 30 por ciento, afirma el doctor Blasco-Fontecilla.
Este es quizá uno de los beneficios más evidentes. Durante la partida de ajedrez el aprendiz se enfrenta en cada jugada a múltiples alternativas y a la necesidad de contestar a la amenaza del oponente y, además, plantear a su vez un peligro al rival.
Todo ese contexto beneficia a la capacidad de análisis, pues la mente imagina diversas alternativas de respuestas y sintetiza cual es la más apropiada, así que también se desarrolla el pensamiento crítico.
El practicante se abstrae de su entorno para concentrarse en la partida. En tiempos de tanta distracción ante los dispositivos inteligentes, el ajedrez es ideal para dejar atrás el famoso ‘mutitasking’ que, se sabe, puede ser muy dañino.
Los practicantes aprenden una mayor tolerancia ante la frustración y fortalecen su carácter. En un torneo realizado en Moscú en 1925 un grupo de psicólogos examinó, mediante una serie de pruebas controladas, el comportamiento de ocho concursantes.
La conclusión fue que los ajedrecistas poseen un alto nivel de tolerancia frente a la frustración, es decir, se sobreponen más fácilmente a la derrota.
Unos investigadores alemanes demostraron que tanto los avanzados como los novatos ejercitan por igual a los dos hemisferios del cerebro al momento de analizar sus movimientos de defensa y ataque.
Un estudio publicado en ‘The New England Journal of Medicine‘ aseguraba que los mayores de 75 años que habían practicado actividades como el ajedrez se encontraban mejor preparados para afrontar el Alzheimer, la demencia y otras enfermedades o trastornos similares.
El ajedrez es excelente para mantener al cerebro en forma, pues ralentiza el deterioro cognitivo.
La ciencia ha demostrado que el cerebro trabaja como un músculo, así que cuanto más se entrena mediante ejercicios de dificultad progresiva, más se desarrollan las funciones cognitivas.
El nombre del título original: ‘The Queen’s Gambit’, en el ajedrez equivale a un movimiento de apertura. Es la apertura más popular, hay muchas variaciones, pero el objetivo, moviendo los peones, es conquistar la parte central del tablero.
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