El sobrepeso y la obesidad afectan, en mayor o menor medida, a todos los países del mundo.
Los índices de estas afecciones se han triplicado en todo el orbe en las últimas décadas, y actualmente casi el 40 por ciento de los adultos vive con sobrepeso y obesidad, que son considerados factores de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos cánceres.
Las enfermedades crónicas son responsables de gran parte de la mortalidad y morbilidad.
A nivel mundial, cada año se producen más de 5 millones de muertes por enfermedades atribuibles al sobrepeso y la obesidad, lo que representa casi el 9% de las vidas perdidas anualmente, según cifras de UNICEF.
Pero las enfermedades que causan esas muertes pueden prevenirse con herramientas como la nutrición, que es de capital importancia en la prevención de las enfermedades crónicas no transmisibles.
Existen cálculos que acreditan que tan solo medidas preventivas nutricionales reducirían 75 % las enfermedades cardiovasculares, los accidentes vasculares y la diabetes mellitus.
Esas mismas medidas de nutrición modificarían el 40 % de los cánceres, explicó el Dr. David Kershenobich Stalnikowitz durante la inauguración del Congreso Internacional de Investigación en Obesidad – Investigación multidisciplinaria sobre obesidad y sobrepeso: retos y perspectivas, el cual se llevó a cabo en mayo en el Institute Obesity Research del Tec de Monterrey.
Se ha llegado a esas conclusiones tras décadas de investigaciones, y ahora, ante el grave problema de salud pública que representan los kilos de más, la investigación es la piedra angular para lograr medidas que frenen el avance del sobrepeso y la obesidad.
Entender este tema requiere una visión multidisciplinaria. Pues la obesidad no solo es el reflejo de las decisiones personales, sino también del entorno, del acceso a alimentos saludables, los factores genéticos y mucho más.
La obesidad es un problema de salud importante con causas muy complejas que incluyen factores genéticos, epigenéticos y ambientales.
Un concepto que es trascendental para la investigación es que el fenotipo de la obesidad no es homogéneo, dijo el ex director general del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
“No todas las personas obesas están enfermas y eso es muy importante para la investigación, hay que entender por qué hay obesidad metabólicamente saludable, es decir, individuos con sobrepeso, pero con una vida sana desde el punto de vista fisiológico, así como hay otros con sobrepeso que no son saludables”, comentó Kershenobich Stalnikowitz.
Y eso nos lleva a considerar un concepto sencillo, pero muy importante: existen tres tipos de pacientes obesos.
Uno en donde los factores del medio ambiente son los más importantes, la parte metabólica es intermedia y la genética es mínima.
Un segundo paciente tiene un equilibrio entre los tres factores: genética, alteración metabólica, y el tercer tipo en donde lo más importante es la predisposición genética, luego el síndrome metabólico y al final los factores ambientales.
“No podemos hablar de obesidad, tenemos que hablar de estos tres distintos tipos de pacientes en los que los aspectos metabólicos juegan un papel completamente distinto“, dice el especialista.
Tal abordaje, agregó , lleva a tres tipos de prevención también. No es lo mismo la prevención primaria, que la secundaria y la terciaria.
La primaria toca aspectos de estilo de vida, dieta, actividad física, tabaco, ambiente, acceso a servicios.
La secundaria se enfoca en obesidad, dislipidemias, en acciones para controlar la glucosa en un paciente que vive con diabetes o la presión elevada en alguien con hipertensión con la finalidad de prevenir el desarrollo de complicaciones.
“Aun en enfermedad avanzada existen medidas de prevención terciaria que pueden ser implementadas”, añadió el médico especialista del Departamento de Gastroenterología.
Kershenobich Stalnikowitz considera que se debería estar hablando de disfunción metabólica en lugar de obesidad.
“A la persona con obesidad le deberíamos estar diciendo que tiene disfunción metabólica, porque eso es lo que realmente tiene, pues la obesidad es una expresión de esa disfunción.
“La nutrición per se es capaz de disminuir en forma importante las enfermedades metabólicas, pero lo que debemos analizar es la disfunción metabólica, que no está relacionada con el peso, pues quien sufre obesidad ya tiene la expresión de esa disfunción, pero hay gente en su peso que está mal. No solo se trata de hablar de obesidad y de sobrepeso, sino de qué es lo que condiciona la alteración en el metabolismo de carbohidratos, lípidos, etc”.
La obesidad es un tema muy complejo y la investigación será clave para controlar este problema, reiteró.
La microbiota intestinal es un sistema diverso y dinámico de microorganismos que habitan fundamentalmente en el colon.
Esta microbiota está conformada hasta por mil especies diferentes que se dividen, a grandes rasgos, en dos grupos: firmicutes y bacteroidetes, que a la su vez se dividen en distintos géneros. Cada uno tiene distintas especies y eso es importante, pues la microbiota del mexicano es especial, es muy distinta a la de otros países y juega un papel muy distinto por la predominancia de una u otra bacteria.
La microbiota intestinal está estrechamente relacionada con la aparición de la obesidad.
“La permeabilidad intestinal depende de uniones en el intestino delgado; en el momento en que se alteran, empieza un proceso de permeabilidad de bacterias que ocasiona una disbiosis que impacta en la obesidad”, puntualiza el Dr. David Kershenobich Stalnikowitz.
El hígado influye en la composición y en la función de la microbiota intestinal porque regula la barrera intestinal a partir de la secreción de ácidos biliares y mediadores inflamatorios. Y ahí es donde se vuelve muy importante el aspecto de investigación, todos los ácidos biliares que regulan la microbiota intestinal empiezan con el colesterol, que es el precursor de la vitamina D, de las hormonas esteroideas y de los ácidos biliares, que se dividen en primarios y secundarios.
Los ácidos biliares primarios se transforman y son muy importantes en cómo se constituye la microbiota intestinal. Así que hablar de microbiota intestinal toca aspectos de investigación muy distintos.
“Cuando ingerimos alimentos, la vesícula libera ácidos biliares que ayudan a la solubilización de los lípidos ingeridos, los cuales se reabsorben en el intestino; los que no son reabsorbidos se transforman en ácidos biliares secundarios que ejercen ciertos efectos sobre la microbiota intestinal”, contó el especialista en la Sala Mayor de Rectoría del Tec de Monterrey Campus Monterrey.
Ese proceso está relacionado con la disbiosis, una alteración del equilibrio de la microbiota que eleva el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, y la disbiosis juega un papel importante en la obesidad.
El paciente con obesidad, entre otras cosas, presenta hipertrofia en adipositos y en el tejido adiposo mesentérico, lo que produce cambios de citocinas, fosfolípidos y afectaciones a los macrófagos, lo cual lleva precisamente al desarrollo de la microbiota intestinal.
La inflamación crónica es característica de enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular, enfermedad de hígado graso no alcohólico y cáncer.
Ante ese panorama ha sido estudiada la capacidad inflamatoria de la dieta, y se descubrió que la dieta occidental está muy relacionada con niveles más altos de interleucinas 6, mientras que la dieta mediterránea se relaciona con niveles más bajos.
“Una dieta alta en azúcares y grasas aumenta la endotoxemia metabólica y la inflamación sistémica resultando en el desarrollo de obesidad, de diabetes tipo II y enfermedad cardiovascular. Hay cambios en el intestino que transforman la microbiota, afectan el epitelio intestinal, así como los vasos sanguíneos, lo que produce endotoxemia metabólica, que da lugar a una inflamación sistémica que derive en hígado graso, obesidad abdominal, diabetes mellitus tipo II y una disminución en la secreción de insulina y una resistencia a la insulina”, agregó el especialista.
La obesidad y el riesgo cardiovascular inicia desde la formación en la placenta. Una madre que tiene obesidad desarrollará diversas condiciones que incidirán en la aparición de la enfermedad cardiovascular en ella y en su hijo.
En cuando el cáncer, se sabe que las personas que tienen un Índice de Masa Corporal (IMC) mayor a 30 presentan más riesgo de desarrollo de enfermedades neoplásicas. Pero no solo eso, también se eleva la prevalencia en el desarrollo de metástasis. “Esos aspectos epidemiológicos son importantes”.
La grasa es un tejido metabólicamente activo, tiene altos niveles de una enzima llamada aromatasa, la cual convierte el andrógeno en estrógeno, y el exceso de producción de estrógeno a partir del tejido adiposo se ha propuesto como un probable mecanismo para resultados adversos entre mujeres obesas con cáncer de mama.
Y en cuanto al daño renal, los estudios epidemiológicos identificaron a la obesidad como factor de riesgo independiente para el desarrollo de enfermedad renal no asociada a diabetes.
Desde hace tiempo el mundo se enfrenta a la obesidad, un problema global que ha afectado a miles de personas, comunidades y familias en todos los niveles socioeconómicos.
Esto ha llevado a graves problemas de salud, sociales y económicos. Por eso, el Tecnológico de Monterrey creó el Institute for Obesity Research, con la finalidad de hallar —a través de la ciencia aplicada— soluciones de gran impacto.
A un año de su creación, el instituto ha realizado un trabajo inter y transdisciplinario que ha incidido en el desarrollo de soluciones científicas y tecnológicas.
Actualmente cuenta con proyectos de investigación de alto impacto como trasplante de islotes pancreáticos para el tratamiento de la diabetes; impacto de la obesidad en la composición de la leche materna y la consecuencia de su consumo en los lactantes; plataforma de flujo lateral para la detección anticipada de biomarcadores protéicos que causan obesidad infantil; plataforma para aprobar nuevas moléculas para el combate a la obesidad; dimensiones económicas, de equidad y de política para la prevención y el control de los cánceres asociados a la obesidad en México y otros países de ingresos medios y bajos.
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