Guía para sobrevivir a las quemaduras solares
Si pareces langosta hervida y tienes dolor toma un antiinflamatorio común y haz lo que harías con cualquier otra quemadura: enfríala con agua helada.
También puedes usar un aerosol para después de asolearse con ingredientes anestésicos. Pide a tu farmacéutico que te recomiende uno.
Toma una buena cantidad de líquidos porque además de quemado estás deshidratado. Y recuerda usar bloqueador (o reaplicarlo con la frecuencia debida) la próxima vez que te expongas al sol.
Las capas externas de la piel se han inflamado por exponerse en exceso a los rayos ultravioleta. La mayoría de estas quemaduras son de primer grado, aunque también puede presentarse insolación.
El dolor aparece unas cuatro horas después de la exposición y dura dos o tres días; luego de cinco a siete días la piel quemada comienza a pelarse.
Las quemaduras constantes aceleran el envejecimiento y aumentan el riesgo de cáncer en la piel. La gente rubia con piel delgada corre mayor peligro.
Ciertos medicamentos también incrementan la sensibilidad a la luz solar: algunos antibióticos, tranquilizantes, diuréticos, píldoras anticonceptivas y medicinas orales para diabetes.
El tratamiento más importante para las quemaduras del sol es enfriarlas, así que hazlo antes de cualquier otra cosa. Moja las áreas quemadas con agua fría o compresas frías durante 15 minutos. El frío reduce la inflamación y apaga el calor de la piel.
Si te quemaste por completo, toma un baño frío y añádele harina de avena. Puedes comprar una harina coloidal como el Aveeno —que se mantiene en suspensión en el agua—, o moler finamente una taza de avena en la licuadora y añadirla a la tina.
Prepara una taza de té verde y déjala enfriar. Moja una tela en ella y úsala como compresa. Los ingredientes del té verde protegen la piel del daño de los rayos ultravioleta y reducen la inflamación.
Aprovecha las cualidades aromáticas y refrescantes de la menta para aliviar el escozor. Puedes preparar un té o mezclar dos gotas de aceite de hierbabuena o menta en una taza de agua tibia. Enfría el brebaje, moja en él una tela y enjuaga con suavidad el área quemada.
Frota las dolorosas zonas quemadas por el sol con rebanadas de pepino o papa, los componentes de ambos enfrían las quemaduras y reducen la inflamación.
El vinagre también alivia. Puede aliviar el dolor, el escozor y la inflamación de la quemadura. Moja unas servilletas en vinagre blanco o de manzana y colócalas sobre las zonas afectadas. Déjalas hasta que se seque el papel. Repite el tratamiento las veces necesarias.
Parte una cápsula de vitamina E y aplica su contenido sobre la piel. Si la quemadura pica, toma un baño frío y añade a la tina dos tazas de vinagre antes de meterse.
Cura la quemadura por el sol con una pasta hecha de cebada, cúrcuma y yogur (usa cantidades iguales de cada ingrediente).
Enjuaga la piel quemada con té helado ordinario.
Aplica una mezcla de clara de huevo, miel y olmo escocés (o solo uno de ellos).
Coloca una delgada capa de aloe vera puro a la piel adolorida, sacada de una hoja fresca de la planta o en forma de gel que puedes hallar en farmacias. Asegúrate de que el gel sea cien por ciento aloe vera puro.
Prueba a untarte un ungüento de hipérico como bálsamo contra las quemaduras: las propiedades antisépticas y analgésicas de la hierba se han aprovechado históricamente para sanar heridas y quemaduras.
Si decides ingerir la hierba, mantente lejos del sol pues la piel se vuelve más sensible a los rayos dañinos.
Llama al médico o ambulancia de inmediato si la persona afectada por las quemaduras solares se siente confundida, desorientada o muy débil para permanecer de pie.
Hazlo también si tiene ampollas muy grandes (mayores a 1.5 centímetros de largo) o señales de infección en la piel como pus, líneas rojas o dolor creciente.
Nunca uses ningún tipo de aceite o grasa sobre la quemadura, pues sella el calor y termina de freír la piel.