Hablar, toser o estornudar… ¿cuándo hay más riesgo de contagio?
El coronavirus puede propagarse de múltiples formas, incluso a través de las gotitas que se emiten al hablar, toser, estornudar o incluso respirar.
Una nueva investigación sugiere que hablar puede ser tan riesgoso como toser a la hora de expeler el virus. “Hay que tener en cuenta que hablar produce partículas mucho más finas que toser y esas partículas, o aerosol, se pueden suspender durante más de una hora en cantidades suficientes para causar la enfermedad”, explica Pedro Magalhães de Oliveira, experto en mecánica de fluidos de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio publicado en la revista The Royal Society.
El estudio fue realizado con la intención de explorar los riesgos que plantean las gotas grandes y los aerosoles emitidos por las personas infectadas con el virus.
El coronavirus puede propagarse de múltiples formas, incluso a través de las gotitas que se emiten cuando una persona habla, tose, estornuda o incluso respira, lo que explica por qué los expertos creen que se propaga más fácilmente en interiores.
El flujo de aire deficiente, las dificultades para distanciarse de los demás y la exposición prolongada son factores clave que hacen que los entornos interiores sean de mayor riesgo. Según un estudio realizado en Japón, cantar en fiestas de karaoke, animar en clubes, tener conversaciones en bares y hacer ejercicio en gimnasios no es una buena idea, pues ahí el riesgo de contagio sería altísimo.
Ya es sabido que los aerosoles –mezcla de virus con pequeñas gotas en el aire que pueden flotar por largas distancias y horas– son una de las principales fuentes de transmisión del SARS-CoV-2.
En la práctica, hay más riesgo de una mayor expulsión de gotas de saliva al hablar, cantar o reír que al estornudar, debido a que la población está acostumbrada a cubrirse con un pañuelo o el ángulo interno del brazo, explica el doctor Fernando del Río Haza, profesor emérito de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Esas partículas suspendidas se han estudiado como un fenómeno físico en el que se analiza la manera en que se mueven y flotan, así como la manera en la que se evaporan.
La permanencia de los aerosoles en el ambiente depende de la temperatura y las condiciones de humedad; en el calor, las gotas que se excretan en estornudos y al toser se evaporan y podrían no llegar a grandes distancias, sin embargo, en temporadas frías pueden durar horas y alcanzar distancias de varios metros, precisa el doctor Pedro Díaz Leyva.
“Las gotitas pueden expelerse a través de la boca y la nariz e incluso, el hecho de respirar provoca que podamos emitirlas; se han registrado diversos contagios derivados de las reuniones familiares, porque al estar concentrados en lugares cerrados, el ambiente se llena de aerosoles expelidos a través de hablar o reír, de ahí la importancia de ventilar los espacios para que circule el aire y deje correr gotas posiblemente infectadas”.
El doctor Díaz Leyva sostuvo que los virus son material genético cubierto de un envoltorio de proteínas que necesitan forzosamente estar en un medio de agua para no perder su integridad estructural, pero son muy sensibles a agentes químicos, incluidos jabón, alcohol, cloro, antisépticos y a temperaturas altas que, si son de unos 30 grados, los desactiva.
“No persisten mucho en la cerámica, el metal y el latón, pero en cartón, tela, papel, piedra e incluso la piel humana que conservan humedad, se ha visto que pueden preservarse activos hasta por 28 días si están a 20 grados de temperatura, en promedio”.
Como medidas de prevención, el doctor Rodrigo Sánchez García enfatizó que el cubrebocas debe proteger tanto nariz y boca para evitar que gotas contaminadas ingresen por las vías respiratorias.
Además, es necesario tomar otras acciones como la limpieza de superficies con agua y jabón o cloro y el frecuente lavado de manos, en especial, si se estuvo en riesgo de tocar un espacio contaminado”, expresó.
Los especialistas insistieron en la importancia del uso correcto del cubrebocas y que sea de un material de tres capas, de fibras muy finas y juntas en el entramado para prevenir el contagio.