Imagina que rondas los 50 años de edad y que tu médico familiar decide incluir un examen de próstata en tu revisión anual. Los resultados del análisis de sangre muestran un nivel alto de antígeno prostático específico (APE), señal de un posible tumor canceroso. Lo más probable es que el médico te aconseje hacerte una biopsia.
Si esto fuera cierto, en ese momento estarías entrando al complejo (y a menudo desconcertante) mundo de la detección, diagnóstico y tratamiento del cáncer de próstata.
Cuando se detecta este cáncer durante una biopsia y es de evolución rápida, se requiere un tratamiento inmediato; sin embargo, cerca de dos tercios de los cánceres de próstata son de evolución lenta y no entrañan un peligro inminente. Los hombres —en particular los mayores— corren más riesgo de morir por cualquier otra causa. Y es aquí donde las cosas se complican aún más.
Aunque la biopsia indique que tienes un tumor no letal de evolución lenta, el diagnóstico podría no ser definitivo. Las biopsias de próstata analizan la muestra de tejido un poco al azar, y podrían no detectar un tumor más agresivo y potencialmente letal. Como medida preventiva, tu médico quizá recomiende que te hagas una biopsia anual de seguimiento.
¿Qué elegirías: hacerte más biopsias, recibir un tratamiento inmediato o mantener la vigilancia activa? Cada año, a unos 900,000 hombres en todo el mundo se les diagnostica cáncer de próstata, y todos ellos de pronto se ven ante un dilema: elegir entre el riesgo de sufrir efectos que alteren su vida debido a un tratamiento innecesario o excesivo, o la posibilidad de morir a causa de una detección y un tratamiento insuficientes. Los hombres necesitan hablar con sus médicos y con sus parejas sobre las opciones que tienen, y elegir después.
Para ayudarlos, presentamos aquí la información más reciente sobre los tratamientos disponibles, y algunos hallazgos que podrían resolver el dilema entre el tratamiento innecesario y la detección insuficiente.
Este nuevo instrumento diagnóstico está disponible en Europa y Estados Unidos desde hace algunos años, aunque su uso aún no se ha generalizado. La RM-MP permite a los médicos obtener —por primera vez— imágenes detalladas de tumores cancerosos de próstata: ubicación, tamaño exacto y, lo más importante, si son potencialmente letales o no.
El doctor Samir S. Taneja, Director de la División de Oncología Urológica del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, señala que la RM-MP no parece detectar los tumores pequeños de evolución lenta; es decir, aquellos que representan una menor probabilidad de causar la muerte por cáncer de próstata.
Aunque con esta nueva tecnología se obtienen imágenes sólo de los tumores potencialmente letales, podría ayudar a resolver el problema del tratamiento innecesario de los tumores de evolución lenta, ya que detecta sólo los que podrían matar al paciente.
Si te detectaran un tumor de evolución lenta, te ofrecerían esta opción seguramente. La vigilancia activa consiste en hacerse pruebas de APE y biopsias de seguimiento año tras año, pero sin recibir tratamiento, a menos que el cáncer se extienda o alcance una puntuación alta en la escala de Gleason (ve el recuadro final).
Combinada con la RM-MP, la vigilancia activa pronto podría eliminar por completo la necesidad de hacer biopsias de seguimiento.
Hasta la fecha, el tratamiento se ha centrado en la extirpación total de la glándula prostática para eliminar el cáncer. Ahora bien, ¿sería posible destruir sólo el tumor, como se hace con algunas mujeres que padecen cáncer de mama? Aquí es donde la RM-MP podría ser de gran ayuda. “Si las imágenes muestran que el cáncer está limitado a una o dos zonas”, dice el doctor Taneja, “podríamos insertar un láser o una sonda de crioablación en la próstata y destruir tan sólo la parte donde se aloje el tumor potencialmente letal”.
El seguimiento de corto plazo de hombres con cáncer de próstata a quienes se les ha practicado la terapia focal indica que es una buena herramienta de control de la enfermedad, y que provoca menos efectos secundarios que los tratamientos ordinarios. Sin embargo, aún es demasiado pronto para determinar si enfocar el tratamiento solamente en la destrucción del tumor es una opción viable en el largo plazo.
Si se determina que un cáncer es agresivo, la norma general de tratamiento es realizar la extirpación quirúrgica de la glándula prostática. Tradicionalmente, la prostatectomía se ha practicado como una operación “abierta”: el cirujano hace una incisión en el abdomen del paciente y le extirpa la próstata completa.
Los médicos ahora cuentan con una nueva alternativa que empieza a reemplazar la operación abierta: la prostatectomía robótica, en la cual se hacen pequeñas incisiones en la pared abdominal y se inserta un robot miniatura provisto de una cámara tridimensional. A través de un monitor, el cirujano localiza la próstata y entonces manipula a control remoto los brazos del robot y las diminutas herramientas quirúrgicas para extirpar la glándula.
De acuerdo con el doctor David F. Penson, profesor de investigación oncológica, cirugía urológica y medicina de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, ambas formas de operación controlan bien el cáncer, y los pacientes que se someten a cualquiera de ellas tienen el mismo riesgo de presentar disfunción eréctil e incontinencia urinaria posteriormente. Sin embargo, la prostatectomía robótica provoca menor pérdida de sangre y reduce en un tercio el tiempo de recuperación.
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