Los humanos estamos programados para volvernos más fuertes, rápidos e inteligentes, para subir más alto, vivir más tiempo y urbanizar hasta el último rincón del planeta. Hemos roto un montón de récords mundiales en las últimas décadas, pero, ¿cuándo alcanzará el punto máximo nuestro cuerpo?
Por mucho que mejoremos nuestras capacidades, tenemos un potencial limitado por ciertos principios científicos que la ambición humana no puede cambiar: las leyes de la física, la biomecánica y la termodinámica. ç
A continuación, los científicos nos explican hasta dónde podemos llegar exactamente.
Los levantadores de pesas más fuertes del mundo pueden alzar 453.59 kilos, pero Todd Schroeder, bioquinesiólogo de la Universidad del Sur de California, piensa que son unos debiluchos.
Nuestro cerebro limita el número de fibras musculares que se activan en un momento dado para evitar lesiones. “Si apagáramos ese mecanismo de nuestro cuerpo, podríamos tener mucha más fuerza”, dice Schroeder, quien cree que un entrenamiento físico y mental óptimo podría aumentar hasta en 20 por ciento más la fuerza de los deportistas.
En los años 30 Robert P. Wadlow, también conocido como “el Gigante de Illinois”, impuso este récord mundial de estatura gracias a su glándula pituitaria hiperactiva. Ser tan alto afectaba mucho el aparato circulatorio en su cuerpo (no sentía los pies) y ejercía una gran presión sobre sus huesos (usaba soportes para caminar).
Aunque el ser humano medio se ha vuelto más alto debido a una mejor nutrición, el ingeniero Thomas Samaras calcula que nuestra estatura máxima se estabilizará en unos 2.13 metros.
Hay 1,000 millones de neuronas de almacenamiento en tu cerebro. Si cada una guardara un recuerdo, “almacenarías unos cuantos gigabytes, no más que una memoria USB”, dice Paul Reber, psicólogo de la Universidad Northwestern, en Illinois.
Pero cada neurona de nuestro cuerpo forma unas 1,000 conexiones con otras neuronas, lo que aumenta la capacidad de almacenamiento del cerebro a alrededor de un millón de gigabytes.
La conclusión es que el almacenamiento no es el problema, sino nuestra capacidad de registrar y recordar los datos.
Esta marca impuso Abdeselam Yelul en una prueba de inteligencia para adultos en 2012. Pero olvídate de los prodigios: si te acercas al CI de 160 de Einstein, sin duda eres muy brillante.
“El cerebro humano no opera a toda su capacidad”, dice Simon Laughlin, neurobiólogo de la Universidad de Cambridge. Para hacerlo, tendría que ser más grande, pero se volvería menos eficiente.
Después de que el velocista olímpico Usain Bolt batió el récord mundial de los 100 metros planos en 2008, Mark Denny, biólogo de la Universidad Stanford, se preguntó si nadie podría romper jamás la nueva marca.
Tras graficar los récords en esa distancia registrados desde los años 20, Denny predijo que el ser humano llegará a correr 100 metros en 9.48 segundos, 0.10 segundos menos que el récord de Bolt: un acelerón en un deporte en el que bajar una centésima de segundo decide el triunfo.
No nos referimos a los de Facebook, sino a los reales en los que podemos confiar. El máximo son 150, dice Robin Dunbar, psicólogo de la Universidad de Oxford, quien examinó datos de censos de grupos tribales e identificó una media de 148 miembros.
Esta cifra suele registrarse también en los negocios modernos. Un caso famoso: el fundador de GoreTex insistió en que en su fábrica hubiera secciones separadas de 150 obreros para alentarlos a hacerse amigos.
En 1964 Randy Gardner, un chico de 17 años de San Diego, California, se levantó a las 6 de la mañana para intentar romper el récord mundial de días sin dormir. Lo logró: no durmió en 11 días, durante los cuales un psiquiatra vigiló sus signos vitales. Randy se mantuvo lúcido, aunque irritable.
Estudios hechos con ratas indican que si se les impide dormir, mueren en menos de 30 días, y una rara enfermedad humana llamada insomnio familiar letal impide dormir casi en absoluto y causa la muerte en cuestión de meses o años.
Esta hazaña es más fácil de lograr si eres una persona muy obesa. Tal fue el caso del “Paciente A.B.”, un joven de 27 años que pesaba 206 kilos cuando la Universidad de Dundee, Escocia, lo sometió a ayuno en un estudio realizado en 1973.
Siguiendo una dieta de alimentos sin calorías, como levadura y un multivitamínico, consiguió bajar a 82 kilos al final del estudio, más de un año después. No tenemos que decirte que no intentes esto en casa, ¿verdad?
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