Todos tenemos una posición favorita para dormir: desde la postura fetal y la de estrella de mar, hasta la postura del tronco o la del anhelo. También solemos tener preferencias en cuanto a almohadas, colchones y sábanas. Sin embargo, hay un hábito de sueño que casi todos compartimos: la tendencia a dormir bajo una manta.
Un lujo universal
Históricamente, la ropa de cama era un lujo reservado para los poderosos, como reyes y comerciantes adinerados. Hoy en día, dormir bajo una manta es una práctica común, incluso en noches calurosas. ¿Por qué sucede esto?
La ciencia detrás del sueño
La ciencia ofrece respuestas a esta curiosidad. Durante el sueño, la temperatura corporal central desciende, lo que hace que necesitemos una manta para mantenernos cómodos y evitar escalofríos. Este enfriamiento nocturno no solo te mantiene caliente, sino que también regula tu ritmo circadiano, que determina cuándo tu cuerpo está listo para dormir y cuándo para despertar.
Este proceso comienza aproximadamente una hora antes de ir a la cama y continúa mientras duermes, alcanzando uno o dos grados por debajo de tu temperatura corporal promedio. Sin embargo, al entrar en la fase de sueño REM, tu cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura, y es aquí donde la manta juega un papel crucial.
Componente conductual
El uso de mantas también tiene un componente conductual. Desde que nacemos, nos acostumbramos a dormir arropados. Según el Dr. Michael Grandner, director del Programa de Investigación sobre el Sueño y la Salud de la Universidad de Arizona, “una manta crea un ‘microclima’ alrededor de la piel, atrapando el calor que se escapa del cuerpo y manteniéndote caliente. Esta sensación física se asocia con el sueño, lo que puede preparar a tu cerebro y cuerpo para descansar”.
Beneficios de las mantitas con peso
Las mantas con peso han demostrado ser especialmente beneficiosas para quienes sufren de insomnio y ansiedad. Un estudio publicado en 2015 en el Journal of Sleep Medicine & Disorders reveló que quienes usaron mantas con peso reportaron noches de sueño más tranquilas. Asimismo, una revisión de investigación en 2020 en el American Journal of Occupational Therapy sugiere que las personas con ansiedad también pueden beneficiarse de estas mantas.
La manta ideal
La razón detrás de estos beneficios radica en la sensación de seguridad y comodidad que proporcionan. Según Grandner, “la manta perfecta debe ser lo suficientemente cálida para mantenerte cómodo, pero también transpirable para evitar la acumulación de humedad y sudor”. Además, debe ser suave para no causar molestias, pero lo suficientemente resistente para que la sientas.
Si decides probar una manta con peso, es importante que el peso sea adecuado: no debe ser demasiado liviana ni excesivamente pesada, y debe estar distribuido uniformemente.
Conclusión
Ya sea con peso o sin él, una manta suave y cómoda es relajante y ayuda a conciliar el sueño. Así que esta noche, no dudes en arroparte y disfrutar de un descanso reparador.