La obesidad y la diabetes podrían hacer de la enfermedad por hígado graso no alcohólico la primera causa de cáncer de hígado. Este trastorno metabólico es la enfermedad hepática crónica más común a nivel mundial, caracterizada por su posible evolución hacia la inflamación del hígado, cirrosis y finalmente cáncer.
A consecuencia de la creciente epidemia de obesidad y diabetes, en breve, la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) podría llegar a ser la principal causa de cáncer de hígado y la primera indicación de trasplante hepático.
Caracterizada por la acumulación de grasa en las células del hígado de individuos sin consumo significativo de alcohol ni de medicamentos cuyo consumo implican daño en dicho órgano, este trastorno metabólico es la enfermedad hepática crónica más común a nivel mundial, caracterizada por su posible evolución hacia la inflamación del hígado, cirrosis y, finalmente, cáncer.
Estudios recientes señalan que las personas con enfermedades metabólicas —como obesidad, diabetes y EHGNA— también padecen disbiosis, un desequilibrio en las cantidades y proporciones de los microorganismos que conforman la microbiota intestinal. Dicho desbalance puede afectar, entre otras funciones, la regulación del almacenamiento de la grasa corporal, señala la Dra. Valentina García, especialista en nutrición clínica.
“Una alimentación rica en grasas saturadas favorece la proliferación excesiva de bacterias llamadas firmicutes, asociadas a casos de obesidad. Por el contrario, una alimentación que incluye fibras solubles de manera habitual —como las que contienen las frutas, verduras y semillas integrales— beneficia a las bacterias conocidas como bacteroidetes, identificadas con la prevención de sobrepeso” detalla.
A pesar de su complejidad, la microbiota intestinal resulta muy vulnerable a cambios en el estilo de vida que podrían alterar su equilibrio sin que se note de manera inmediata, aumentando así la posibilidad de desarrollar desórdenes metabólicos, pero también padecimientos como alergias, síndrome de intestino irritable y enfermedad inflamatoria intestinal.
“Afortunadamente —explica la Dra. García—, también los cambios positivos en el estilo de vida tienen un impacto en el estado de nuestra microbiota. Desarrollar buenos hábitos alimenticios, hacer ejercicio y tener un buen manejo del estrés, junto con la consulta al especialista y el apego al tratamiento, representan buenas alternativas para que la prevención o atención de la disbiosis en personas con obesidad, diabetes e incluso EHGNA”.
En esta temporada de fin de año, estas poblaciones corren mayor riesgo de contraer infecciones respiratorias o intestinales provocadas por virus, las cuales pueden propiciar o agravar el desequilibrio en la microbiota, entre cuyos principales síntomas se encuentra la diarrea, a consecuencia de la misma infección o de la toma de antibióticos prescritos con o sin razón.
Una alternativa para su tratamiento —advierte la especialista— es el consumo del probiótico de origen natural desarrollado a partir de la levadura Saccharomyces boulardii CNCM I-745, que ha demostrado ser altamente efectivo para controlar y prevenir la diarrea, así como para reestablecer la salud de la microbiota intestinal.
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