Si tienes suerte, conocerás a alguien que mejore tus días, que sea todo oídos para ti y que te inspire. Nuestros lectores nos compartieron algunas historias con sus mejores amigos.
Crecí en una familia en la que no teníamos muchas muestras de afecto. Yo sabía que me querían, pero rara vez me lo decían con palabras o con abrazos. A mis 40 años conocí a Judy. Muy pronto me di cuenta de lo mucho que le decía a sus hijos que los quería, y de que abrazaba a todo el mundo al saludarlos o al despedirse.
Decidí aprender ese hábito de ella, y entre más fui haciéndolo, más fácil se volvió para mí. Ahora siempre abrazo a mi familia y a mis amigos, y ha cambiado por completo mi forma de relacionarme con ellos. ¡Es un sentimiento increíble! ¡Te amo, Judy!
Betty Plough, de Michigan
Cinco meses después de que mi esposo, mi hija de dos años y yo nos mudáramos a unos 3,200 kilómetros de donde vivíamos, di a luz a una niña con pie equinovaro. Ese fue el inicio de una serie de citas con distintos médicos.
Hacerme cargo de mis dos hijas, una de las cuales necesitaba constante atención médica, significaba que siempre estaba cansada y que tenía un montón de pendientes en casa. Un día, al volver del médico, encontré entreabierta la puerta de mi casa. Entré con cuidado, sólo para encontrar el piso reluciente, los platos limpios y secos, la ropa lavada y doblada.
En las recámaras, las camas estaban tendidas y hasta había flores al lado de mi cama. Resulta que mi amiga Joy había pasado por mi casa y que, al ver que mi coche no estaba, había decidido pasarse para ayudarme.
Ese día aprendí una importante lección sobre compasión. Obviamente, así sellamos nuestra amistad de por vida.
Judith Heicksen, de Idaho.
Mi prometida terminó conmigo tres días antes de nuestra boda. Ahora, cada año, en el aniversario del día en el que me hubiera casado, mi mejor amigo me envía un mensaje con una imagen graciosa (y completamente inapropiada) para decirme que me salvé. Su humor hace mejores mis días.
Jason Woods, vía Twitter.
Cuando mi esposa de 44 años falleció, no tenía la menor gana de socializar. Pero eso no impidió que mi mejor amigo me invitara a un grupo de hombres que se juntaban todos los jueves para ir a cenar. Le dije que no estaba listo.
Volvió a llamarme la semana siguiente, y volví a decirle que no. No dejó de llamarme hasta que le dije “Está bien, voy. Todo con tal de que me dejes de llamar cada semana”.
Ya pasaron 6 años desde que mi esposa falleció y, gracias a Tony, he ido a cenar todos los jueves con ese grupo al que llamamos ROMEO (siglas en inglés para Hombres Retirados que Salen a Cenar).
David Fenwick, Nueva Jersey.
Hoy es mi cumpleaños y sé que mi amiga Linda me está haciendo un pastel. Cuando eres adulto, pocas personas tienen esos detalles contigo.
Tamara Castellari, Colorado.
Mi mejor amigo y yo estamos tratando de perder peso, así que todos los días nos enviamos mensajes para ver cómo vamos. Él me anima a ir al gimnasio cuando solo quiero quedarme a comer helado. En verdad me ayuda a mantener claro mi objetivo.
Rick Nelson, vía Twitter.
Durante mi embarazo me sentí y actué todos los días como si tuviera síndrome premenstrual. Mi mejor amiga, Laura, me llamó todos los días para asegurarse de que alguien me siguiera hablando. Eso es verdadera amistad.
Gail Bua, Nueva Jersey.
Cada vez que viene Lisa nos pintamos las uñas mientras vemos alguna serie de televisión, como si estuviéramos en la secundaria.
Shannon Hagen, Minnesota.
A mis 9 años tuve una amiga con el extraño nombre de Westa Joy. Todavía recuerdo su salvaje cabello ondulado, su suave piel y sus brillantes ojos castaños. Yo, por otro lado, era muy tímida. Solíamos hablar y reírnos mucho mientras nos tomábamos las manos en el polvoso Nuevo México.
Ella me contaba el desenlace del último libro de Nancy Drew que había leído. Yo jamás había leído, ni quería hacerlo. Leer era demasiado difícil para mí porque soy disléxica. Gracias a las narraciones de Westa, terminé comprándome todos los libros de Nancy Drew.
Gracias, amiga de la infancia, por presentarme el placer de la lectura.
Essie Bowden, Rhode Island.
Shannon, mi mejor amiga desde hace 26 años, y yo nos enviamos mensajes todos los días para decirnos cosas como “¡Hola, hermosa!” o “¡Buen día, guapa!”. Así nos aseguramos de empezar el día con una sonrisa.
Katrina LaForce, California.
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