Historias que nos hacen creer en la humanidad
La situación en muchos lugares del mundo nos provoca desesperanza más que buenos pensamientos. A veces es necesario que nos recuerden que no todo es malo.
En 2015 Mathew Flores, un chico de 12 años de Sandy, Utah, le preguntó al cartero Ron Lynch si tenía folletos publicitarios o boletines que le sobraran; explicó que le encantaba leer, pero no tenía dinero para comprar libros ni para el pasaje de autobús a la biblioteca, así que recibiría gustoso todo lo que le diera.
Lynch se quedó atónito. “El niño no quería juegos electrónicos ni pasarse el día entero viendo la televisión; lo único que quería era leer”, contó el cartero a deseretnews.com, y por Facebook pidió material de lectura a sus amigos.
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Mathew pronto empezó a recibir libros de varios países: Estados Unidos, Inglaterra e incluso de la India. El niño dice que va a leer todos los libros, y después los compartirá con otros chicos que estén deseosos de leer.
Los estadounidenses destinan alrededor del dos por ciento de sus ingresos a ayudar a otros… excepto Jeff Kauffman y Julia Wise. Desde 2008, esta pareja, de 30 y 31 años, respectivamente, ha donado la mitad de sus ingresos: 585,000 dólares en total.
“Tenemos lo que necesitamos, así que nos parece bien compartir”, dijo Julia a today.com. Esta trabajadora social y Jeff, programador informático, esperan contagiar el virus de la filantropía a sus hijas, Lily, de dos años, y Anna, de seis meses. “Queremos que crezcan creyendo que ayudar es parte normal de la vida”, señala Julia.
En junio pasado hubo un incidente en una prisión en Texas y, gracias a los reos, un carcelero salvó la vida. Los reclusos esperaban turno dentro de una celda para comparecer ante el tribunal, y el guardia que los vigilaba de pronto se desmayó. Los reos pidieron auxilio a gritos, pero como no acudía nadie, usaron su peso colectivo para derribar la puerta.
En vez de huir, ayudaron al celador, sin dejar de soltar gritos. Un preso incluso llamó por el radiotransmisor del guardia. Otros carceleros por fin oyeron el barullo y entraron. Tras devolver a los reos a la celda, le aplicaron primeros auxilios a su compañero y le salvaron la vida. “Nunca pensé en no ayudar”, declaró el recluso Nick Kelton a la televisión. “No importa si alguien tiene una pistola o una placa. Si está en el suelo, lo voy a ayudar”.
Fotos: Altruismo Eficaz