Niños: Honestidad fraternal
Honestidad fraternal Un domingo mi familia y yo nos disponíamos a ir a la iglesia. De pronto, mi hija adolescente apareció en el recibidor de la casa luciendo su mejor vestido y unas pantimedias...
Honestidad fraternal
Un domingo mi familia y yo nos disponíamos a ir a la iglesia. De pronto, mi hija adolescente apareció en el recibidor de la casa luciendo su mejor vestido y unas pantimedias de seda.
Lleno de curiosidad, su hermano menor, de ocho años, le preguntó por qué se había puesto esas cosas en las piernas.
—Porque les da un hermoso tono bronceado —contestó ella.
—Pues siento decírtelo, hermanita—replicó el niño—, pero tienes un agujero en el bronceado.
Frank Savenye, Canadá
Mi hijo de nueve años se había vuelto adicto a los videojuegos y pasaba horas jugando todos los días. Para proteger sus ojos, le dije que debía tomar un descanso cada media hora y mirar a la calle por la ventana.
Un día terminó de hacer la tarea en su cuarto y, como de costumbre, encendió la computadora para jugar. Momentos después vi que estaba parado junto a la ventana, mirando a la calle. Como pasó un largo rato así, no pude evitar preguntarle qué estaba haciendo.
—Estoy mirando a la calle ahora —respondió—, para no tener que interrumpir mis juegos después.
Chris Chan, Hong Kong
Un helado día de febrero en la Ciudad de México, los volcanes de las cercanías amanecieron cubiertos de nieve. Mi hijo, entonces de tres años de edad, iba de camino al kínder con su mamá, y a ella se le ocurrió preguntarle qué era lo que tenían los volcanes, para ver si el niño respondía correctamente.
Tras pensarlo algunos segundos, con rostro serio y muy seguro de sí mismo, mi hijo contestó:
—Tienen frío, mamá.
Erick Lechuga, México
Golpe al ego
Estaba yo en la cocina preparando la cena cuando mi hija Allison, entonces de tres años y medio, que jugaba cerca de mí, dijo:
—¡Siempre serás mi mejor amiga!
Emocionada hasta las lágrimas, me volví hacia ella y respondí:
—Tú también, mi amor.
—¡Mamá! —exclamó la niña, enojada—. ¡No te entrometas! ¿No ves que estoy hablando con mi amigo imaginario?
Ileana López, Costa Rica