Hora del té, un hábito que puede salvarte la vida
Parece probable que el té verde es más potente para combatir el cáncer que el té negro, aunque los dos ofrecen beneficios protectores.
Contiene en promedio la mitad de cafeína que el café y ofrece una refrescante estimulación sin poner los nervios de punta. Además, los bebedores de té pueden tener un menor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, ataques de apoplejía, cáncer y caries dental.
A principios de la década de 1920, los investigadores observaron que las japonesas que practicaban la tradicional ceremonia del té tenían índices de mortalidad menores que otras mujeres. Los científicos no tardaron en entender que los compuestos químicos —sobre todo los polifenoles, que forman casi el 30 por ciento del peso en seco del té— se cuentan entre los antioxidantes más potentes.
Los antioxidantes son agentes que bloquean los efectos de los radicales libres, las moléculas bribonas de oxígeno que dañan las células de todo el organismo y aumentan los riesgos de enfermedades graves como el cáncer.
A propósito, los tés herbales, como el de manzanilla, no deben confundirse con el verdadero té que proviene de la Camellia sinensis, la planta de té. El té verde popular en los países asiáticos es simplemente las hojas secas y hervidas de esta planta.
El que se toma en Inglaterra, acertadamente llamado té negro, pasa por un proceso de fermentación que le da sabor más fuerte y color más oscuro y puede reducir los niveles de los compuestos químicos protectores de la salud.
Hace mucho tiempo que el té se reconoce en el laboratorio como un antioxidante, pero los resultados de los estudios realizados en seres humanos no han sido contradictorios. En algunos estudios epidemiológicos, que comparan a los bebedores de té con personas que no lo toman, se afirma que beber té previene el cáncer; en otros, no.
Se han realizado más estudios basados en el té verde, así que la información a la fecha es mejor respecto a este té. Por ejemplo, en estudios que se llevaron a cabo en China se demostró que el consumo regular de té verde reduce considerablemente el riesgo de cáncer estomacal y esofágico. Sin embargo, un estudio en Holanda no encontró ninguna relación entre el consumo y la protección contra el cáncer.
Debido a que el proceso de producción reduce las cantidades de antioxidantes en el té negro, parece probable que el verde sea más potente para combatir el cáncer que el negro, aunque los dos ofrecen beneficios protectores.
El té verde tiene un alto contenido de sustancias llamadas catequinas. Se trata de antioxidantes potentes —cien veces más poderosos que la vitamina C— que, según parece, protegen el ADN de las células contra cambios que inducen el cáncer. El negro también tiene catequinas, pero en cantidades menores.
En estudios de cáncer de la piel, animales de laboratorio que tomaban té verde desarrollaron una décima parte de los tumores que en los animales que bebían agua. Cuando se trata de prevenir el cáncer en la piel, el verde parece ser igualmente eficaz si se bebe de una taza o se aplica en la piel. Fabricantes de cosméticos han comenzado a agregar té verde a los productos para el cuidado de la piel debido a que sus efectos antioxidantes pueden reducir las arrugas u otros indicios de daños en la piel.
En el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos estudia el té verde como agente preventivo del cáncer de la piel. Un estudio investiga los efectos protectores de una píldora de té verde contra los daños en la piel inducidos por el sol; en otro se investiga la aplicación tópica del verde para reducir los cambios precancerosos en la piel.
Aunque el verde se valora por sus propiedades preventivas del cáncer, existen indicios de que puede ayudar a la gente que ya tienen cáncer. Las catequinas del verde inhiben la producción de uroquinasa, una enzima que las células cancerosas necesitan para desarrollarse.
También parece estimular el proceso de muerte celular programada en las células cancerosas. En un estudio realizado en pacientes de cáncer mamario, las mujeres que bebieron cinco tazas de té verde al día tuvieron menos probabilidades de que el cáncer se extendiera a los nodos linfáticos que quienes bebieron menos té.