Me detuve con urgencia en una estación de gasolina en las primeras horas de la madrugada, y entré corriendo al baño. Era un sitio bastante ordinario, y no pude evitar reír cuando, al cerrar la puerta, vi que alguien había garabateado en ella: “Apuesto a que ahora te arrepientes de haber comido tantos frijoles”.
Joanne Campbell, Canadá
Un matrimonio de Pensilvania tenía problemas para vender su casa luego de que algunas apariciones y sonidos extraños los obligaron a admitir en el anuncio que la propiedad estaba “un poco embrujada”. La revista Week pidió a sus lectores que trataran de darle un giro más positivo al argumento de venta:
“Un hogar confortable, adecuado para espíritus libres”.
“En la mayoría de las habitaciones, la casa no está embrujada”.
“Casa victoriana de 113 años, aún cuidada por sus dueños originales”.
“Un lugar perfecto para todas sus posesiones”.
Kevin James, Estados Unidos
La miel es un humectante estupendo, sobre todo cuando estás en un cuarto de baño deliciosamente caliente. Por eso, cierta vez que tuve la oportunidad de usar un sauna, iba preparada con una botella exprimible llena de miel. Una amiga mía y yo nos dirigimos al acogedor lugar, nos untamos miel en todo el cuerpo y nos recostamos a descansar… hasta que se apagó el fuego.
Mi amiga se acuclilló frente al fogón, tratando de reavivar las llamas, pero el cuarto se fue enfriando cada vez más. Debo aclarar que era febrero y estábamos en Irlanda.
Finalmente, nos dimos por vencidas y llamamos al dueño del sauna para que nos ayudara. Sin embargo, para entonces, la miel derretida se había solidificado y parecía pegamento. La parte posterior de los muslos de mi amiga se había pegado a sus pantorrillas, mientras que la parte interna de mis brazos estaba adherida a mi tronco.
Ambas estábamos lastimadas y adoloridas… y el dueño del sauna, ¡furioso por el olor a miel que no había manera de eliminar!
Sarah-Jane Egan, Reino Unido
Hace tiempo, cuando vivía en un muelle residencial, mi vecino Dave a menudo giraba su angosta embarcación para que le diera el sol. Un gato del canal solía ir allí a buscar peces y atraparlos a zarpazos si es que podía. A Crackers, como llamábamos al minino, le gustaba ir a dormir a la embarcación de Dave.
Un día, después de haber girado su embarcación para que le diera el sol de la tarde, Dave se puso a limpiar porque tendría visitas. Aplaudió para espantar a Crackers, que saltó por la puerta de proa, por donde había entrado temprano desde el muelle.
¡Gato al agua! Crackers no era un buen nadador, y hubo que sacarlo con ayuda de un neumático y un palo. Desde entonces, el gato se fijaba muy bien antes de saltar.
Andrew Graham, Reino Unido
Mi mamá me contó que había discutido con papá. Al parecer, ella le había recordado que cuando se casaron, hace ya muchos años, él le había prometido que dedicaría toda su vida a hacerla feliz.
En tono malhumorado, mi padre le respondió:
—Es cierto, ¡pero yo no esperaba vivir tantos años!
Anna Hammett, Reino Unido
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