Las relaciones con los familiares o las amistades entrañables, no son excepción. No falta quien critique al punto de herir o quienes a pesar de los años, de pronto se tornan abusivos o perfectos desconocidos.
Lamentablemente, todos, en mayor o menor grado, terminamos contaminados y en el peor de los escenarios, hasta contagiados o infectados y trasladamos la toxicidad a nuestra pareja y nueva familia. No importando el tipo, todas las relaciones tóxicas nos afectan a nivel emocional.
Abrir caminos. Reconocer que tenemos secuestros emocionales y psicológicos que funcionan como unos lentes sucios, rayados o empañados, que nunca nos dejarán ver, apreciar y valorar a quien realmente nos ama.
La poderosa virtud de autoconocernos y trabajar la autoestima, pues es justo ahí, donde reconocemos nuestras virtudes, pero también las debilidades. Aunque tú también puedes ser la parte tóxica de una relación.
Si una persona nos hace sentir mal, si la mayoría del tiempo experimentamos angustia, miedo, tristeza y no sabemos cómo poner límites, entonces estamos involucrados en una relación negativa, decadente y dañina.
Una sana relación tiene límites y provoca felicidad, bienestar y placer. Por naturaleza humana subes y bajas en los buenos y malos momentos de la persona con la que tienes esa relación. Somos humanos.
El problema radica en que muchas veces, por evitar confrontaciones, no nos expresamos desde una óptica real, acumulamos el malestar y llegamos al punto de explotar de una forma desvirtuada.
Existen dos características que definen a las personas que se involucran en las relaciones tóxicas y son los que padecen:
Baja autoestima: La percepción y valoración de sí mismos es negativa. Creen que sin el otro su vida se acaba. No importando que los traten mal, asumen que nadie los va a querer más y/o mejor.
Dependencia emocional: Se suplen carencias afectivas, demandando amor de una forma casi adictiva. El amor se convierte en necesidad y expresiones como “me muero sin ti” y “sin ti no soy nada” son el pan de cada día.
Comienza por identificar los diez principales tipos de relaciones tóxicas que existen:
Nadie puede superar un problema si primero, no reconoce que hay un “muro” en su vida. Y hay que tenerlo en cuenta, el amor es la principal venda que va a cubrir nuestros ojos.
En ocasiones un amor tan ciego e incondicional, donde nos cuesta mucho reconocer que nos están quitando el aire, la integridad.
El miedo es la principal barrera que habremos de saltar. Si no te ves con fuerzas, pide ayuda. A un amigo, a una compañera, a ese familiar que siempre te apoya, o cualquier profesional de la salud o servicios sociales.
Tenemos claro que cada pareja es un universo propio y particular. Puede que tu pareja no sea violenta, pero aún así, tienes miedo a pensar qué será de ti al verte solo/a. Pero en ocasiones, la soledad es mucho mejor que este tipo de relaciones.
Has pasado mucho tiempo pendiente de otra persona. Has sido como un pequeño satélite orbitando alrededor de un planeta que no te ha aportado nada.
Es hora de moverte, de encontrar tu propio horizonte y recuperar nuevas ilusiones, ésas que te son propias y que todos merecemos.
Salir de una relación tóxica es posible, requiere valentía y una buena autoestima. Todos somos capaces de conseguirlo, está al alcance de tu mano.
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