En México, los trastornos del sueño tienen una alta prevalencia entre la población adulta, siendo el insomnio el más frecuente entre mujeres de mediana edad, adultos mayores y trabajadores con jornadas laborales por turnos.
La falta de sueño es un problema mundial que se considera parte de la vida moderna. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el 40 por ciento de la población presenta insomnio en algún momento de su vida. En México casi 40 por ciento de la población entre 18 a 65 años presenta problemas de insomnio; de esta cifra alrededor del 37 por ciento son hombres y el 42 por ciento mujeres.
Es la incapacidad de dormir a pesar de que hay una oportunidad de hacerlo, así que se considera un trastorno, explica Thomas Roth, director del Centro de Investigación de Desórdenes del Sueño del Hospital Henry Ford en Detroit, Michigan.
Los síntomas del insomnio son diferentes a la enfermedad del insomnio. “Si hiciéramos una encuesta entre los mexicanos, el 70 por ciento diría que ha tenido una noche de mal sueño en la semana previa, pero eso no es una patología” precisa Edilberto Peña de León, médico especialista en Psiquiatría, Neuropsiquiatría y Ciencias Médicas.
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Ulises Jiménez Correa, investigador de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM, puntualiza que el insomnio se define como la dificultad para conciliar el sueño al menos dos noches por semana durante los seis meses previos.
Otros síntomas son:
“Los efectos al día siguiente del sueño de mala calidad incluyen un impacto negativo en nuestra capacidad de atención, memoria y aprendizaje, además que la somnolencia durante el día repercute en la realización de nuestras actividades diarias, provocando deterioro en la calidad del trabajo o falta de productividad. Se estima que 5 de cada 6 empleados sufren de estrés, y éste puede ser causado por falta de sueño” afirmó María de los Ángeles De Gyves, presidenta del Consejo Empresarial de Salud y Bienestar Workplace Wellness Council.
Pero hay descubrimientos más graves. “Hace cinco años les llamábamos enfermedades psiquiátricas secundarias, pero no son secundarias, hoy sabemos que si tienes insomnio tendrás depresión comórbida” alertó Roth.
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Pero hay más malas noticias para quienes padecen insomnio:
Además, el ausentismo laboral es dos veces más frecuente entre los trabajadores con insomnio y el impacto económico por esa misma razón es altísimo.
Los especialistas coincidieron que una mejor comprensión de las condiciones del sueño ayuda a reducir las implicaciones de sus trastornos en la sociedad. Recordaron que los tres elementos clave del sueño de buena calidad son:
Duración: debe ser suficiente para que la persona esté descansada y alerta al día siguiente.
Continuo: los períodos de sueño deben ser perfectos sin fragmentación
Profundo: el sueño debe ser lo suficientemente profundo para ser reparador.
Uno de los principales problemas de las personas que padecen insomnio es la ansiedad que les provoca que llegue la noche, pues anticipan que no dormirán.
Para quienes tienen ese miedo anticipatorio, entre otros síntomas, el tratamiento no es farmacológico, sino con terapias como la cognitivo conductual, pues ayuda a que esos temores, que favorecen el insomnio, desaparezcan.
“Hay que analizar en consulta todos los problemas externos que impiden la llegada del sueño, no solo recetar un fármaco. Es muy importante determinar qué tipo de insomnio es” precisó Edilberto Peña de León, médico especialista en Psiquiatría, Neuropsiquiatría y Ciencias Médicas.
Si eso no funciona, se pasa a la fase farmacológica. El tratamiento estándar para el insomnio son los hipnóticos no benzodiacepínicos, recomendados por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.
Esa medicación se recomienda tanto para el insomnio agudo y crónico de origen inexplicado o con comorbilidad.
La FDA tiene aprobados ciertos medicamentos para trastornos de sueño como algunas benzodiacepinas y algunos antidepresivos como arte de su efecto en otros receptores sobre el sistema nervioso central puede favorecer el sueño.
Hay hipnóticos (medicamentos que favorecen el sueño) con o sin benzodiacepinas.
¿Cuáles serían las diferencias entre los medicamentos benzodiacepínicos y los no benzodiacepínicos? Pues estos últimos actúan sobre el ácido GABA (ácido gamma-aminobutírico).
“Entre más ácido GABA se tiene es más fácil conciliar el sueño; además, esos fármacos no ocasionan dependencia, así que cuando se mejora la condición subyacente del insomnio es posible suspenderlos y no habrá rebote” explica Peña de León.
“Actualmente existe Zolpidem, un fármaco no-benzodiazepínico que restaura la arquitectura del sueño y mejora el mantenimiento, la inducción y la duración del sueño con un menor riesgo de abuso, dependencia y efectos residuales” comentó el Dr. Thomas Roth, director del Centro de Investigación de Desórdenes del Sueño en el Hospital Henry Ford en Detroit, Michigan.
Este fármaco es un aliado que permite alcanzar todas las fases del sueño en cantidad y calidad, lo que condiciona un descanso fisiológico que repara mente y cuerpo y ofrece una mejor calidad de vida a los pacientes que padecen insomnio.
La mala noticia es que, directa o indirectamente, el sueño interrumpido puede tener un efecto negativo en la vida familiar y las relaciones, pues afecta la forma en que la persona realiza sus actividades diarias y le impide una interacción social adecuada, pero la buena es que existen diversas estrategias para vencer a este enemigo.
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