La migración del ancestral depredador, especie amenazada, a las aguas de la isla Guadalupe ocurre de julio a noviembre, y es en las costas de Baja California donde este animal encuentra un sitio seguro para alimentarse y asegurar su supervivencia en los océanos.
Este santuario marino, ubicado en Ensenada, Baja California, y declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO desde 2005, es el único lugar en México que alberga a tiburones blancos. Se ha convertido en uno de los cinco puntos de mayor importancia en el mundo para el avistamiento de esta especie.
Aquí, el espectador puede acercarse a este majestuoso animal acompañado por un observador dentro de una jaula especial que protege al turista mientras este es presa de la indescriptible sensación de miedo y emoción al ver al gran depredador.
Únicamente quienes han estado cerca saben si los 3,000 dólares por persona (en promedio) que cuesta la experiencia de varios días valen la pena.
Las aguas cristalinas que rodean a la isla Guadalupe la convierten en el lugar idóneo para observar a los tiburones. Esto lo sabe bien el doctor en ciencias marinas Mario Jaime, quien al principio sólo deseaba fotografiarlos. Pero su deseo se convirtió en pasión, y desde hace 12 años ha acompañando al tiburón blanco en su migración a Sudáfrica para estudiar su vida.
Fue el 23 de octubre de 2005 cuando Mario y un equipo de investigadores tuvieron el primero de muchos avistamientos. Desde la panga vieron cómo un bólido de vientre color blanco espuma giró y cerró las mandíbulas de costado sobre la cabeza de un atún que le habían arrojado.
“Su ojo desapareció de la órbita, y parecía que su mole iba a dar contra la lancha”, relata Jaime, quien lo vio a sólo 2 metros de distancia. Su corazón se detuvo, y de pronto escuchó el silbido de las aletas que cortaban el aire sobre la superficie. El animal esquivó el choque contra ellos. Tras esa escena, las olas volvieron a estar serenas, “acostumbradas al paso de lo sublime”.
El tiburón blanco es una especie amenazada debido a su bajo potencial reproductivo y a una madurez sexual tardía que provoca un crecimiento lento de su comunidad. Por esta razón se le catalogó como especie en peligro de extinción.
En México la ley lo protege para garantizar su supervivencia, al tiempo que permite a los turistas observarlo de cerca y, si el animal se los permite, admirar sus poderosos dientes, anchos y triangulares, con los que puede aferrarse a sus presas, cortarlas y desgarrarlas.
Su sistema nervioso es tan agudo que puede percibir vibraciones en el agua a cientos de kilómetros. Su olfato, igual de desarrollado, es capaz de distinguir un par de moléculas de sangre a varios miles de metros —de entre toda la cantidad de agua que hay a su alrededor—, lo cual aumenta su agresividad para ir en busca de la presa.
Pero no te alarmes, la aventura para los turistas es menos temeraria. Comienza con buceos de calentamiento para que puedas descender a bordo de la jaula en la que, acompañado por expertos, deberás permanecer quieto mientras se acercan los animales. Está prohibido darles de comer, intentar tocarlos o molestarlos; no olvides que se trata de su migración.
También conviene tomar en cuenta que los tiburones llegan por grupos, dependiendo de la época del año. En julio y agosto arriban los ejemplares jóvenes, y de septiembre a noviembre las enormes hembras, de hasta 6 metros de longitud.
Mario Jaime cuenta que desde 1876 hasta marzo de 2005 se han documentado 212 ataques de tiburones blancos a seres humanos (61 fueron mortales). Sólo uno de ellos ha ocurrido en isla Guadalupe, en 1973, cuando un buceador imprudente se hallaba arponeando abulones a media agua.
Durante años “los abuloneros han tenido encuentros con tiburones de 4 a 6 metros de largo que los observan con curiosidad, los rodean, los miran a los ojos y se van”, comenta Jaime.
Aquí se oyen historias de cómo los tiburones blancos decapitan a elefantes marinos de 2 toneladas de peso, y el azul del mar se vuelve guinda. Los lobos marinos cruzan al atardecer junto a la playa, casi pegados a las rocas. “Sin duda han aprendido a evadir a los depredadores. Pero el terror que se muestra en las películas o en documentales amarillistas, definitivamente no es real”, asegura el investigador.
“La adrenalina no es sinónimo de miedo, sino de un respeto profundo”
Estar frente al tiburón blanco es hipnótico, señala el doctor Jaime, autor del libro Tiburones. Supervivientes en el tiempo, el cual ganó el primer Premio Internacional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo, otorgado por el Fondo de Cultura Económica.
Mira a este enorme tiburón, en el video se dice que es el más grande jamás filmado.
Conocer al tiburón blanco es un gran atractivo de Ensenada, pero hay otro igual de interesante: el avistamiento de la ballena gris que llega a las costas de este municipio de Baja California en invierno y primavera. Anímate a vivir la experiencia de ver de cerca a este imponente animal.
También te recomendamos visitar la Bufadora, ubicada en Punta Banda, donde está un géiser considerado el segundo más grande del mundo. Sin duda, es todo un espectáculo natural que vale la pena admirar.
Nadie puede decir que fue a Ensenada si no recorrió la Ruta del Vino. Esta región es la principal productora vinícola en México, por lo que definitivamente es el cierre perfecto para tu viaje.
Adéntrate en la bodega vinícola mexicana Monte Xanic para degustar sus vinos de edición limitada, que han sido premiados y reconocidos internacionalmente. Pero, para declararte un conocedor, no puedes dejar de visitar
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