Jane Goodall: la mujer que cambió la ciencia para siempre

Jane Goodall no solo estudió a los chimpancés, cambió para siempre la forma en la que entendemos a los animales y a nosotros mismos.

La primatóloga más influyente del mundo dedicó su vida a observar, proteger y dar voz a aquellos seres que nos reflejan tan de cerca. Este 1 de octubre, a los 91 años, la ciencia perdió a una pionera, pero su legado sigue vivo en cada libro, cada descubrimiento y en la inspiración que dejó para millones.

Goodall no fue una científica convencional: comenzó sin estudios formales en biología, pero con una curiosidad inagotable que la llevó a la selva de Tanzania en 1960. Ahí, con paciencia y empatía, demostró lo impensable: que los chimpancés son capaces de usar herramientas, mostrar emociones complejas y vivir dinámicas sociales similares a las humanas.

 Lo que inició como un proyecto de seis meses se convirtió en más de seis décadas de descubrimientos que revolucionaron la etología —la ciencia que estudia el comportamiento animal en su entorno natural—.

El descubrimiento que lo cambió todo

Uno de los hitos más importantes de su carrera ocurrió al observar a David Greybeard, un chimpancé que utilizaba tallos de hierba para “pescar” termitas. Hasta ese momento, se creía que el uso de herramientas era exclusivo de los humanos.

Este hallazgo derrumbó barreras científicas y abrió un nuevo capítulo en la historia de la evolución: los chimpancés no solo eran inteligentes, también tenían capacidad de resolver problemas, emociones y vínculos sociales complejos.

Goodall también documentó que su dieta no se limitaba a frutas y hojas: incluía semillas, insectos, miel e incluso carne, confirmando que eran omnívoros y capaces de cazar.

Una nueva mirada a los chimpancés

La científica británica rompió con la rigidez de la investigación tradicional al dar nombre a cada chimpancé que estudiaba. Para ella, no eran números en una libreta, sino individuos con personalidades únicas.

Sus observaciones desafiaron el pensamiento científico de la época: los chimpancés podían enojarse, consolarse, llorar, adoptar huérfanos e incluso organizar conflictos bélicos, como la llamada Guerra de los Chimpancés de Gombe, que se prolongó durante cuatro años.

Su acercamiento humano y empático permitió comprender que nuestras semejanzas con los chimpancés son mucho más profundas de lo que se pensaba.

Conservacionista y activista incansable

A partir de 1986, Jane Goodall dedicó gran parte de su vida a la conservación ambiental. Tras ver la devastación causada por la deforestación en África, fundó el Instituto Jane Goodall, una organización global enfocada en la protección de ecosistemas y el bienestar de los chimpancés.

Además, lanzó el programa Raíces y Brotes, que empodera a jóvenes en todo el mundo para convertirse en agentes de cambio en favor del medioambiente.

Su capacidad de narrar historias, su carisma y su incansable lucha por los ecosistemas la convirtieron en una de las voces más influyentes del planeta.

Un legado eterno

Jane Goodall no solo revolucionó la ciencia, también inspiró a generaciones enteras de mujeres y hombres que hoy siguen investigando, protegiendo y defendiendo a los animales y su entorno.

Su mayor enseñanza fue recordarnos que los seres humanos no estamos separados del resto de las especies, sino que compartimos con ellas emociones, inteligencia y un mismo planeta.

En palabras de la propia Jane:

“Romper esa línea que nos separa de otras criaturas fue uno de mis logros más importantes. Los ojos de un chimpancé pueden reflejar los nuestros.”

El mundo despide hoy a una pionera, pero su voz, su ciencia y su ejemplo seguirán resonando por generaciones.

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