El juego rudo consiste en dinámicas, preferiblemente entre pares, de persecución, lucha amistosa y cosquillas entre otras. Ese tipo de juego es una necesidad instintiva que no es exclusiva de la infancia. Aprender más sobre sus potenciales aplicaciones terapéuticas puede ayudar al sufrimiento de una amplia población que padece de trastornos depresivos.
La depresión va al alza en México. Según el Boletín Epidemiológico del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica se incrementó en un 8.2 por ciento en 2019, y aunque quienes más la padecen son mujeres, jóvenes y ancianos, la depresión entre menores de se está incrementando.
La depresión infantil podría estar aumentando debido a los cambios en la estructura familiar que se han experimentado en México en los últimos años. En algunos casos, los abuelos quedan a cargo de los niños y en muchas ocasiones se trata de personas en periodo de adultez mayor que presentan enfermedades o simplemente un vínculo diferente al que pueden establecer los padres con los hijos. El cuidado por parte de terceros en distintas instituciones, puede volverse también en algunos casos, impersonal y poco cálido.
Adicionalmente se encuentra presión en algunas personas por cumplir un rol familiar o social que hace pensar que tener hijos es una tarea obligatoria en la vida. Existen casos en los que los padres no estaban listos para las responsabilidades implicadas, o bien, que no estaban convencidos de querer tener hijos. Lo anterior puede contribuir a un desarrollo en los niños sin el apropiado acompañamiento emocional, lo cual puede dejarles en necesidad de un acercamiento afectivo con los padres.
Los hijos con déficits afectivos tendrán menos herramientas para afrontar situaciones de reto a la autoestima, incluyendo la necesidad de socializar, de enfrentar el fracaso y la frustración, así como la elaboración de duelos ante pérdidas.
De tal forma, si el contexto laboral, individual y de pareja de los padres no es apropiado, estos pudieran no tener suficiente disposición para pasar tiempo con sus hijos. La vida profesional suele agotar a los miembros de la pareja parental, dejándoles poco disponibles para realizar diversas actividades con sus hijos, incluyendo el juego.
Derivado de la observación de diferentes casos existe la hipótesis de que la depresión infantil es un diagnóstico poco aceptado por los padres, debido a que generalmente se sienten responsables del malestar de sus hijos.
Aunado a lo anterior, el diagnóstico de depresión infantil representa dificultades, ya que sus manifestaciones pueden ser diferentes a las observadas en población adulta. La falta de diagnóstico, o bien la incorrecta detección de depresión infantil, implican dificultades relevantes para proporcionar la atención pertinente, explicaron Alejandra de la Paz y Ana Delgadillo estudiantes del Doctorado en Psicoanálisis de la Universidad Intercontinental (UIC) quienes junto con la Dra. Daniela Flores Mosri, investigadora y académica de la UIC, han realizado una investigación sobre Depresión infantil y los efectos psicoterapéuticos del PLAY system, trabajo que fue presentado en 2019 en Bruselas, Bélgica, durante el XX Congreso de la Sociedad Internacional de Neuropsicoanálisis en 2019.
La depresión es un padecimiento que obedece a la interacción de diversas causas. Destacan los factores genéticos y aquellos derivados del desarrollo y de las experiencias de vida. La pérdida suele ser la causa más clara de la depresión en general, lo cual no sería la excepción en casos infantiles.
oda pérdida requiere de un proceso de duelo que puede no realizarse de forma óptima por diversas circunstancias; en esos casos se inicia un “duelo patológico” que implica la falta de aceptación y/o asimilación de la pérdida, la cual suele manifestarse con síntomas de depresión.
Los niños, mientras más jóvenes sean, requieren de una figura de cuidado en la cual confiar. Si tal persona no está disponible, es ambivalente, o bien rechaza o abandona al infante, éste sufrirá de angustia de separación la cual, a su vez, puede originar trastornos depresivos que implican una cascada neuroquímica caracterizada por falta de motivación, acompañada de sentimientos de desesperanza, tristeza, soledad y desamparo.
Si el niño tiene confianza en su cuidador primario, tendrá acceso a un desarrollo idóneo. En el caso del apego seguro y el contacto físico que muestra el afecto de los padres, es el más apropiado. Si no hay amenaza o angustia de perder al cuidador, entonces hay pocos elementos que pudieran favorecer la presencia de una depresión.
El psicólogo y neurocientífico Jaak Panksepp propuso la existencia de un circuito neurobiológico de juego rudo (PLAY system), el cual conforma una necesidad instintiva de contacto físico con pares en el que se ejercita la interacción social a partir de tener la experiencia de divertirse en la compañía de otros.
Muchos niños en las grandes ciudades tienen pocas oportunidades de jugar en este formato debido a diversas razones como no contar con espacios al aire libre, o bien, utilizar en exceso los videojuegos e internet.
El juego rudo consiste en dinámicas, preferiblemente entre pares, de persecución, lucha amistosa y cosquillas entre otras. Para evitar que el juego rudo se torne en una actividad agresiva se requiere que los participantes ganen un número de veces similar para que el juego siga siendo divertido. Un participante que siempre pierde puede llegar a enojarse y ya no querer jugar.
En el tratamiento de depresión infantil durante psicoterapia se han implementado técnicas similares a las descritas por Panksepp para activar el circuito de PLAY. Uno de los indicadores conductuales más contundentes es cuando este tipo de actividad física se acompaña de risas de los participantes.
El tratamiento de la depresión infantil en psicoterapia psicoanalítica generalmente se basa en el juego simbólico, el cual se caracteriza por la inclusión de personajes y la actuación de historias y episodios que ayudan al terapeuta a intervenir sobre los síntomas de los niños. Una de las dificultades encontradas en niños con depresión infantil es que pueden no tener motivación para el juego simbólico.
Tal situación se presenta como un contexto en el cual el juego rudo puede contribuir a generar la experiencia de alegría al jugar con un(a) terapeuta. De tal forma, el juego rudo puede ser utilizado para alcanzar la posibilidad de establecer el juego simbólico tradicional de las psicoterapias infantiles.
Los resultados hasta ahora observados han sido contundentes en cuanto a cambios rápidos en los niños con depresión, pues muestran motivación y alegría durante sus sesiones de juego rudo.
El juego rudo es una necesidad instintiva que no es exclusiva de la infancia. Aprender más sobre sus potenciales aplicaciones terapéuticas puede ayudar al sufrimiento de una amplia población que padece de trastornos depresivos.
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