Joseph McVicker, jefe de la empresa familiar Kutol Products Company de Cincinnati, Ohio, un día oyó a una maestra de primaria decir que a sus alumnos les costaba trabajo modelar figuras usando arcilla en el salón de clases.
Al darse cuenta de que la masa blanca para limpiar papel tapiz de su fábrica era blanda y fácil de modelar, McVicker envió botes a varias escuelas para que sustituyeran con ella la arcilla, nunca pensó que se convertiría en uno de los juguetes más populares.
Eso fue en 1955. Un año después él y un tío suyo le pusieron un nombre nuevo a la masa —Play-Doh—, y fundaron Rainbow Crafts Company para vender el producto en bloques de 680 gramos.
Al poco tiempo la masa se vendía también en los colores primarios, lo que la convirtió en un producto básico para hacer manualidades.
Estos son algunos juguetes de tu infancia que podrían valer miles de pesos.
En 1943, el ingeniero naval Richard James intentaba diseñar un resorte para estabilizar equipos sensibles de barcos en aguas agitadas.
Al hacer caer por accidente uno de los resortes en su taller, James lo vio “caminar” entre las mesas y un altero de libros antes de detenerse y quedar meciéndose en el suelo.
El ingeniero le mostró el truco a su esposa, Betty, quien hojeó el diccionario en busca de un nombre para el resorte; lo llamaron Slinky (“ondulante” en inglés) por su contoneo.
Con un préstamo de 500 dólares, los James fabricaron 400 Slinky, y en 1945 hicieron la primera demostración en una tienda de departamentos. Vendieron toda su producción en 90 minutos.
La Frisbie Pie Company, empresa de Connecticut fundada en 1871, era famosa por los moldes de hojalata para tarta que fabricaba.
Lanzar esos moldes al aire se volvió un juego tan popular en los patios de las escuelas cercanas a la fábrica, entre ellas la Universidad Yale, que en 1957 la empresa juguetera Wham-O lanzó una línea de discos voladores de plástico a los que llamó Frisbee.
A principios de los años 40, la invasión japonesa de los países asiáticos productores de caucho obligó a los científicos estadounidenses a buscar un reemplazo de ese material.
Una mezcla de ácido bórico y aceite de silicona hecha por el ingeniero James Wright resultó demasiado débil como sustituto, pero rebotaba y se estiraba mucho más que el caucho.
Wright envió muestras a científicos de todo el mundo con la esperanza de que alguno le encontrara un uso práctico a su “nutty putty” (“masa loca”), como llamó a su invención.
Ninguno le encontró utilidad hasta 1949. El consultor de mercadeo Peter Hodgson compró los derechos de producción de la masilla, la llamó Silly Putty y la colocó en los anales de la historia de los juguetes.
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