La detección temprana y los nuevos tratamientos ofrecen esperanza a miles de personas.
Cuando Ann Long, de Liverpool, Inglaterra, empezó a fumar, alrededor de los 17 años, no imaginó que estaba poniendo en peligro su vida. En los años en que el cigarrillo comenzó a ganar popularidad, las tabacaleras lanzaron campañas para poner en duda los hallazgos que asociaban el cáncer de pulmón con el hábito de fumar. Y les dio resultado. Para el momento en que las pruebas eran tan claras que ya no había lugar para dudas, en millones de pulmones ya estaban sembradas las semillas del cáncer: latente, a veces durante décadas, pero casi siempre letal.
En 1976 Ann, quien entonces tenía seis hijos en edad escolar, perdió a su esposo, George, fumador incansable, a causa del cáncer pulmonar. Y si bien ella fumaba mucho menos que él y dejó el hábito por completo antes de 1993, a finales de 2003 recibió el mismo diagnóstico terrible.
Hoy el temor agobia a muchas mujeres, fumadoras o ex fumadoras. ¿Me tocará la enfermedad también?
Las muertes por cáncer de pulmón representan alrededor de 20 por ciento del total de decesos por cáncer en Europa. En el Reino Unido y Polonia, donde las mujeres empezaron a fumar antes que en casi todos los demás países de la Unión Europea, pronto podría superar al cáncer de mama como causa principal de muerte por cáncer en las mujeres.
Si bien el cigarrillo está detrás de la gran mayoría de los tumores malignos (90 por ciento en varones y 80 por ciento en mujeres), la exposición a ciertas sustancias, como asbestos, radón y vapores de motores diésel, también puede aumentar el riesgo, al igual que las mutaciones genéticas. Cuando este cáncer ataca a personas jóvenes, se suele culpar a los genes, dice el doctor Rafael Rosell, del Instituto Catalán de Oncología, en Barcelona. Y son los genes lo que ayuda a determinar qué tratamientos funcionan mejor en cada persona.
La detección temprana del cáncer (antes de que se propague) ofrece las mejores probabilidades de sobrevivir. En años recientes, en muchos países ha habido una tendencia a detectar los signos iniciales con una tomografía computarizada (TC) al año en dosis baja en quienes corren mayor riesgo. Según un estudio publicado en 2011, la detección temprana mediante TC permite reducir en 20 por ciento las muertes por cáncer pulmonar gracias a un tratamiento rápido.
Las TC son importantes porque a menudo, en la etapa inicial, las personas no presentan ningún síntoma. Otras quizá tengan síntomas inespecíficos como tos, falta de aliento o pérdida de peso, a los cuales es fácil no prestar mucha atención. Con frecuencia, cuando el cáncer ya ha avanzado, se manifiestan síntomas más complejos, como dolor de pecho, tos con sangre, acropaquia (engrosamiento de la yema de los dedos y abultamiento de las uñas) y sibilancia.
Fue uno de esos síntomas inespecíficos al cepillarse los dientes lo que llevó a Ann Long a acudir al médico. “Mientras me enjuagaba la boca, vi una manchita que se parecía un poco a una ameba”, refiere. Notó que la “manchita” tenía un punto rojo en el centro. En los últimos días había tenido un poco de tos, pero fuera de eso, se sentía tan bien como siempre. Con todo, consultó a su médico general, quien la envió a hacerse una radiografía, una TC y una broncoscopia guiada por ultrasonido, examen que permite detectar lesiones en los pulmones y los ganglios linfáticos.
Cerca de una semana antes de la Navidad, recibió la mala noticia. E inevitablemente recordó lo devastador que había sido para ella y su familia perder a su esposo. ¿Cómo les voy a decir esto a mis hijos?, pensó.
El 3 de enero de 2004 le extirparon la mitad del pulmón derecho, y desde entonces ha estado libre del cáncer. La cirugía suele ser una buena opción para las personas con diagnóstico de cáncer en etapa I o II (ver el recuadro más adelante), como fue el caso de Ann Long. Y una nueva operación menos invasiva —la cirugía torácica asistida por video— permite a los médicos extirpar el tejido enfermo a través de una incisión mucho más pequeña, lo que deja menos cicatrices y acelera la recuperación.
Ahora bien, cuando el cáncer ya se ha extendido a otras partes del cuerpo, la cirugía no siempre es la mejor terapia. Pero muchos de los tratamientos actuales alargan la vida, incluso en fases avanzadas del cáncer. “Nuestra concepción del cáncer pulmonar ha cambiado mucho”, dice la doctora Mina Gaga, directora médica del Hospital de Neumología de Atenas, Grecia. “Si un paciente tiene un buen estado de salud general, vale la pena probar todos los tipos de tratamiento porque puede responder a ellos de modo sorprendente”.
La quimioterapia y la radioterapia pueden lentificar el crecimiento de tumores, reducir éstos y destruir las células cancerosas. Por lo común se usan luego de una operación para eliminar hasta el último rastro de un tumor maligno, y también se utilizan para destruir tumores más avanzados cuando la cirugía no es viable.
La quimioterapia personalizada o de precisión ayuda en los casos de cáncer más avanzado. Al igual que las células normales, las cancerosas necesitan “factores de crecimiento” —hormonas, proteínas y otras sustancias naturales— para poder multiplicarse. “Hacemos un análisis genético del tejido tumoral”, explica el doctor Eric Haura, del Centro Moffitt de Cancerología, en Tampa, Florida. “Si resulta que ciertos factores de crecimiento están nutriendo un tumor, usamos fármacos específicos para bloquear el acceso de las células malignas a esos factores, y esto a veces produce reacciones drásticas”. El especialista aclara, sin embargo, que estos fármacos no son una cura, pues el tumor termina por desarrollar resistencia a ellos y otros medicamentos.
En algunos casos, los nuevos fármacos pueden usarse en sustitución de los que han perdido eficacia. Están diseñados para actuar como una versión superpotente de las defensas inmunitarias del organismo. Los dos que más se utilizan —el bevacizumab y el cetuximab— inhiben el crecimiento de las células tumorales al impedirles el acceso a los factores de crecimiento que necesitan.
Las inmunoterapias actuales benefician sólo a dos o tres de cada 10 enfermos de cáncer pulmonar, pero, cuando funcionan, tienen efectos asombrosos. “En algunos casos, la mayor parte del tumor desaparece”, señala el doctor Haura. Y los beneficios a veces duran años.
Uno de los hallazgos más prometedores de la historia en este campo es una vacuna contra el cáncer de pulmón llamada CimaVax, desarrollada en Cuba y que pronto se someterá a pruebas clínicas en Estados Unidos y después en Europa. La CimaVax produce un anticuerpo que se une a las moléculas de FCE —factor de crecimiento epidérmico— del organismo y las conduce hasta el hígado, donde son eliminadas antes de que las células cancerosas puedan usarlas.
Sin FCE, “las células tumorales no pueden nutrirse y, en esencia, dejan de crecer”, explica el doctor Kelvin Lee, director de inmunología del Instituto de Cancerología Roswell Park, en Buffalo, Nueva York. En pruebas de la CimaVax realizadas con enfermos de cáncer pulmonar avanzado, el tiempo medio de supervivencia fue de 18 meses en los que respondieron bien a la vacuna, y en los que no la recibieron o no respondieron a ella, fue de sólo seis meses.
“Otro efecto sorprendente es que, a cinco años de haber iniciado la terapia, cerca de 20 por ciento de los pacientes que recibieron la vacuna siguen vivos”, señala el doctor Lee. Además, la CimaVax prácticamente no presenta toxicidad. “Es sólo una inyección en el brazo una vez al mes”, añade el médico. “Creemos que lo más alentador de este avance es la posibilidad de prevenir el cáncer de pulmón. La idea, al menos al principio, sería vacunar a las personas que no padecen este cáncer pero que corren alto riesgo de contraerlo”.
Lee probará la CimaVax en enfermos de cáncer de pulmón en ensayos clínicos en Estados Unidos, una vez que la Administración de Alimentos y Medicinas de ese país lo apruebe, en el transcurso de este año.
Tú puedes reducir la probabilidad de contraer cáncer de pulmón desde el día de hoy. Si eres fumador, abandona el hábito. Menos de 10 años después de haber dejado de fumar, el riesgo de morir de cáncer de pulmón se reduce a la mitad. Sin embargo, no disminuye al nivel del riesgo de una persona que nunca haya fumado. “Pensamos que el cáncer es un proceso que se origina y desarrolla a lo largo de varias décadas, y causa daños en las células y el ADN”, explica el doctor Haura. A medida que envejecemos, nuestro sistema inmunitario —que tiene el potencial de protegernos de los efectos de dichos daños durante esas décadas— se va debilitando. Sin embargo, los enfermos de cáncer de pulmón que dejan de fumar tienen una esperanza de vida 50 por ciento mayor que los que no abandonan el cigarrillo, en promedio.
Y, por supuesto, cuanto más pronto se diagnostique y trate el cáncer pulmonar, mayor la probabilidad de sobrevivir. Ann Long es un ejemplo de todo lo mencionado. Hoy, a sus 80 años de edad, más de dos décadas después de haber dejado de fumar y más de 10 años después de que le extirparon la mitad de un pulmón, lleva una vida activa, viaja con frecuencia, hace más ejercicio que algunas personas de la mitad de su edad y mantiene una actitud positiva.
Con todo, lo que la salvó quizá haya sido la voluntad de afrontar sus peores temores y acudir al médico sin tardanza. “He hablado con muchas personas, y sé que muchas temen tanto contraer cáncer, que no consultan al médico”, dice Ann. Cuando piensa en su difunto esposo, quien sucumbió al cáncer pulmonar en 1976, le viene a la memoria que los médicos no podían ofrecerle más que analgésicos. La medicina ha progresado exponencialmente desde entonces.
“Ahora me doy cuenta de lo afortunada que soy”, comenta Ann, “de vivir justo en este tiempo”.
Las etapas del cáncer pulmonar
Etapa 1
El cáncer está circunscrito al pulmón donde se originó; es decir, no se ha extendido.
Etapa 2
El cáncer se ha extendido, pero, por lo general, sólo a los ganglios linfáticos cercanos y posiblemente a las membranas pulmonares y las cardiacas.
Etapa 3
El cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos del mismo lado del tórax que el pulmón afectado y a otras partes del cuerpo.
Etapa 4
El cáncer puede haberse extendido a ambos pulmones, el tórax y diversas partes del cuerpo, y quizá afecte los huesos y órganos como el cerebro y el hígado.
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