La colitis ulcerosa crónica inespecífica (CUCI) es una enfermedad intestinal autoinmune que afecta, regularmente, el revestimiento interno del intestino grueso (colon) y el recto.
A pesar de que las Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII) van en aumento, en México no existen estadísticas nacionales ni especialistas para un diagnóstico temprano de estos males altamente discapacitantes y hasta mortales si no hay diagnóstico y tratamiento oportunos.
La EII es un término que describe un grupo de patologías crónicas del tracto gastronintestinal. Las más comunes son la enfermedad de Crohn (EC) y la CUCI, las cuales afectan tanto a hombres como mujeres en edad productiva (entre los 20 y 40 años) y causan un enorme impacto en su vida por el retraso en el diagnóstico.
Estas enfermedades, de las cuales se desconoce su causa, son más comunes en Europa, Estados Unidos y Canadá que en México. Se estima que en el mundo existen unos 5 millones de pacientes, y aunque en México no hay cifras, existe un estudio realizado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán entre 1997 y 2006 que arrojó un incremento en la incidencia de CUCI, que pasó de una media de ingresos de 25.5 casos a 76.1 nuevos casos al año.
La etiología (u origen) de estos padecimientos es desconocida, pero influyen factores genéticos (están relacionados alrededor de 160 genes) y ambientales que pueden desarrollar inflamación persistente de la mucosa por pérdida de la tolerancia inmunitaria.
Estas enfermedades ocasionan discapacidad porque son sistémicas, es decir, atacan a diversos órganos, siendo las articulaciones, los huesos y el hígado los más afectados.
“Hay de un 20 a 30 por ciento de probabilidades de que las EII ataquen los huesos, así que estaríamos hablando de que personas muy jóvenes pueden padecer osteoporosis u ostopenia”, precisó el doctor Yamamoto Furusho, fundador de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Tanto la EC como la CUCI son crónicas, pero con una detección oportuna se pueden evitar las complicaciones.
Debido los síntomas iniciales pueden confundirse con infecciones gastrointestinales como hemorroides, gastroenteritis o síndrome de intestino irritable; por esta razón es un padecimiento con cierto grado de subdiagnóstico.
En infinidad de ocasiones los médicos de primer contacto no son capaces de detectar estas enfermedades, lo que ocasiona que, por ejemplo, los pacientes con enfermedad de Crohn pasen hasta 10 años sin saber qué padecimiento tienen, mientras que el retraso en el diagnóstico de CUCI es de unos cinco años.
Para tener un diagnóstico adecuado es necesario una colonoscopia (exploración que permite la visualización directa de todo el intestino grueso y delgado), así como la toma de una biopsia, explicó Etsel Piña Pérez.
Si las lesiones persisten es necesario el apoyo de un gastroenterólogo, quien puede optar por medicamentos biológicos que van dirigidos a todo el proceso de inflamación a nivel molecular e inhiben la inflamación intestinal.
Recomendó a las personas que padecen la enfermedad de CUCI una dieta baja en irritantes y grasas de origen animal, evitar los lácteos y aumentar el consumo de fibra, verduras y frutas.
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