La culpa es esa sensación de que debiste hacer algo, que no debiste hacerlo o que deberías estar haciéndolo. Lo bueno es que, según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, en EE. UU., quienes a menudo se sienten culpables toman menos decisiones poco éticas y cometen menos conductas delictivas que quienes no se sienten culpables con tanta frecuencia.
Si has hecho algo moral o legalmente malo, claro que es normal que te sientas culpable. Pero, como les ocurre a muchas personas, quizá vivas con culpa debido a pequeños deslices o a cosas que dejaste de hacer. Por un lado, eso es malo para tu salud mental y física y, por otro, significa que te estás juzgando con demasiada severidad.
La culpa puede causar ansiedad, interrumpir las horas regulares de sueño y afectar los hábitos de alimentación, y todo esto detona enfermedades. Un estudio de 2012 realizado en la Universidad de Manchester, Reino Unido, y publicado en Archives of General Psychiatry también muestra que demasiada autoinculpación se vincula a la depresión. Si la culpa te molesta, toma medidas concretas para poner fin al tormento. Te sorprenderán la claridad mental y la libertad que notarás.
La culpa es una emoción natural que nos ayuda a aprender de nuestros errores y a evitar cometerlos en el futuro.
Por ejemplo, si te sientes culpable por ir de compras el sábado en vez de ir a saludar a un familiar en la residencia para la tercera edad, toma un tiempo de tu agenda entre semana para hacerle una visita. Muchas veces es muy fácil arreglar las cosas por las que nos sentimos culpables.
Cuando te sientas culpable por algo, anótalo. Mira el diario cada dos semanas para encontrar pistas sobre el origen de tu culpa. De esta manera, empezarás a deshacerte de los sentimientos negativos.
Pregúntate si perdonarías a alguien más por hacer —o no hacer— aquello por lo que te culpas. Si la respuesta es sí, entonces, parafraseando la regla de oro: “Haz con los demás lo que quisieras que hicieran contigo”. Las personas que sabían cómo ser amables consigo mismas estaban más dispuestas que otras a aprender de sus errores y seguir adelante, revela un estudio de 2012 de la Universidad de California, en Berkeley, publicado en Personality and Social Psychology Bulletin.
Recuerda que has tomado la decisión correcta. Por ejemplo, si decidiste que era más importante relajarte leyendo un buen libro que salir a tomar un café con una amistad que siempre tiene problemas, con esta decisión demuestras que estás aprendiendo a poner límites y dedicar un tiempo para ti. Y eso realmente es algo muy bueno.
Con frecuencia, la gente no disfruta de unas vacaciones y otras actividades relajantes porque se siente culpable por no estar haciendo algo más productivo. Recuerda que estás tomando un descanso para mejorar tu salud y aliviar el estrés. Repítete eso en cuanto comiences con pensamientos del tipo de “Debería estar haciendo…”. Alienta a la gente a tu alrededor a hacer lo mismo.
Deja de preguntarte “¿Qué hubiera pasado si…?” y deja de pensar en las cosas que ya hiciste y que no puedes cambiar. Abollaste el coche cuando estabas en la preparatoria… ¿y qué? Mejor enfócate en el presente, en lo que puedes hacer hoy para lograr una vida mejor para ti y tus seres queridos.
La culpa es una emoción natural que todos experimentamos de vez en cuando. Sin embargo, la culpa puede convertirse en un problema si no se maneja de manera saludable.
Si sientes que la culpa está pesando sobre ti, hay algunas cosas que puedes hacer para liberarte de ella. Reconoce la culpa, comprende la causa de la culpa, acepta la responsabilidad, pide perdón, perdónate a ti mismo, céntrate en el presente y cambia tu perspectiva.
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