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La elección de un nuevo Papa

Un momento importante, conocer al nuevo Papa

A pesar de que se ha hecho más de 260 veces en un lapso de cerca de 2,000 años, la elección de un nuevo Papa sigue envuelta en el secreto. He aquí lo que se espera de los cardenales que se reunirán para hacer el nombramiento:

Antes de la votación

El proceso se inicia cuando el decano del Colegio Cardenalicio, o Sacro Colegio, convoca a sus miembros a Roma para participar en un cónclave y elegir al nuevo Papa. A diferencia de las elecciones políticas, no hay candidatos de grupos ni campañas para convertirse en el nuevo pontífice. Cualquier miembro del Colegio puede ser elegido.

Una vez que todos los convocados llegan a Roma, se realiza un precónclave llamado Congregaciones Generales, en el cual se revisan las reglas del cónclave y se celebran discusiones sobre problemas que afronta la Iglesia. Algunos miembros se han quejado de que durante el precónclave hay más discursos largos que intercambios reales de ideas que puedan guiarlos en la elección.

Cónclave: reclusión decisiva

Cuando todos los cardenales y asistentes autorizados están listos para el proceso de votación, el Colegio Cardenalicio se reúne en la Capilla Sixtina. Sólo los cardenales menores de 80 años pueden votar. En la actualidad hay 117 cardenales con derecho a voto, pero dos de ellos cumplirán 80 años en marzo y ya no podrán votar. Las puertas de la capilla se sellan con cintas y cera. Los que están dentro juran guardar secreto sobre el cónclave, so pena de sufrir la excomunión en caso de violar el juramento.

La comunicación con el mundo exterior se corta. Los cardenales y asistentes no tienen permitido usar teléfonos celulares, leer periódicos ni enviar o recibir cualquier tipo de mensaje del exterior. Como precaución de alta tecnología, sensores electrónicos escudriñan la capilla en busca de dispositivos de audio ocultos.

Hasta hace unos 20 años, los electores dormían en catres en el Palacio Apostólico (la residencia oficial del Papa) hasta que el nuevo pontífice era elegido. Pero en los años 90 el papa Juan Pablo II creó un centro de alojamiento cercano llamado Casa Santa Marta, donde los electores ahora duermen y comen. Pueden ir y venir de la Capilla Sixtina en miniván o caminando, y los guardias los escoltan en los trayectos para evitar todo contacto con el mundo exterior.

Mayoría de dos tercios en la votación = un nuevo Papa

Con “El juicio final” de Miguel Ángel como telón de fondo, los cardenales se sientan en filas a lo largo de la pared de la capilla. Cada votante recibe una boleta, y escribe el nombre de uno de sus compañeros como candidato; luego camina hasta el altar, coloca su voto sobre una bandeja y de allí lo pasa a un cáliz que contiene todas las papeletas. Primero se cuentan las boletas para ver si el número de votos coincide con el número de electores; después, tres cardenales, seleccionados al azar cada día de la elección, leen los nombres anotados en las papeletas.

Para convertirse en Papa, un candidato debe obtener los votos de por lo menos dos tercios de los cardenales presentes. Los votos para sí mismos no cuentan para alcanzar la mayoría de dos tercios. Si nadie recibe suficientes votos después de la primera votación, votan de nuevo. Las votaciones se hacen hasta cuatro veces al día: dos por la mañana y dos por la tarde. Después de 30 rondas de votación sin que se logre el objetivo, los cardenales tienen la opción de designar al nuevo Papa por mayoría simple de votantes presentes.

Si bien lo que sucede dentro del cónclave es secreto, se cree que hay poco debate o discusión. La votación supuestamente se hace en silencio, y los cardenales dicen que pasan el tiempo orando. Se cuenta que un cardenal que participó en tres cónclaves dijo: “Si pudieran ver lo que ocurre dentro, se aburrirían hasta las lágrimas”.

El anuncio: humo negro y humo blanco

Después de cada votación, las boletas se queman en un horno especial conectado a una chimenea de 18 metros, visible desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Desde 1878, el Colegio Cardenalicio ha usado el humo de la chimenea para anunciar su decisión. Si la elección no produce un pontífice, el humo es negro. Antaño, los cardenales utilizaban paja húmeda para oscurecer el humo, pero algunas veces esto llegó a suscitar confusión porque el humo no era lo bastante oscuro. Ahora se añaden sustancias químicas al humo para oscurecerlo.

Una vez que un cardenal recibe suficientes votos, el decano del Colegio le pregunta si acepta el cargo. Si acepta, el cardenal electo anuncia su nombre papal. Los demás miembros hacen un juramento de obediencia, y el nuevo pontífice es ataviado de inmediato con las vestimentas papales. Las boletas se vuelven a quemar, pero esta vez no se añade nada al humo para oscurecerlo: sale blanco, lo que comunica la decisión al mundo.

El decano del Colegio se asoma a un balcón con vista a la Plaza de San Pedro y anuncia: Habemus papam, que significa “Tenemos un Papa”.

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