La rutina, el día a día, las obligaciones, los compromisos, las prisas. Pareciera que casi todo está diseñado para que con los años las parejas vayan abandonando la costumbre de decirse cosas bonitas entre hombres y mujeres, entre mujeres o entre hombres.
Según una encuesta realizada por Gleeden, esa falta de piropos afecta directamente a la buena relación y a la solidez de la pareja. De hecho es el principal motivo que empuja a infinidad de mujeres a buscar atenciones fuera de casa.
Los resultados de dicha encuesta son incuestionables: más de tres cuartas partes (el 77 por ciento) de mujeres infieles admite que la falta de cumplidos o palabras bonitas las empujó a la infidelidad.
De hecho, el 84 por ciento de las encuestadas afirma que sus respectivos cónyuges no les dedican palabras cariñosas o piropos, lo que las llevó a la frustración y a la tensión en la pareja, que fue el detonante para una relación extraconyugal.
Según un estudio publicado recientemente en el Journal of Sex & Marital Therapy, las mujeres que reciben regularmente elogios de su pareja – especialmente sobre su físico – están más satisfechas sexualmente que las que no los reciben.
De acuerdo con los resultados del estudio, cuanto más valorada y deseada físicamente – por su pareja – se sienta una mujer, mayor será su nivel de emoción, lubricación y orgasmos.
Esto se confirma en las respuestas de la encuesta de Gleeden, donde el 82 por ciento de mujeres explica sus deseos de infidelidad en la necesidad de sentirse deseable y valorada.
El 76 por ciento empezó a ser infiel para reconectarse con su feminidad y demostrarse a sí misma que todavía podía seducir, ante la falta de atención por parte de la pareja. Un 42 por ciento de mujeres declara que ha perdido el deseo ante un cónyuge que ya no les presta atención.
“Estos resultados cuadran perfectamente con los testimonios de mujeres que recibimos todos los días en nuestra plataforma” afirma Silvia Rúbies, directora de comunicación de Gleeden en España y Latinoamérica. “La mayoría admite que, en general, reciben pocas atenciones y menos elogios de sus cónyuges”.
Cuando logran ser cortejadas recuperan la confianza en sí mismas y en su poder de seducción. Esto supone un gran estímulo para su autoestima que, a menudo, tiene repercusiones positivas en sus relaciones y en sus vidas íntimas, concluye Rúbies.
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