En una entrevista para Europa Press, Gemma Frühbeck, directora del Laboratorio de Investigación Metabólica destaca la función de la grasa como protectora de órganos, de manera que hay grasa alrededor de los órganos vitales para que estos estén “acolchonados” y más protegidos.
Y si bien durante años se pensó que la grasa era sólo un almacén de energía los expertos revelan que el tejido adiposo funciona como un órgano endócrino esencial. Protege a los órganos, regula el apetito, la presión arterial, la inflamación y hasta la salud ósea.
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Frühbeck explicó cómo hormonas como la leptina actúan como un auténtico regulador del peso y por qué no toda la grasa es mala, pero sí puede volverse peligrosa cuando se vuelve disfuncional.
Además señala que el tejido adiposo cumple un papel notable a la hora de regular el metabolismo de los hidratos de carbono y los lípidos, al tiempo de participar en la regulación de la hipertensión, la coagulación, la inmunidad, la reproducción e incluso en la salud de los huesos.
La especialista señala que todo el exceso de energía se guarda en los adipocitos, que son las células de grasa o del tejido adiposo, que igualmente participan del control del peso corporal. Añade que el tejido adiposo es capaz de realizar estas funciones tan importantes de órgano endócrino porque es capaz de secretar numerosas moléculas, como metabolitos, hormonas, factores de crecimiento o vasoactivos, entre otras.
Justo entre estas sustancias Frühbeck menciona las adipocinas, proteínas que el tejido adiposo produce y libera al torrente sanguíneo para regular funciones corporales como el metabolismo, la sensibilidad a la insulina, la presión arterial, la inflamación y el apetito.
Indican al cerebro cuándo los depósitos de grasa son insuficientes; es necesario ingerir más alimentos, agrega la especialista.
En cuanto a la leptina, una de estas adipocinas que actúa como un lipostato (como un termostato para la temperatura, pero en este caso para el tejido adiposo) y regula el apetito y el peso corporal, además de que participa del metabolismo lipídico.

Si la leptina está alta, señala la especialista, nuestros depósitos estarán altos y si es baja hará falta ingerir alimentos para ir reponiendo esa energía en forma de triglicéridos, gotas lipídicas que están dentro de los adipocitos, que son las células de la grasa.
A su vez, Gemma Frühbeck sostiene que los biomarcadores del tejido adiposo reflejan si la grasa es disfuncional o no e indican el grado de inflamación o de rigidez o si el tejido adiposo se localiza en los órganos en los que no debería estar.
En cuanto al tema de la genética, ella señala que hay un importante componente genético en el desarrollo de la obesidad, y si bien considera que debemos recordar que normalmente el desarrollo de esta enfermedad es de naturaleza multifactorial.
Algún paciente puede tener estos genes que te predisponen a tener esta grasa de más, pero si vigilas tu alimentación y realizas deporte, se pueden contrarrestar en gran medida los efectos negativos de la herencia, salvo en casos muy concretos.


