El organismo necesita diferentes macro (proteínas, grasas y carbohidratos) y micro (vitaminas y minerales) nutrientes para desarrollarse de forma óptima y cada uno de ellos cumple con una función específica. En esta ocasión nos enfocaremos en un mineral muy importante: el hierro.
El hierro es el que permite la formación de glóbulos rojos en cantidades necesarias y contribuye a que el oxígeno llegue hasta los órganos y tejidos del cuerpo.
Una mujer embarazada necesita más hierro, ya que el volumen sanguíneo aumenta durante el embarazo e incluso cuando nace el bebé, existe pérdida de sangre y el hierro es el elemento que ayudará a recuperarla, es decir, a que la mamá pueda regenerar la sangre perdida.
La insuficiencia de este mineral en esta etapa puede provocar que el bebé tenga bajo peso al nacer, o que sea prematuro y, en situaciones más extremas, inclusive puede interferir en su desarrollo cerebral y cognitivo.
Los bebés que reciben lactancia materna exclusiva obtienen suficiente hierro de la leche de su madre. Este periodo debe abarcar desde que nacen hasta los seis meses de vida, según la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, si un bebé no recibe seno materno se deberá alimentar con una fórmula infantil que tenga una adecuada adición de micronutrientes, entre ellos el hierro, para que obtenga la cantidad que su organismo requiere para un adecuado crecimiento y desarrollo.
Cuando se comienza con la dieta complementaria, después de los primeros seis meses, deben introducirse alimentos enriquecidos con hierro.
Es importante recordar que el cuerpo por sí solo no lo produce, lo obtiene de los alimentos. Los requerimientos varían de acuerdo a la edad:
Y así van cambiando las cantidades según la etapa.
El intestino solo absorbe entre el 15 y 20 por ciento de lo que consumimos a través de los alimentos, por ello para aumentar su absorción se recomienda combinarse en la misma ingesta con alimentos ricos en vitamina C como naranjas, pimientos, brócoli o tomate.
También cabe resaltar que existen dos tipos de hierro según su origen:
El que se obtiene de la proteína animal se conoce como ‘hierro hem’ y está en las carnes, especialmente las rojas con poca grasa. También el pescado y el pollo lo contienen en altos niveles.
El segundo es el de origen vegetal o ‘hierro no hem’ y podemos encontrarlo en verduras como las espinacas, el brócoli, los frutos secos, lentejas, frijoles, tortillas de maíz y la quinoa.
Finalmente recordemos que el hierro ayuda a tener un mejor rendimiento físico, además de contribuir de manera importante a incrementar funciones como la capacidad de razonamiento, el aprendizaje o la memoria, por ello se considera primordial en el desarrollo del niño en las primeras etapas de vida.
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