La infancia cambia nuestro ADN: así es como sucede
Hay cosas que puedes hacer para asegurarte de que el ADN de tus hijos se mantenga en óptimas condiciones. Conoce cómo puedes evitar el cambio.
La infancia moldea mucho. Las cosas de rutina parecen quedarse contigo desde los cinco años hasta los 50 años; si un perro te mordió cuando eras niño, es posible que tengas la tendencia a dudar incluso cuando te encuentres con una querida mascota de la familia.
Si tu familia siempre levantaba los pies cuando pasabas por encima de las vías del tren, probablemente aún sigas con esa superstición hoy en día. O en términos de anatomía, es posible que todavía tengas una cicatriz del momento en que te caíste en el patio de tu antigua escuela secundaria.
Esas experiencias afectan a los humanos de manera tan significativa porque la infancia es un momento de la vida particularmente maleable. Pero los cambios son mucho más profundos que los anteriores, mucho más profundos de lo esperado, hasta el genoma humano, según el Smithsonian. (¿Otra cosa que cambia tu ADN? Beber café).
Investigadores de la Universidad Northwestern analizaron más a fondo los efectos que tiene el entorno infantil en su propio ADN. El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, analizó datos de salud de 500 niños en Filipinas para ver exactamente cómo este período formativo puede reescribir el código genético de un ser humano.
“Podríamos tener genes en nuestros cuerpos que podrían conducir a malos resultados o resultados adversos para la salud”, dice Thom McDade, autor principal del estudio, “pero si esos genes están en silencio, si están apagados debido a procesos epigenéticos, eso puede ser algo bueno”.
La investigación se centró específicamente en las proteínas inflamatorias y cómo cambiaron con el tiempo a través del proceso de metilación. La metilación es un proceso mediante el cual se modifica el ADN a través de la adición de un grupo metilo, un hidrocarburo que proviene del metano.
A los niños se les tomaron muestras de sangre durante la infancia y luego a los 21 años para comparar. La capacidad del cuerpo para regular la inflamación depende de estas proteínas y, con una regulación inadecuada, el cuerpo se vuelve mucho más susceptible a una serie de dolencias relacionadas con la edad, incluidas las enfermedades cardiovasculares.
Para el estudio se tuvieron en cuenta los entornos psicológico, social, microbiano y nutricional del niño. Se encontró que los niños que crecieron en familias más ricas y/o que fueron amamantados tenían una mejor regulación de proteínas inflamatorias en la edad adulta.
Tomado de rd.com Yes, Childhood Changes Your DNA—Here’s How