Ayer se conmemoró el Día Mundial de la Fertilidad, un recordatorio de que concebir no siempre es fácil y que miles de personas enfrentan este reto en silencio.
Aunque parezca un tema lejano, la infertilidad es más común de lo que creemos. En México, una de cada tres personas no logra concebir de forma natural. Y si bien hablar de reproducción suele estar rodeado de ilusiones, también puede implicar frustración, diagnósticos complejos y una larga búsqueda de respuestas.
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La Organización Mundial de la Salud define la infertilidad como la imposibilidad de lograr un embarazo tras 12 meses de relaciones sexuales frecuentes sin protección, o seis meses si la mujer tiene más de 35 años. Esta condición afecta a más de 186 millones de personas en el mundo y 48 millones de parejas.
¿Qué provoca la infertilidad?
Las causas son múltiples, pero en México se distribuyen de manera equitativa: el 40% se debe a factores femeninos, otro 40% a factores masculinos, un 10% a causas mixtas y el restante 10% sigue sin una explicación clara.
En las mujeres, los factores más comunes incluyen alteraciones en la ovulación, problemas en las trompas de Falopio o en el útero. En los hombres, suelen estar relacionados con la calidad y cantidad de espermatozoides, dificultades en la eyaculación o disfunción sexual.
Pero hay un factor que influye profundamente y que muchas veces se subestima: la edad. Aunque todavía se cree que mientras haya menstruación hay posibilidad de embarazo, lo cierto es que la fertilidad disminuye notablemente con el paso de los años.
Una mujer menor de 30 años tiene menos del 20% de probabilidad de embarazarse por ciclo. Después de los 40, esta probabilidad cae a solo un 5%. El número de óvulos disminuye y también su calidad, lo que complica aún más lograr un embarazo exitoso.
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El impacto emocional: un factor invisible pero real
Aunque el estrés no es una causa directa de infertilidad, sí afecta la manera en que se vive el proceso. Sentimientos de tristeza, frustración, culpa o ansiedad son frecuentes. Por eso, el acompañamiento psicológico debe formar parte del tratamiento tanto como los estudios médicos.
La doctora Claudia Castillo, ginecóloga especialista en Biología de la Reproducción Humana y Directora Médica del Instituto Ingenes, lo resume así: “Cada historia de fertilidad debe comenzar con información precisa. Un diagnóstico claro no solo detecta, también guía”.
¿Qué opciones existen?
Los tratamientos de fertilidad no son iguales para todas las personas. Dependen de cada diagnóstico, edad, antecedentes médicos y circunstancias personales. Entre las técnicas más comunes están:
- Coito programado
- Inseminación artificial
- Fecundación in vitro (FIV)
- Restauración de óvulos
- Subrogación gestacional
- Tratamientos para parejas del mismo sexo (homoparentalidad)
En muchos casos, se recomienda un programa multiciclo, que permite realizar varios intentos con ajustes personalizados en cada uno. De hecho, en instituciones especializadas como el Instituto Ingenes, se han alcanzado tasas acumuladas de éxito de hasta el 96% con este enfoque.
El laboratorio también juega un papel clave: más del 55% del éxito depende de lo que ocurre ahí, desde la calidad de los equipos y la tecnología hasta la precisión del manejo de embriones y gametos.
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Elegir bien dónde comenzar el tratamiento
Si tú o tu pareja están enfrentando dificultades para concebir, es fundamental buscar atención médica especializada. Considera factores como:
- Experiencia del equipo médico
- Tecnología del laboratorio
- Transparencia en los resultados
- Apoyo emocional y seguimiento continuo
- Programas con garantías (como devolución parcial o total del dinero si no se logra el embarazo)
Hablarlo también es parte del tratamiento
La infertilidad aún carga con estigmas que dificultan su visibilización. Por eso, fechas como el Día Mundial de la Fertilidad (4 de junio) son oportunidades para abrir el diálogo, informarnos y acompañar sin juzgar.
Detrás de cada diagnóstico hay una historia concreta. Y en muchas de ellas, con el respaldo adecuado, la historia puede tener un final feliz: un bebé en casa.
Para más información: ingenes.com