Un muñeco de nieve apareció en varias de las primeras tarjetas postales.
El muñeco de nieve es como un Forrest Gump congelado: haz un repaso de los hitos culturales de la historia y en muchos de ellos encontrarás a un antepasado de Frosty. Un muñeco de nieve apareció en varias de las primeras tarjetas postales, fue la estrella de algunas de las primeras películas mudas y, a principios del siglo XIX, posó también para un par de las primeras fotografías.
Durante varios años de investigación alrededor del mundo, averigüé aún más sobre esta forma de arte popular, una de las más antiguas; por ejemplo, descubrí que los muñecos de nieve fueron un fenómeno en la Edad Media, y que se creaban con enorme habilidad y esmero. En esa época había pocos medios de expresión artística, así que la nieve era un material caído del cielo.
En el invierno, recorrer las calles para ver las efímeras obras de arte era el pasatiempo favorito de las parejas. Algunas de las figuras eran creadas por artistas de renombre, entre ellos un joven de 19 años: Miguel Ángel, quien en 1494 recibió el encargo de esculpir un muñeco de nieve en el patio de la mansión del gobernante de Florencia, Italia.
A lo largo de un periodo de seis semanas de heladas extremas que pasó a la historia como “El invierno de la muerte”, en Bruselas tuvo lugar el llamado “Milagro de 1511”: la ciudad se llenó de muñecos de nieve y se convirtió en un escenario grandioso que contaba historias en cada esquina. Algunos de los muñecos eran de carácter político: furiosos golpes contra la Iglesia y el gobierno; otros eran claramente pornográficos. Para los habitantes de Bruselas, éste fue su Festival de Woodstock, un gran evento de libertad artística. Al menos hasta que llegó la primavera y los belgas tuvieron que lidiar con inundaciones desastrosas.
Los muñecos de nieve también cumplieron un papel en uno de los sucesos más sangrientos de la historia de Estados Unidos: la Masacre de Schenectady de 1690. En ese entonces el fuerte Schenectady, situado en lo que actualmente es el norte del estado de Nueva York, era un remoto asentamiento holandés bajo constante amenaza de ataque. Pero los soldados que vigilaban sus puertas dejaron dos muñecos de nieve en su lugar mientras ellos se resguardaban de una ventisca.
Mientras tanto, sin que los holandeses lo supieran, un contingente formado por 210 soldados francocanadienses y guerreros de las etnias nativas se acercaba al asentamiento. Tras haber viajado durante tres semanas con la nieve hasta las rodillas, hicieron caso omiso de los muñecos, invadieron la fortaleza y mataron a 60 de los pobladores.
Si crees que los días de gloria del muñeco de nieve ya pasaron, olvídalo. Indagué sobre una explosiva tradición de la que es protagonista hasta la fecha. Cada año, desde 1818, Zúrich, Suiza, celebra la llegada de la primavera haciendo estallar un muñeco de nieve. El tercer lunes de abril, la fiesta Sechseläuten empieza cuando se rellena con dinamita un muñeco de algodón llamado Böögg, y un grupo de panaderos, herreros y artesanos lo lleva por las calles mientras arroja pan y salchichas a la multitud. El desfile termina con la colocación de la figura sobre una pila de leña de 12 metros de altura. Una vez que las campanas de la Iglesia de San Pedro han repicado seis veces, lo que simboliza el paso del invierno, se enciende la leña. Al explotar el muñeco, se declara el final del invierno. Se cree que cuanto menos tarde en arder y estallar la figura, más largo será el verano.
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