En 1665, cuando la peste asolaba Inglaterra, el joven de 22 años Isaac Newton huyó del ambiente pestilente de Cambridge, en cuya universidad se encontraba estudiando, y regresó a la seguridad de la casa de campo donde vivía su madre, en Lincolnshire.
Los dieciocho meses que allí pasó fueron los más fecundos de su vida, ya que durante ese período puso los cimientos de prácticamente todos los descubrimientos que le debe el mundo, incluidos sus innovadores estudios sobre la naturaleza de la luz.
Fascinado por los experimentos sobre la luz que René Descartes había realizado veinte años atrás, Newton decidió repetirlos por su cuenta. Descartes había observado que al atravesar un prisma, la luz se descomponía en un espectro de colores como el del arco iris, de lo cual dedujo que el cristal transformaba la luz y que los colores dependían del espesor del prisma.
Newton practicó un pequeño orificio en una contraventana, de manera que en la habitación sólo entrara un fino rayo de luz. Colocó en la trayectoria del rayo una lente convexa para hacer converger los rayos de luz, un prisma triangular y una pantalla sobre la cual proyectar la luz.
Al atravesar el prisma, el rayo de luz blanca se descomponía como estaba previsto en distintos colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta), y cambiaba de dirección.
Después proyectó el espectro de colores sobre la pantalla, en la que practicó un pequeño orificio para dejar pasar sólo la luz roja. Haciendo pasar el rayo rojo por otro prisma, comprobó que cambiaba de dirección, pero no volvía a descomponerse. De ello, Newton dedujo que el prisma no producía los colores de la luz, sino que simplemente los revelaba.
El fenómeno que explica la descomposición de la luz se denomina refracción y se produce cuando la luz atraviesa distintas sustancias que alteran su velocidad y la hacen cambiar de dirección. Como los colores que componen la luz blanca tienen longitudes de onda ligeramente distintas, se refractan en ángulos diferentes y por ello se despliegan formando un espectro.
Para poner a prueba esta hipótesis, Newton hizo pasar los rayos de colores a través de una lente convexa que los enfocaba en un segundo prisma, donde se refractaban en sentido contrario y emergían como un solo rayo blanco que, al volver a pasar por un tercer prisma, se descomponía de nuevo en siete colores. Con estos sucesivos experimentos Newton demostró de manera inequívoca que la luz blanca se compone de muchos colores.
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