¿Cómo logran los magos engañarnos con sus trucos?
Teller, del dúo Penn y Teller, devela los secretos de la percepción humana.
En los últimos cinco años, la magia —normalmente dirigida a niños y turistas— se ha vuelto un tema respetable en el mundo científico. Incluso a mí, que no soy un buen orador, me han invitado a dar charlas sobre neurofisiología y percepción. Le pregunté a un científico amigo mío (cuya identidad debo proteger) la razón de este interés tan repentino, y su respuesta fue que los patrocinadores de la investigación científica consideran a los magos “más sensuales que las ratas de laboratorio”.
Me encanta ayudar a la ciencia; sin embargo, después de compartir lo que sé de magia a mis amigos neurocientíficos, me dan las gracias mostrándome aparatos para registrar los movimientos oculares e imágenes de resonancia magnética, y me aseguran que estas máquinas algún día me ayudarán a ser un mejor mago.
Tengo mis dudas. Los neurocientíficos son novatos en cuanto al engaño. Los magos, en cambio, han realizado pruebas controladas de la percepción humana durante miles de años.
Recuerdo un experimento que hice cuando tenía 11 años. Mis sujetos de prueba eran unos niños scouts. Mi hipótesis —que ninguno de ellos me vería deslizar una pecera bajo mi capa de mago— resultó ser falsa, y aquellos chicos me acribillaron con carame-
los macizos. Si hubiera podido evitar los moretones acudiendo a un laboratorio de resonancia magnética, lo habría hecho sin titubear.
Sin embargo, la magia no es fácil de descifrar con aparatos, pues no tiene que ver en realidad con la mecánica de los sentidos. La magia consiste en comprender —y luego manipular— cómo los espectadores asimilan la información sensorial.
Creo que entenderás mejor lo que digo si te revelo algunos secretos que los magos usan cuando quieren confundir tus percepciones.
1. Explotar el reconocimiento de patrones. Por arte de magia, hago aparecer cuatro monedas en mi mano, una por una, y te las entrego. Luego te muestro que la palma de mi mano está vacía antes de hacer que aparezca una quinta moneda. Como Homo sapiens que eres, captas el patrón y te quedas con la idea de que saqué las cinco monedas de una mano cuya palma estaba vacía.
2. Hacer mucho más complicado un truco que no parece valer la pena. Caerás en el engaño si el truco requiere más tiempo, dinero y práctica que los que tú (o cualquier otro espectador cuerdo) estaría dispuesto a invertir. Mi compañero, Penn, y yo en una ocasión sacamos 500 cucarachas vivas de un sombrero de copa colocado sobre el escritorio del conductor de televisión David Letterman. Preparar el truco nos llevó semanas. Contratamos a un entomólogo que nos proporcionó cucarachas que se movían lentamente y no tenían miedo a las cámaras (a las que viven debajo de las estufas no les gusta que las filmen de cerca), y nos enseñó a tomarlas con la mano sin soltar gritos histéricos. Luego construimos un compartimiento secreto y creamos una sofisticada rutina para deslizar el compartimiento dentro del sombrero. ¿Es mucha elaboración para un truco que no parece valer la pena? Tal vez eso pienses, pero un mago no.
3. Es difícil que la gente piense en forma crítica cuando se está riendo. A menudo contamos un chiste inmediatamente después de hacer un movimiento secreto. Los espectadores ponen mucha atención, pero si uno los hace reír, su mente se distrae tanto que no pueden analizar un truco racionalmente.
Más información sobre los secretos de la magia en Selecciones de marzo, 2013