La menopausia es una etapa inevitable en la vida de una mujer que marca el final de su período reproductivo. Es un proceso biológico natural que generalmente ocurre entre los 45 y 55 años de edad, aunque puede variar en cada mujer. La menopausia se define como el cese permanente de la menstruación durante al menos 12 meses consecutivos y por la disminución gradual de la producción de hormonas reproductivas, como el estrógeno y la progesterona, por parte de los ovarios. Esto puede resultar en una serie de cambios físicos, emocionales y hormonales en el cuerpo de la mujer.
Por ello, es también un período en el que se incrementa el riesgo de desarrollar determinados procesos patológicos de tipo crónico.
En este sentido, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del hospital Mass General Brigham ha aportado recientemente evidencias sólidas de un fenómeno al que ya apuntaba un cierto volumen de investigación previa: que la edad temprana de la menopausia puede suponer un factor de riesgo para el desarrollo del alzhéimer. Y no sólo eso, sino que este trabajo también ofrece una solución al problema: los autores han encontrado que en todas las mujeres a las que se les recetó terapia hormonal al inicio de la menopausia temprana este incremento en el riesgo se mitigaba de manera importante.
El hallazgo parte del análisis de los datos de 193 mujeres post-menopáusicas y 99 varones sin antecedentes de disfunción cognitiva. Específicamente, estos investigadores tuvieron en cuenta imágenes tomadas por tomografía de emisión de positrones e información sobre la edad de inicio de la menopausia y en su caso de los tratamientos hormonales.
Tal y como reportan en el medio científico JAMA Neurology, a nivel general las mujeres mostraban niveles más altos de proteínas tau y beta-amiloide (marcadores característicos del alzhéimer. Esto, dicen, era de esperar, ya que las mujeres tienen probabilidades bastante mayores que los hombres de desarrollar la enfermedad.
Dentro de las mujeres, los niveles más altos se observaban en las que habían tenido una edad de inicio de la menopausia más temprana, incluso después de ajustar otros factores como el riesgo genético, el tabaquismo o la extracción quirúrgica de los ovarios.
Esta relación, no obstante, desaparecía en aquellas mujeres que, a pesar de su menopausia temprana, habían comenzado con una terapia hormonal poco después de experimentar el cambio.
Todo esto parece indicar que los cambios hormonales asociados a la menopausia, cuando se dan en edades tempranas, podrían contribuir a la patogénesis del alzhéimer y que, por otra parte, el tratamiento hormonal poco después de estos cambios actuaría ‘corrigiendo’ esta relación.
Los hallazgos no son inmediatamente extrapolables a la clínica, sino que necesitarán ser investigados ulteriormente en profundidad antes de poder implicar un cambio en la práctica clínica respecto a los tratamientos hormonales en las mujeres post-menopáusicas. Sin embargo, representan una prometedora evidencia acerca del potencial protector que este tipo de terapias pueden tener frente a una enfermedad neurodegenerativa tan grave como es el alzhéimer.
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