A más kilos, menos años: La obesidad y la diabetes están reduciendo la esperanza de vida y arriesgan la estabilidad nacional. Dieta, ejercicio y una terapia conductual pueden ser de gran ayuda.
Triste pero cierto, y debido a que México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil el panorama se torna más sombrío.
Un estudio realizado en la Universidad MacGill de Montreal, Canadá, y que fue publicado en la prestigiosa revista The Lancet en 2014, informó que la obesidad puede reducir hasta 8 años la expectativa de vida de las personas y en 19 los años de vida sin enfermedades.
Una investigación mexicana que usó cifras de 2004 arrojó que el 75 por ciento de todas las muertes ocurridas en el país fueron consecuencia de enfermedades crónicas degenerativas no transmisibles. El sobrepeso, la obesidad y la diabetes ocasionaron el 25.3 por ciento del total de esas defunciones.
“Existe preocupación de que, como resultado de las enfermedades y daños a la salud ocasionados por la obesidad, las generaciones nacidas en las últimas décadas del siglo XX pudieran tener una menor longevidad que las generaciones anteriores”, explica la pediatra Rosa Ortega-Cortés en el estudio “Obesidad infantil, un problema de salud”, publicado por el Instituto Mexicano del Seguro Social.
El sobrepeso y la obesidad son reconocidos como un desafío importante de la salud pública en México, sobre todo porque es una de las naciones en donde el aumento de estas condiciones ha sido acelerado.
La obesidad compromete el futuro de la infancia mexicana y, por ende, la viabilidad del país. Por estas razones uno de los mejores regalos para la niñez es la salud.
El doctor Raúl Morín Zaragoza, presidente fundador de la Academia Mexicana para el Estudio de la Obesidad (AMEO), enlistó cinco puntos clave que favorecen el sobrepeso y la obesidad, así como otros cinco que sirven como guía para llevar una vida más sana.
Solo un 28 por ciento de los infantes consume agua o infusiones sin cafeína y azúcar, mientras que el 44 por ciento elige bebidas de alto valor calórico como líquidos azucarados con y sin gas, aguas saborizadas y endulzadas con sabor a fruta y néctares.
En las escuelas se realizan en promedio nueve minutos semanales de actividad física moderada o intensa.
Se han investigado más de 120 genes candidatos, pero ninguno se ha asociado en forma invariable o significativa a fenotipos relacionados con obesidad en todas las poblaciones analizadas.
El cambio en el estilo de vida favorecido por el desarrollo y la tecnología reduce los desplazamientos; asimismo, hay más disponibilidad de alimentos con un contenido de alta densidad energética y un importante decremento de la actividad física.
Factores conductuales
Se ha elevado la cantidad de horas frente a las pantallas, así como el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad por la exposición frecuente a comerciales de alimentos y bebidas altamente calóricos. El impacto negativo sobre el bienestar mental aumenta, especialmente en adolescentes, quienes incrementan su riesgo de padecer trastornos alimentarios como anorexia y bulimia.
Promoción de una ingesta saludable y variada, con una distribución correcta de todos los grupos de alimentos. En niños con problemas asociados, debe dárseles una dieta disminuida en 25 a 30 por ciento de calorías requeridas.
En pacientes pediátricos con obesidad, el ejercicio más recomendable es la marcha. Hay que iniciarla de forma leve, a 55 por ciento de la frecuencia cardiaca máxima (FCM) = 220 menos la edad del sujeto).
La obesidad pediátrica puede conducir a depresión en la edad adulta; por ello, la terapia es adecuada para el tratamiento de los kilos de más, pues promueve el cambio de patrones de conducta y de pensamientos disfuncionales que caracterizan las enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.
En niños con obesidad sólo debe implementarlas un pediatra o endocrinólogo pediatra.
El 60 por ciento de las personas cree que el origen del sobrepeso y la obesidad proviene de casa; de ahí la importancia de que se involucre la familia y se favorezca un entorno más sano en términos alimentarios, emocionales y conductuales.
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