La pandemia acelerará la prevalencia de hígado graso
Hasta un tercio de la población mundial puede estar afectada por la enfermedad de hígado graso, la causa más rápida de mortalidad relacionada con el hígado.
El hígado es responsable de unos 500 procesos procesos fundamentales para seguir vivos. Es uno de los órganos más importantes del cuerpo. Algunas de sus funciones son:
Pero ante los malos hábitos alimenticios (además exacerbados durante la pandemia), la inactividad y la predisposición genética de los mexicanos, se está gestando una epidemia silenciosa relacionada con la salud hepática que puede tener funestas consecuencias.
La prevalencia a nivel mundial es elevada y oscila entre el 17 y 46 por ciento. Cada país tiene números diferentes por factores ambientales, alimentación, ejercicio y la parte genética, pero en América Latina es alta, pues alcanza un 25 por ciento, siendo México una de las naciones más afectadas debido a la epidemia de sobrepeso y obesidad que se vive.
Por otra parte, especialistas coinciden en que la enfermedad de hígado graso no alcohólico debería estar en la lista de padecimientos crónicos que pueden generar complicaciones ante el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
El hígado graso lleva un espectro amplio de complicaciones, casi siempre de una larga evolución y se le considera el padecimiento hepático crónico más prevalente a nivel mundial. ¿Qué es la enfermedad del hígado graso no alcohólico?
Si no se detecta a tiempo evoluciona a cirrosis e, incluso, a complicaciones funestas como el carcinoma hepatocelular, explica el Dr. Adrián Gadano, hepatólogo argentino coordinador del grupo de interés Hígado Graso de la Asociación Latinoamericana para el Estudio del Hígado (ALEH).
Existen dos tipos:
Esteatosis hepática. Es una acumulación de al menos cinco por ciento de triglicéridos en el hígado. Es la condición más frecuente y más fácil de tratar, pues aún no hay inflamación del hígado, el órgano más grande del cuerpo
Esteteopatitis no alcohólica. Es la presencia de más del 5 por ciento de grasa alrededor del hígado más inflamación. Si no se ofrece tratamiento el hígado podría presentar fibrosis, luego cirrosis e incluso carcinoma hepatocelular
“La evolución de la esteteopatitis no alcohólica a la cirrosis es grave, pues entonces el paciente requiere de un trasplante hepático y si no lo consigue puede morir“, puntualiza la Dra. Graciela Castro, hepatóloga y primer vicepresidente de ALEH.
México es un país con alto riesgo. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 reveló que el 72 por ciento de la población tiene sobrepeso y obesidad y casi un 10 por ciento padece diabetes, así que las probabilidades de enfermedad hepática son muy altas, explica la Dra. Eira Cerda, gastroenteróloga y hepatóloga.
Cerda puntualizó que un análisis retrospectivo en la Ciudad de México halló que de 2,503 personas, el 14 por ciento tenían hígado graso, el cual estaba asociado a tres factores: Obesidad, sobrepeso y dislipidemia. El higado graso no genera síntomas notables pero puede mostrar otros que podrían confundirte y hacerte pensar que se trata de otra enfermedad.
Además, los hispanos presentan un gen (el PNA3) que eleva las probabilidades de padecer esta enfermedad. Se ha observado que el riesgo puede ser hasta de 3.8 para el desarrollo de esteteopatitis y fibrosis hepática.
Debido a este factor genético es posible ver a personas delgadas con hígado graso, aunque el factor ambiental no debe dejarse de lado, es decir, está muy relacionado con los malos hábitos alimenticios. “Existe gente delgada, con un adecuado índice de masa muscular, pero cuando se le realiza un estudio de distribución de grasa se ve que tienen la grasa a nivel abdominal y/o grasa visceral.
Ese tipo de grasa se relaciona con la resistencia a la insulina así como con el síndrome metabólico, así que las personas delgadas, pero con vientre prominente deben realizarse estudios como:
La Organización Mundial de la Salud recomienda la práctica semanal de 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada o 75 minutos de alto nivel divididos en cinco veces a la semana. Se puede combinar ejercicio aeróbico y de resistencia.
Las personas que padecen hipertensión, diabetes, obesidad, sobrepeso y dislipidemias deben hacerse un chequeo porque están en riesgo de presentar hígado graso, dijo la Dra. Marlene Pérez, gastroenteróloga y hepatóloga.
Lo más importante para la prevención del hígado graso es el regreso a lo básico: dieta balanceada y alejada de los alimentos ultraprocesados y actividad física. “Una reducción del 10 por ciento del peso reduce hasta la fibrosis del hígado” destacó la hepatóloga Eira Cerda.
Es reversible en etapas tempranas. Debe evitarse la fibrosis, la cual tiene cuatro etapas. En las dos primeras alimentación y ejercicio son suficientes; si ese abordaje no respondiera de la debida forma se ofrece medicamento.
Cuando se alcanzan los estadios 3 y 4 la reversión no es posible, aunque de todas maneras se aconseja el mismo estilo de vida saludable que para las primeras dos etapas.
En la última década la ciencia a avanzado en el desarrollo de moléculas para el tratamiento de la esteatopatitis no alcohólica, pero aún no existen agentes aprobados por las autoridades de salud, así que lo más importante es la prevención cuidando el hígado toda la vida, precisó la Dra. Nelia Hernández, coordinadora del Grupo de Interés Hepatotoxicidad ALEH en Uruguay.