Detectar el virus del papiloma humano (VPH) a tiempo puede significar la diferencia entre prevenir un cáncer o enfrentarlo tarde. Sin embargo, en México, esa posibilidad no es igual para todas: más de 27 millones de mujeres nunca se han hecho una prueba. La falta de infraestructura, los costos, el miedo al Papanicolaou y la violencia ginecológica siguen siendo barreras reales.
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Con ese panorama, un equipo de la UNAM está creando una solución que podría transformar la salud pública en el país: un dispositivo portátil capaz de detectar el VPH con la precisión de una prueba molecular, pero sin la necesidad de un laboratorio tradicional.
La responsable es la Dra. Tatiana Fiordelisio, investigadora de la Facultad de Ciencias y líder del Laboratorio Nacional de Soluciones Biomiméticas para Diagnóstico y Terapia (Lansbiodyt). Su meta es clara: hacer accesible un diagnóstico que hoy es un privilegio para pocas.
Un kit sencillo que cambia las reglas del juego
En octubre pasado, varias estudiantes llegaron a un aula de la Facultad de Ciencias para participar en la validación clínica. No hubo batas, ni consultorio, ni espéculo. Solo un kit: un cepillo para autotoma y un instructivo.
Cada muestra fue procesada con un sistema similar a una PCR, pero adaptado para operar fuera del laboratorio. El objetivo es demostrar que la detección del VPH puede ser más sencilla, económica y menos invasiva… sin perder precisión.
Gustavo Armendáriz Peña / Facultad de Ciencias de la UNAM
Para la Dra. Fiordelisio, la razón es contundente:
“El laboratorio clínico hace la diferencia entre la vida y la muerte. Detectar a tiempo te da oportunidad de actuar.”
El origen: una pregunta que nadie más estaba respondiendo
Como biofísica y neuroendocrinóloga, Fiordelisio llevaba años observando una falla grave: las enfermedades se detectan cuando ya están avanzadas. No por falta de conocimiento médico, sino porque las herramientas de diagnóstico no llegan a donde deberían.
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La pregunta que detonó todo fue simple, pero poderosa:
¿Cómo acercar el diagnóstico a quienes no tienen acceso?
Ese planteamiento reunió a físicos, químicos, matemáticos, ingenieros y diseñadores industriales. Cada especialidad resolvió una pieza del rompecabezas: desde cómo capturar material genético con perlas magnéticas, hasta cómo mover el fluido por un chip microfluídico que replica lo que hace una máquina PCR de gran tamaño.
El resultado fue un sistema que miniaturiza un proceso molecular de alto nivel, con la capacidad de funcionar en espacios sin infraestructura.
Del laboratorio a la startup: el salto que pocas tecnologías mexicanas logran
Tras demostrar el concepto, el equipo entendió que no bastaba con tener una innovación científica: hacía falta llevarla a la vida real. Y eso implicaba salir de la UNAM.
Con apoyo de FrissOn Capital, el proyecto dejó de ser solo académico y se convirtió en BioWit, la startup fundada por la propia Fiordelisio. Lograron algo poco común: la universidad liberó la patente, permitiendo que la tecnología pudiera escalarse y distribuirse fuera del entorno académico.
BioWit consiguió 3 millones de dólares en inversión pre-semilla, un monto inusual para un proyecto mexicano de ciencia profunda.
Hoy, laboratorios como Genomma Lab y Liomont, además de inversionistas de Canadá e India, ya mostraron interés en llevar el dispositivo a producción comercial.
Gustavo Armendáriz Peña / Facultad de Ciencias de la UNAM
Lo que viene: validación masiva y expansión internacional
Además de ofrecer el servicio de detección dentro de Ciudad Universitaria, el dispositivo será probado en un piloto en Nueva Delhi, en una población de más de un millón de personas. Será la primera prueba fuera de México y el primer vistazo de cómo operaría en sistemas de salud más precarios.
Si el dispositivo supera esta fase, su impacto será mayor que la detección del VPH. La tecnología podría adaptarse para identificar:
- diabetes
- enfermedades tiroideas
- infecciones virales
- ciertos tipos de cáncer
En palabras de la científica:
“Si podemos acercar el diagnóstico, cambiaremos la historia natural de muchas enfermedades.”
Una meta ambiciosa pero urgente en un país donde el cáncer cervicouterino —100% prevenible— sigue cobrando la vida de miles de mujeres cada año.