Steffi Wessa, mujer alta y delgada originaria de Landau, Alemania, nunca había tenido una enfermedad grave, por lo que a finales de 2013, tras cumplir 55 años, cuando su médico le sugirió que añadiera a su revisión médica habitual una prueba de detección de cáncer colorrectal (CCR) mediante colonoscopia, no tenía razón alguna para preocuparse.
El CCR, también llamado cáncer de colon, es un tumor maligno alojado en el intestino grueso, un conducto serpenteante a través del cual los desechos son expulsados por el ano. Los últimos 15 centímetros de éste reciben el nombre de recto.
Durante la colonoscopia —examen completo del colon mediante una endoscopia— le encontraron dos pólipos, tumores benignos, en las paredes del intestino que podrían convertirse en cáncer si no se tratan. El médico los extirpó durante el procedimiento. Pero había algo más: un tumor de cinco centímetros en la zona rectal. Parecía ser un carcinoma.
La biopsia confirmó las sospechas del médico: Steffi tenía cáncer de colon. Al oír la noticia, quedó devastada. “Se me vino el mundo encima. Para mí, cáncer significaba muerte”.
Steffi fue una de los aproximadamente 447,000 europeos a los que se les diagnosticó cáncer de colon ese año, y el número ha aumentado desde entonces. A nivel mundial, el CCR es el tercer tipo de cáncer más común. En el continente americano cada año surgen más de 240,000 nuevos casos y causa 112,000 muertes en la región.
Sin embargo, no tiene por qué ser letal. El cáncer colorrectal, cuando se detecta en fases tempranas, es uno de los más tratables, y a Steffi se lo habían detectado justo a tiempo, antes de que pudiera expandirse.
¿Qué factores incrementan el riesgo de contraer cáncer de colon? La edad es una de las causas: la gran mayoría de los casos se presentan en personas mayores de 50 años, pero se sabe que también afecta a gente mucho más joven.
“Pueden influir factores genéticos, ambientales o una combinación de ambos”, afirma el doctor Jordan Karlitz, miembro del Colegio Estadounidense de Gastroenterología y profesor de gastroenterología en la Facultad de Medicina de la Universidad Tulane, en Nueva Orleans, Luisiana. Señala que tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn pueden dar lugar al desarrollo del cáncer colorrectal si éstas afectan una parte significativa del colon. Llevar un estilo de vida sedentario aumenta el riesgo.
Se cree que la alimentación y estilo de vida modernos están entre los factores de riesgo más significativos. Una dieta abundante en carne, sobre todo si es procesada, y escasa en frutas, verduras y fibra puede hacernos propensos al CCR, al igual que el tabaco y el alcohol, dice el doctor Luc Colemont, gastroenterólogo belga y director general de la fundación Stop Colon Cancer. Las personas obesas o con diabetes tipo 2 también corren mayor riesgo de padecer este cáncer.
Un estudio publicado en enero de este año, cuyo autor principal es el doctor Shuji Ogino, profesor de patología de la Universidad Harvard, sugiere un motivo por el cual la dieta puede incidir en el riesgo de contraer CCR. Cuando comemos, alimentamos a los billones de microorganismos que viven en nuestros intestinos. Y si alimentamos a los problemáticos, éstos pueden devolvernos el favor enfermándonos.
El tejido tumoral del CCR suele albergar un germen maligno llamado Fusobacterium nucleatum. El estudio reveló que las personas que seguían una dieta saludable y rica en fibra solían presentar menores concentraciones de dicha bacteria, además de un menor riesgo de contraer cáncer de colon.
Pero los factores de riesgo conocidos tampoco causan todos los casos de CCR. “Yo he sabido de personas de 56 años sin sobrepeso, que nunca han fumado, sólo beben una cerveza los fines de semana, comen bien a diario y hacen ejercicio tres días a la semana, que, sin embargo, han contraído cáncer de colon”, afirma el doctor Colemont.
Recientemente los expertos han reportado un aumento alarmante de la incidencia de CCR en personas menores de 50 años, por lo que es crucial acudir al doctor en caso de notar cualquier síntoma por más insignificante que parezca.
La detección temprana es la clave para vencer al cáncer de colon. Todos los expertos consultados por Selecciones coinciden en la importancia de la prueba de detección del CCR. Esto “podría evitar más de la mitad de las muertes”, señala Karlitz.
Hay varios tipos de pruebas: la de sangre oculta en heces, la tomografía, la sigmoidoscopia y la colonoscopia.
Posiblemente, la más común y accesible es la prueba de sangre oculta en heces. Es sencilla y barata. El médico te da un kit, sigues las instrucciones en casa para recoger la muestra de heces y la devuelves. Estos análisis buscan sangre que no se puede detectar a simple vista. Un resultado positivo podría ser evidencia de pólipos precancerígenos o cáncer.
Por lo general, un resultado positivo va seguido de una colonoscopia, que, normalmente, se hace cada 10 años. La prueba de sangre oculta en heces puede ser menos exacta que la colonoscopia, pero como se hace con mayor frecuencia, la probabilidad de detección aumenta cada vez.
La sigmoidoscopia, aunque es parecida a la colonoscopia, no es tan completa. En este procedimiento se examinan por endoscopia los últimos 40 centímetros del colon y el recto. Suele hacerse cada cinco años. Otra prueba menos común es la colonografía por tomografía. En algunos países existe una prueba que utiliza una cámara del tamaño de una píldora; ésta se traga y captura imágenes del revestimiento del colon.
No obstante, la colonoscopia es lo mejor. Puede detectar más anomalías que ninguna otra prueba, más pólipos precancerígenos (y en una fase más temprana) que la prueba de sangre oculta en heces, lo cual es importante porque, según un estudio publicado en 2012, descubrir y extirpar los pólipos durante la colonoscopia puede prevenir el 80 por ciento de los casos de CCR. El estudio también reveló que cuando las personas con un riesgo promedio de contraer cáncer de colon se practicaron una colonoscopia, la incidencia de la enfermedad se redujo en un 67 por ciento y el número de muertes disminuyó 65 por ciento.
Sin embargo, la colonoscopia es un procedimiento invasivo y puede ser difícil convencer a la gente para que se lo practique. Cuando un grupo de médicos de los Países Bajos intentó aumentar la participación en este tipo de pruebas, enviaron invitaciones a personas mayores de 50 años en las que ofrecían diversos tipos de pruebas. Las autoridades de los Países Bajos supieron dónde tenían que concentrar sus esfuerzos al darse cuenta de que las invitaciones aceptadas para las pruebas de sangre oculta en heces duplicaban a las de la colonoscopia. En la actualidad, este país tiene el mayor índice de pruebas de detección de CCR de toda Europa.
En el Reino Unido, las personas mayores de 60 años que se atienden con algún médico reciben un kit para hacerse la prueba de sangre oculta en heces cada dos años, mientras que en Francia se les envía a todas las personas mayores de 50 años.
El índice de pruebas de detección practicadas varía de manera considerable de un país a otro, e incluso dentro del mismo, pero, en promedio, menos de la mitad de los adultos europeos mayores de 50 años se realizan alguna prueba de detección de cáncer colorrectal de manera regular.
Hoy día, a los 58 años, Steffi está consciente del valor de las pruebas de detección. Sin ellas quizá hoy no estaría viva. Cuando le detectaron el cáncer, la trataron con quimioterapia y radioterapia para reducir el tamaño del tumor y luego la operaron para extirpárselo. Ahora, ya sin cáncer, va a revisiones periódicas para verificar que siga bien.
Cuando notes síntomas de cáncer colorrectal, retrasar las pruebas de detección puede ser una mala decisión. A principios de 2013, Filip Luypaert, un hombre belga de 44 años, vivía completamente dedicado a su carrera como alto ejecutivo en una empresa internacional de equipo médico. Estaba en estupendas condiciones físicas y, que él supiera, no corría riesgo alguno de padecer cáncer. Pero cierto día empezó a notar que sus heces tenían sangre. Cuando comentó la situación con su médico, éste le recomendó que se hiciera una sigmoidoscopia sólo por precaución.
“Yo corría 10 kilómetros, dos días a la semana, y viajaba por el mundo debido a mi trabajo”, recuerda Filip. A su edad y por su condición física, ni él ni su médico consideraron la posibilidad de que pudiera tener cáncer de colon.
Así que Filip pospuso la prueba seis meses, a la espera de que los síntomas desaparecieran. Cuando por fin le hicieron una colonoscopia, en octubre de 2013, ésta reveló que tenía CCR. El tumor era demasiado grande para extirpárselo de inmediato. Y, para empeorar las cosas, otras pruebas realizadas determinaron que el cáncer se había extendido al hígado.
Filip buscó en Internet las tasas de supervivencia con CCR en fase cuatro. En el mejor de los casos, la probabilidad de vivir cinco años más era de entre el 11 y el 12 por ciento.
Él tenía muchos planes. Su novia estaba en proceso de migrar desde Singapur para vivir con él. ¿Cómo podría pedirle que dejara a su familia, su vida profesional y todo lo demás, cuando probablemente a él le quedaba poco tiempo de vida?
Si un tumor es demasiado grande para extirparlo inmediatamente, es necesario someter al paciente a una cirugía para cortar la parte enferma del colon. “En algunos países, el 50, 60 o 70 por ciento de las cirugías de cáncer de colon se pueden realizar mediante laparoscopia”, dice el doctor Colemont. Este tipo de operación es menos radical e implica incisiones más pequeñas que las cirugías tradicionales, lo que suele traducirse en una recuperación más rápida.
Durante un periodo de cinco días, Filip recibió el equivalente a cinco semanas de radioterapia con el objeto de reducir lo suficiente el tumor principal como para poder extirparlo. Luego le dieron tres meses de quimioterapia, seguida de una operación que extirparía la parte enferma del colon. Entonces, para dar tiempo a que se curara la herida, los cirujanos redirigieron los desechos corporales desde la parte inferior del colon a una estoma: apertura temporal en el abdomen. Después de tres meses más de quimioterapia, llegó el momento de operarlo del hígado, a lo que siguió más quimio.
Pasó casi un año entre el diagnóstico y el último tratamiento de quimioterapia de Filip. “Tenía que vivir un día a la vez, y eso para mí fue muy difícil, pero lo fue más aún ver sufrir a la gente que me quiere por la incertidumbre y el dolor que yo padecía”.
Tras varios reveses, incluidas otras dos cirugías para extirpar metástasis adicionales en el hígado y sus alrededores, Filip por fin escuchó las noticias que anhelaba. En su última revisión, los médicos no encontraron rastro alguno del cáncer.
Y, en abril de 2016, volvió a correr una carrera de 10 kilómetros en Amberes, por primera vez desde que empezó esta pesadilla. Su novia tiene planes de irse a vivir con él a Bélgica.
Incluso si ya has padecido CCR, puedes tomar medidas para disminuir el riesgo de que éste reaparezca, como llevar un estilo de vida saludable y, por supuesto, mantener un peso adecuado; pero, así como se ha demostrado que el consumo de aspirina en pequeñas dosis reduce la probabilidad de sufrir un infarto. El doctor Colemont indica que entre las personas que toman aspirina en pequeñas dosis, “al parecer hay una tasa menor de reincidencia que en las personas que no la toman”.
Esto también podría reducir el riesgo de morir de esta enfermedad si te han diagnosticado cáncer colorrectal, según una revisión de investigaciones publicada en 2015. Y aunque ninguna institución europea ha recomendado todavía la aspirina como modo de prevención entre las personas saludables, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos se pronunció a favor de que ciertos pacientes de entre 50 y 59 años de edad —aquellos que no corran peligro de sufrir hemorragias intensas y que puedan comprometerse a tomarla durante 10 años— ingieran una pequeña dosis diaria de aspirina.
La vitamina D también podría tener un papel importante en la prevención, a pesar de que tal vínculo no está comprobado. “Tenemos estudios de población que demuestran que los pacientes que presentan niveles inferiores de vitamina D tienen una mayor incidencia de desarrollar cáncer de colon”, afirma el doctor Grothey.
Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, dos estudios controlados aleatorios sugieren que entre 1,200 y 2,000 miligramos de calcio al día pueden reducir el riesgo de que los pólipos reaparezcan. El Colegio Estadounidense de Gastroenterología recomienda que los supervivientes de cáncer colorrectal consuman complementos de vitamina D.
La mejor forma de reducir el riesgo es estar alerta. Si tienes más de 50 años y nunca has padecido CCR ni tienes ningún síntoma, pídele a tu médico que te haga una prueba. Las personas que han tenido cáncer de colon, o corren el riesgo de contraerlo, deberían hacerse revisiones más a menudo que el resto de la población. Y si experimentas algunos de los síntomas asociados a la enfermedad, aunque parezcan leves o insignificantes, coméntaselo a tu médico. Tu vida depende de ello.
Los síntomas del cáncer colorrectal suelen ser sutiles y fácilmente ignorados, pero si experimentas alguno de los siguientes durante dos semanas o más, es muy importante que hables con tu médico para que te haga pruebas de detección:
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