La risa: remedio infalible: Durante una visita guiada…
Durante una visita guiada al museo de la ciudad, la maestra se detiene frente a una pintura que está colgada en la pared y les pregunta a sus alumnos...
Durante una visita guiada al museo de la ciudad, la maestra se detiene frente a una pintura que está colgada en la pared y les pregunta a sus alumnos:
—¿Quién de ustedes me puede decir por qué los artistas firman con su nombre debajo de la pintura?
Una pequeña levanta la mano y dice:
—Para saber cómo debemos colgar el cuadro.
Enviado por César Cornejo, Perú
Un hombre falta a su trabajo para acudir a la corte debido a una pequeña infracción de tránsito. Mientras espera varias horas a que atiendan su caso, empieza a impacientarse. Cuando por fin oye su nombre, se pone de pie frente al juez solo para oír que la corte descansará el resto de la tarde y lo llamarán hasta el día siguiente.
—¡Maldición, no es posible! —exclama el sujeto, golpeando el estrado.
El juez, irritado por el tedioso día de trabajo que ha tenido, grita:
—¡Veinte dólares de multa por maldecir dentro de la corte! ¡Y claro que es posible!
Entonces, el magistrado, al darse cuenta de que el hombre toma su billetera y revisa su interior, añade:
—No debe pagar la multa ahora.
—Un momento por favor, señor juez —responde el infractor—. Estoy viendo si me alcanza para maldecir otras tres veces.
Enviado por Karina Hernández, México
Llegar a la juventud es cuando nos permiten desvelarnos la víspera de Año Nuevo. Llegar a la edad madura es cuando nos obligan a hacerlo.
Bill Vaughan, escritor
Un caballo parlante se presenta en el estadio de los Dodgers y convence al entrenador de que le haga una prueba para formar parte del equipo de beisbol. En su primer turno al bate, el equino manda la pelota directamente al campo derecho, pero se queda parado en la base.
—¡Corre, corre! —grita el entrenador.
—¿Correr? —pregunta el caballo—. ¡Si pudiera correr estaría en el hipódromo!
Enviado por Charles Leerhsen, Estados Unidos
Una mañana, Claudia se niega a salir de la cama.
—No quiero ir a la escuela —dice llorando—. Los niños se burlan de mí, los maestros me odian… ¡y tengo muchas cosas qué hacer!
—Pero hija, debes ir a la escuela —responde su madre—. ¡Tú eres la directora!
Enviado por Suzannah Woodward, Estados Unidos