La risa, remedio infalible: Un empleado entra a la oficina

Un empleado entra a la oficina de su jefe, se arma de valor y le dice:

—Necesito que me aumente el sueldo. ¡Le advierto que hay cuatro compañías detrás de mí!

—¿Ah, sí? —contesta el superior, incrédulo—. ¿Cuáles?

—Pues la del gas, la de la luz, la del agua y la del teléfono.

Enviado por Norma Patricia Aguilar, México

Agotado tras haber conducido toda la noche, un hombre decide estacionarse a un lado de la carretera para dormir un poco. Justo cuando acaba de acomodarse, alguien toca en la ventanilla.

Al abrir los ojos, ve a un corredor que le pregunta:

—Disculpe, ¿sabe qué hora es?

—Son las 8:10 —responde el fatigado conductor.

—Gracias —dice el deportista, antes de alejarse trotando.

Poco tiempo después, alguien vuelve a golpear en la ventanilla.

—¿Qué hora es? —le pregunta un excursionista al hombre en el auto, que sigue tratando de dormir.

—Son las 8:25.

Harto de la situación, decide poner un cartel en la ventanilla que dice: “NO SÉ QUÉ HORA ES”.

“Toc, toc”, se oye una vez más en la ventanilla.

Frunciendo el ceño, el conductor se asoma y ve a un boy scout.

—¿Qué quieres? —grita, furioso.

—Son las 8:45 —le informa el niño.

Enviado por joseph stokoe, Reino Unido

Una mujer y su hijo pequeño están esperando el autobús. Poco antes de que llegue el transporte público, la mamá le advierte al niño:

—Cuando subas, di que tienes cuatro años para que no me cobren tu boleto.

—Sí, mamá —responde, obediente, el pequeño.

Más tarde, al abordar el vehículo, el conductor le pregunta al niño:

—¿Cuántos años tienes?

—Cuatro —dice él.

Con un poco de sospecha, el chofer vuelve a preguntarle:

—¿Y cuándo cumples cinco?

—¡Pues hasta que me baje del autobús! —contesta el chiquillo.

Enviado por Valeria Figueroa, México

Un niño se queja amargamente con su mamá:

—Oye, mami, en la escuela todos dicen que soy un mentiroso.

—¡Pero tú ni siquiera vas a la escuela! —contesta ella.

Enviado por Tatiana Hurtado, Colombia