El abandono familiar del que son víctimas las mujeres que han cometido un delito complica sus posibilidades de reinserción social. El 70 por ciento de las reclusas no recibe visitas.
Como cada año, este 10 de mayo se contempla un aumento en las ventas de productos y servicios con motivo de la celebración del Día de las madres. No obstante, la historia no es positiva para todas ellas.
Según el último Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales, existían 549 menores de 6 años viviendo con su madre en los centros penitenciarios en el país.
Si bien es cierto que ningún ser humano elige dónde y en qué circunstancias nacer, resulta complejo pensar en la vida que cientos de niños pasarán sus primeros años de vida entre las complicadas circunstancias propias de un centro de reclusión.
El embarazo de mujeres encarceladas es común ya que hasta el 60 por ciento de los embarazos se da cuando ya han recibido sentencia.
Aunque la Ley Nacional de Ejecución Penal indica que los centros penitenciarios deben garantizar a los hijos de mujeres encarceladas zonas para esparcimiento, una buena alimentación y servicios de salud y de educación de acuerdo a su edad, y pese a los múltiples esfuerzos de las autoridades penitenciarias, los hijos y sus madres serán víctimas de violaciones a sus derechos humanos, ya que la alimentación y la atención médica no es la apropiada para llevar un embarazo y todo lo que este implica de manera saludable, después del nacimiento hay que considerar las circunstancias de estrés, ansiedad e inseguridad que genera encontrarse en un estado de hacinamiento.
Si tienen familiares irán con ellos, si no se integrarán a un albergue del gobierno. Dicha situación, sumada al abandono social que sufren las mujeres internas, las puede llevar a una depresión que complica su readaptación social.
La Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México indicó que sólo el 12 por ciento de las mujeres internas no tiene registrado a ningún familiar en su ‘kardex’ para autorizar visitas, no obstante, el 70 por ciento no recibe visita alguna, en contraste con los más de 36 mil hombres en prisión, de los cuales 9 de cada 10 tiene visita familiar o conyugal frecuente.
Al respecto, Jimena Cándano, directora general de Fundación Reintegra, enfatizó en la necesidad de reflexionar sobre esta situación.
“El abandono familiar del que son víctimas las mujeres que han cometido un delito complica sus posibilidades de reinserción social, por ello resulta primordial terminar con los estigmas sociales que las aíslan tanto en prisión como una vez que recuperan su libertad”.
Ante esta situación Fundación Reintegra se ha encargado exitosamente del desarrollo de programas y talleres enfocados en la prevención del delito.
Dichos talleres se imparten en el Centro de Prevención Comunitaria ubicado en la calle Héroes 59, en la colonia Guerrero, al centro de la Ciudad de México.
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