Las aguas de la cadena de lagos en el Rift Valley de África oriental están casi ocultas por el resplandor rosado de una numerosa parvada de flamencos. Pero aquí y allá hay manchas blancas, constituidas por las guarderías de los polluelos.
Sus padres los encuentran entre las miles de crías y los alimentan con una papilla de algas parcialmente digeridas. En febrero, los polluelos tienen unos dos meses de edad y están casi listos para comenzar a volar. Dentro de poco harán vuelos nocturnos con sus padres por el valle, en busca de terrenos donde puedan encontrar su alimentación.
Los lagos en el fondo del valle, donde anidan los flamencos, son poco profundos, pero no tienen derrama. Los ríos confluyen en ellos desde las montañas y sus aguas contienen minerales arrastrados de las rocas volcánicas. El sofocante calor ecuatorial evapora el agua, dejando una sopa alcalina o lago salitroso.
Sólo los animales y plantas más especializados toleran un medio ambiente tan inhóspito. En los lagos salitrosos se dan pocas plantas y pocos peces. En vez de esto, hay legiones de algas verde azuloso y diminutos organismos que se alimentan en el lodo, además de los especialistas supremos, los flamencos.
Los flamencos son las únicas aves del mundo que prefieren los lagos salitrosos como hábitat. Aunque otros pájaros como los cormoranes, águilas pescadoras, garzas y pelícanos se reúnen en estos lagos para comer, sólo los flamencos viven y se reproducen vadeando en estas aguas salinas. Los flamencos menores son los más abundantes.
Parvadas de hasta un millón de ejemplares cubren las orillas de los lagos Nakuru, Natron y Magadi, en Tanzania y Kenya. Los flamencos mayores, aunque más escasos, están más dispersos, y se les puede hallar tan al norte como en las lagunas saladas de España y Francia, y tan al este como en la India.
Sus cuerpos están perfectamente adaptados a su modo de vida. Con esbeltas y largas patas, pies membranosos y largos cuellos, pueden vadear por las aguas salinas y el lodo suave.
Se alimentan con el cuello y cabeza volteados, para que sus picos curvados estén invertidos dentro del agua. Bombean agua en sus picos con la lengua y la expulsan a intervalos de algunos segundos. Dentro del pico, unos finos filtros capturan algas, camarones y pulgas de agua, que son tragados por los flamencos. Por lo general comen de noche, ya que durante el día el viento produce un oleaje que puede inundar sus picos.
Los flamencos mayores y menores tienen filtros diseñados para organismos distintos, por lo que no compiten entre ellos por comida. Los flamencos mayores poseen filtros más gruesos para atrapar camarones y organismos que viven en el fondo del lago, por lo que se concentran en las orillas, donde el agua es baja.
Los flamencos menores tienen filtros más finos para atrapar algas, con estructuras para impedir que organismos más grandes los atasquen. No necesitan llegar al fondo del lago, y se alimentan en aguas más profundas. Las dos especies comen juntas, en los mismos lugares.
Ambas especies comparten un medio donde el agua dulce escasea. No pueden beber el agua alcalina del lago salitroso y deben lavar continuamente el salitre de su plumaje para conservarlo hermético. Así, los ríos que alimentan al lago bullen diariamente de flamencos.
De pie, hombro con hombro, beben la ansiada agua dulce, y salpican sus plumas para lavar la sal. Algunos flamencos vuelan hacia los manantiales de agua dulce en las colinas circundantes, y otros usan el agua relativamente fresca de los géiseres cercanos.
La principal época de celo del flamenco menor se inicia con el cortejo, durante octubre o noviembre. Cada nido es un cilindro de lodo coronado por una taza donde la hembra pone un sólo huevo. Ambos padres se turnan para incubarlo y empolla al cabo de un mes.
La cría nace con una pelusa gris, largas patas rosadas y un pico rosa parcialmente formado. Cuando deja el nido, luego de entre 9 y 13 semanas, su plumaje es de un rosa más tenue que el de sus padres y adquiere su coloración final hasta cumplir tres o cuatro años de edad, dado que ésta proviene de los pigmentos de su dieta.
Los polluelos son, al principio, totalmente dependientes de sus padres. No pueden alimentarse por sí mismos hasta que los complejos filtros en sus picos se desarrollen.
En las guarderías del lago Natron, el principal lago de apareo, los polluelos están bien protegidos, pues la mayoría de los depredadores no pueden vadear el medio alcalino sin sufrir quemaduras. Conforme el agua se evapora, la alta concentración de salitre forma cristales, que rodean el lago en forma de arrecifes blancos.
Pero las lluvias torrenciales pueden destruir los nidos de lodo y ahogar a los polluelos. Otra amenaza puede ser un descenso en el nivel del agua. En 1962, más de un millón de parejas de flamencos anidaron en el lago Magadi en Kenya; muchas crías murieron cuando la rápida evaporación encostró sus patas con cristales. Los polluelos no pudieron volar o siquiera caminar hasta el agua para comer
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