El zumbido de un mosquito puede arruinar la tranquilidad de una tarde cálida o de tu sueño. Más allá de ser una molestia, estos insectos representan un riesgo para la salud, especialmente en regiones donde transmiten enfermedades como dengue o zika. Pero la naturaleza, sabia como siempre, nos ofrece una solución elegante: plantas antimosquitos.
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Estas especies no solo decoran espacios interiores y exteriores, sino que liberan aromas intensos que los mosquitos detestan. Según estudios botánicos, compuestos como citronelal, mentol y eugenol actúan como repelentes naturales, alterando la capacidad de estos insectos para localizar a sus víctimas. La mejor parte: son seguras para niños, mascotas y el medio ambiente.
Además de ser esencial en la cocina italiana, la albahaca (Ocimum basilicum) contiene eugenol, un compuesto que confunde a los mosquitos. Cultívala en macetas cerca de ventanas o en la cocina, donde reciba al menos 4 horas de sol diarias.
Su aroma, rico en linalol, es placentero para los humanos pero intolerable para los mosquitos. Ideal para terrazas y dormitorios, la lavanda (Lavandula angustifolia) requiere poco riego y mucho sol.
La Cymbopogon nardus es la base de muchos repelentes comerciales. Su aceite esencial, con altas concentraciones de citronelal, crea una barrera olfativa. Cultívala en macetas grandes y ubícala cerca de puertas.
El mentol de la menta (Mentha piperita) irrita las antenas de los mosquitos. Crece rápidamente en sombra parcial, perfecta para baños o cocinas bien iluminados.
Con notas de alcanfor, el romero (Rosmarinus officinalis) es eficaz contra mosquitos y atrae polinizadores beneficiosos. Resistente a la sequía, es ideal para climas áridos.
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