El consumo de tabaco en México se remonta hasta antes de la llegada de los españoles, el cual se fumaba en una caña en forma de pipa llamada “tobago” del que se deriva su nombre actual.
En esas épocas era utilizado con fines de adivinación, los indígenas aspiraban su humo con la creencia de que sus propiedades les ayudarían a pronosticar eventos futuros.
Los mayas de Guatemala lo utilizaban para cicatrizar sus heridas, practica que fue adoptada por los europeos, en especial en Portugal durante el siglo XVI, quienes además lo utilizaron contra la sarna, dolores de muela, jaquecas y lavados de heridas.
Los mexicas lo ofrecían al dios Huitzilopochtli en paquetes de 20 cigarrillos pues lo consideraban un numero sagrado, tenían la creencia de que el humo era del agrado de los dioses; por su parte los mineros europeos inhalaban el polvo elaborado con las hojas secas para aguantar sus largas jornadas laborales.
El consumo del tabaco fue evolucionando con el paso de los años hasta llegar a la comercialización como la conocemos hoy en día; sin embargo no siempre tuvieron filtro.
Este fue introducido en la década de 1920 por Phillip Morris al sacar al mercado los cigarros Marlboro, enfocados al mercado femenino y con el fin de evitar que los restos de tabaco se quedaran adheridos a los labios de las consumidoras. El filtro tenía una banda roja alrededor para ocultar las manchas de lápiz labial.
Entre 1930 y 1950 la popularidad de su consumo fue aumentando junto con los casos de cáncer pulmonar y de garganta. En 1957 Reader Digest’s publicó un articulo sobre sus efectos en la salud, y sus ventas se vieron afectadas durante ese mismo año y el siguiente, fue la única vez en la historia que la compañía tuvo pérdidas.
ºLas tabacaleras se dieron a la tarea de desarrollar una manera en que se pudiera consumir cigarrillos sin inhalar el alquitrán. Fue así que los filtros fueron introducidos en 1952 por la marca Kent, iguales a los que conocemos en la actualidad, su principal objetivo era retener la mayor cantidad de sustancias nocivas. En 1956, Salem lanzó el primer filtro mentolado.
Sin embargo (igual que cómo ocurrió con el plástico), no fue considerado el impacto que las colillas ocasionarían en el ambiente, ya que al retener las sustancias nocivas se conviertirieron en pequeñas minas tóxicas, que los consumidores desechan arbitrariamente a su paso.
Este contaminante ha sido el más encontrado en las limpiezas de las playas (incluso más que los popotes), organizadas desde 1986 por la Ocean Conservancy (ONG con mas de 40 años trabajando por la conservación del océano). Ha recuperado en 25 años 65.3 millones de kilos de basura a lo largo de 468,319 kilómetros en 152 países, de los cuales el 32% fueron colillas de cigarro.
Se estima que anualmente se desechan cerca de 6.5 billones de colillas, esto es 18 mil millones al día, y el 80% están elaboradas de acetato de celulosa, un derivado del petróleo, y dependiendo de las condiciones climáticas pueden tardar hasta 25 años en degradarse, convirtiéndose en micro plásticos, y por consiguiente un riesgo para los océanos.
Una sola colilla contamina hasta 50 litros de agua potable y/o 15 litros de agua de mar. Los animales las confunden con alimento, principalmente peces y aves, estas últimas incluso las llevan a sus nidos e inhiben el crecimiento de las plantas.
Normalmente son tiradas al piso y llevadas por la lluvia a las alcantarillas, contaminando las fuentes de agua que normalmente consumimos. Las sustancias que se han encontrado en este desecho incluyen: nicotina, alquitrán, arsénico, plomo, hidrocarburos poli aromáticos y altos contenidos de cadmio, un elemento sumamente nocivo para la salud, por lo cual deberían de ser tratadas como residuo peligroso.
Debido a esta problemática han surgido diferentes movimientos e iniciativas alrededor del globo para combatir a este enemigo silencioso.
El 10 de octubre de 2016, Miquel Garau Ginard conducía su moto por las calles de Barcelona, cuando otro conductor tiró la colilla de su cigarro, y esta impactó en su casco. Al llegar a su casa, Miquel creó la página de Facebook “No Mas Colillas en el Suelo”, él comenzó a recolectar las colillas en botellas de plástico de 5 litros. Este movimiento tiene hoy en día embajadores en distintas partes del mundo como Bogotá, Girona, México, entre otros.
En la Riviera Maya, durante 2018, Proyectos ConMadre lanzó la campaña “Aguas Con Las Colillas” colocando 100 contenedores para este desecho en Playa del Carmen, Tulum y Holbox. Además organizó fiestas ambientales en donde se intercambiaron botellas con colillas por diversos obsequios, esto para incentivar a la población a no tirar colillas en las calles. También crearon un cómic que refleja esta problemática.
“Ecofilter”, proyecto nacido en la CDMX, desarrolló un proceso biotecnológico que degrada el 25% de las colillas en un periodo de 15 días, extrae la pulpa de celulosa con la cual se puede elaborar papel y otros productos, con esto se pretende evitar el uso de pulpa de celulosa de árboles, además de organizar colillatones a nivel nacional.
CEPOR, también de la ciudad de México, fabrica ceniceros portátiles para evitar que los consumidores tiren este desecho al suelo.
CRER AC, además de recolectar y procesar el desecho también dan pláticas y capacitaciones.
“Colilla x Colilla”, en Cancún, en su primer evento invitaron a hacer sentadillas por cada colilla recuperada, además de concientizar en diversas escuelas y empresas.
“Bi-Use”, de Aguascalientes, elaboran mobiliario sustentable a partir de procesar las colillas, tienen el segundo lugar del Premio Innovación Sustentable 2019 de Walmart de México y Centroamérica.
“Mi colilla nuestra ciudad”, en Chile, las convierten en ladrillos,
En Argentina, la empresa “Reciclemos” creó el “Cigabrick”, palabra nacida de la conjunción de las palabras ‘cigarro’ y ‘brick’, que significa ladrillo en inglés.
Todas estas iniciativas tienen un mismo objetivo, eliminar este contaminante de las calles y concientizar a la población sobre los riesgos del mismo, no solo en los humanos, sino también en el ambiente, y evitar que lleguen a la fauna ocasionando incluso su muerte.
No importa en que parte del mundo te encuentres, probablemente esté naciendo una iniciativa cerca de ti, todos podemos poner nuestro granito de arena para erradicar este problema.
Como consumidor te invitamos a no tirar tus colillas en el suelo y adquirir un cenicero portátil o una botella vacía y seca, como empresa a educar a tus empleados y a colocar un contenedor especifico para este fin. Y al sector gubernamental, con la implementación de políticas públicas o multas, como ya se está proponiendo en México, España, Australia, para que de esta forma y en conjunto logremos un beneficio para todos.
Y si no fumas también puedes ser parte, compartiendo información o participando en los eventos de tu localidad como voluntario. El cambio está en las pequeñas acciones que realizamos día a día.
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