Durante mucho tiempo, se creyó que la inteligencia se hallaba solo en el cerebro humano, menospreciando a otros seres vivos. En este enfoque, el ser humano se veía como el ápice de la inteligencia, pero hoy en día la ciencia está demostrando lo contrario. Se está descubriendo un mundo impresionante de inteligencia en las plantas y los animales, desafiando la visión anterior y mostrando lo que nunca antes habíamos considerado.
Monica Gagliano, bióloga y divulgadora científica, ha dedicado gran parte de su trabajo a explorar la inteligencia de las plantas. En su libro “The Hearbeat of the World: The Intelligence of Plants” y en el podcast “Smarty Plants” de Radiolab, Gagliano presenta evidencia de las increíbles capacidades de las plantas.
Uno de sus hallazgos más sorprendentes es que las plantas pueden “escuchar”. En un experimento, Gagliano expuso una planta a sonidos de agua grabados y observó cómo se movía lentamente hacia la fuente del sonido. Si bien esto no significa que las plantas tengan una audición como la nuestra, sí indica que son capaces de detectar y responder a las vibraciones sonoras a través de los pelos de sus raíces.
Además de escuchar, las plantas también tienen memoria. Gagliano demostró esto con la Mimosa pudica, una planta conocida por cerrar sus hojas ante el contacto. Al dejar caer la planta repetidamente desde una altura, Gagliano observó que la Mimosa dejaba de cerrar sus hojas después de un tiempo. La planta había aprendido que la caída no representaba una amenaza.
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La inteligencia de las plantas no se limita a sus hojas y tallos. De hecho, muchos científicos creen que el verdadero centro de su inteligencia reside en sus raíces. Es en este sistema subterráneo donde las plantas se comunican entre sí, intercambian información y coordinan sus acciones.
Esta red de comunicación vegetal, conocida como la “Wood Wide Web” o “Internet de los árboles”, se basa en una compleja red de hongos micorrícicos. Estos hongos forman conexiones entre las raíces de diferentes árboles, permitiendo que las plantas compartan nutrientes, agua e incluso señales de alerta sobre el peligro.
Los descubrimientos sobre la inteligencia de las plantas nos obligan a reconsiderar nuestra visión antropocéntrica del mundo. La inteligencia no se define únicamente por la presencia de un cerebro. Las plantas, con sus sofisticados sistemas de comunicación, memoria y adaptación, nos demuestran que existen otras formas de inteligencia igual de válidas y complejas.
Esta nueva perspectiva nos invita a repensar nuestra relación con las plantas y a adoptar un enfoque más respetuoso y armonioso con el medio ambiente.
Con información de Eccosfera
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