¿Lentes bifocales o progresivos? Conoce las diferencias
Los lentes que más se usan son los monofocales, pero esto cambia si una persona miope se cansa y necesita también gafas para ver de cerca.
En óptica se utilizan infinidad de tipos de cristales para hacer lentes y corregir los defectos visuales según los materiales usados en su fabricación, sus características ópticas y el foco —que es el punto en el que convergen las fuentes de luz y define la distancia a la que se puede ver con nitidez—, el tipo de problema visual (ametropía) que se tenga que corregir (miopía, astigmatismo, presbicia, hipermetropía, etc.)
En general, el tipo de lente que se más se usa es el conocido como monofocal, es decir, aquellos que se utilizan para, por ejemplo, ver o solo de lejos o solo de cerca. Estos cristales sólo tienen una distancia focal.
El problema surge cuando una persona miope, que ve mal de lejos, empieza a tener la vista cansada y necesita también gafas para ver de cerca. En esta situación se tienen distintas opciones. La primera es la de tener un par de lentes monofocales para cada distancia e intercambiarlas en función de si quiere ver de lejos o, por ejemplo, leer un libro.
La otra opción es utilizar cristales multifocales, es decir que permitan ver de lejos o de cerca sin necesidad de cambiar de gafas. Y en este caso existen dos posibilidades:
Tienen dos distancias focales diferentes. Una en la parte superior, que permite tener una correcta visión de lejos, y otra en la parte inferior, que facilita la visión de objetos cercanos. Su apariencia es la de un cristal con dos secciones y en realidad es así pues hay que enfocar el ojo por una o por otra dependiendo de la actividad que se está realizando.
La lente tiene una apariencia homogénea, sin que se perciba las dos zonas de enfoque. Aunque esto no es así. En la parte superior del cristal se sitúa el foco para ver de lejos, en el centro la distancia media y la parte inferior se utiliza para ver de cerca.
Lo importante es aprender a mirar por la parte del cristal adecuada a las necesidades focales de cada actividad y ello requiere un periodo de adaptación, en contra de lo que sucede con las bifocales.
No se necesita cambiar de lentes para mirar a cualquier distancia, pudiéndose realizar cualquier actividad con las mismas.
La visión lateral está un tanto reducida, lo que obliga a girar la cabeza mara ver correctamente los objetos que no se encuentran frente a nosotros. Además, cuando se mira al suelo hay que hacerlo de forma perpendicular al mismo, ya que si no se utilizará la zona de la lente para ver de cerca y la visión será más o menos borrosa, dependiendo de la graduación.
La visión a través de una lente progresiva es un proceso que involucra el conjunto ojo-cerebro. Es, por tanto, una función cerebral y como tal está influída por la psicología del individuo.
Es un hecho que una información puntual, completa y fidedigna de lo que el cliente puede experimentar en el curso de su adaptación constituye un factor importante en el éxito de la misma:
Una persona que espere ver desde el primer momento como cuando no llevaba progresivos se puede sentir decepcionada y por ende más proclive al rechazo. Por contra, una persona que, con voluntad de llevar progresivos, esté informada de las posibles inconveniencias iniciales, las encontrará naturales y tal vez ni repare en ellas.
La ventaja principal que puede disfrutar este tipo de clientes es la facilidad para enfocar a cualquier distancia y la eliminación del molesto salto de imagen. Por el contrario, pueden experimentar cierta reducción del campo visual en visión de cerca que se les habría de notificar. En este caso, es aún más importante explicar adecuadamente los efectos visuales del período de adaptación.
Siempre que exista la posibilidad de prescribir un progresivo conviene informar debidamente de la fase de adaptación, tanto antes de que el cliente tome la decisión como en la entrega de sus nuevas gafas.
Ello eliminará malentendidos y dudas, permitiendo al usuario adaptarse sin inquietudes y rápidamente. El factor psicológico es fundamental. Una persona favorablemente predispuesta y bien informada será con toda seguridad un cliente satisfecho si se le colocan unos progresivos bien montados y será más tolerante en caso de que haya algún error de montaje.
En cualquier caso, es la experiencia de la persona que lo atienda y el conocimiento que tenga de su cliente lo que aconsejará dar la explicación de estos efectos de la forma más idónea para su comprensión y asimilación, teniendo en cuenta el nivel cultural y la formación del mismo.
Fuentes: Asociación Uruguaya de Oftalmólogos y Sanitas, seguros de salud internacionales.