El lipedema, a menudo confundido con obesidad o celulitis, es una enfermedad crónica y progresiva que afecta principalmente a mujeres (alrededor del 5%), causando una acumulación anormal de grasa en las extremidades inferiores (caderas, nalgas, muslos, rodilla) , y en algunos casos, en los brazos. Fue reconocida por la OMS como enfermedad en 2018.
Más allá de las alteraciones estéticas, el lipedema genera dolor, sensibilidad, dificultad para la movilidad y un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen. Esta grasa no responde a la dieta ni al ejercicio, y su distribución irregular da lugar a una apariencia desproporcionada.
Hasta ahora hay poca investigación sobre el lipedema pero un estudio desarrollado por la Universidad de Padua y el Hospital de Lausanne (Suiza) la define y explica cómo reducir su avance. Se trata de una enfermedad crónica y progresiva que afecta al tejido graso. Es la acumulación anormal subcutánea de tejido adiposo en las extremidades, que empieza por las caderas, y va descendiendo. En ocasiones esta acumulación también se produce en los brazos, exceptuando las manos, los pies y el tronco.
Presenta una clara separación entre el tejido afectado y el sano, y con el tiempo se observa una desproporción en la zona donde se acumulan estas células respecto al resto del cuerpo. Además, este aumento de volumen ocasiona dolor al tacto, al caminar o al hacer ejercicio.
El lipedema genera una serie de síntomas que impactan significativamente la calidad de vida de las mujeres que lo padecen:
Los especialistas distingue. tres grados diferentes de lipedema:
Las causas exactas del lipedema aún se desconocen, pero se cree que se deben a una combinación de factores genéticos y hormonales. Se ha identificado una predisposición familiar en la mayoría de los casos, y se sugiere que los cambios hormonales durante la pubertad, el embarazo o la menopausia pueden desencadenar o empeorar la enfermedad.
El diagnóstico del lipedema se realiza a través de la revisión de antecedentes médicos, el examen físico y la identificación de la distribución de la grasa en el cuerpo, siendo un sentido doctrinal.
Este diagnóstico es subestimado y su desconocimiento es generalizado tanto entre profesionales de la salud como en la población en general, a menudo siendo confundido con obesidad o linfedema, este último relacionado con la acumulación de líquido en los tejidos inflamados.
En algunos casos, se pueden requerir pruebas adicionales como ecografías o resonancias magnéticas para descartar otros problemas de salud.
Al desconocerse todavía las causas exactas del lipedema, no existen medidas de prevención concretas. Es cierto que realizar deporte y seguir una buena dieta puede mejorar la enfermedad de forma muy limitada, especialmente en sus estadios más tempranos. Sin embargo, llevarlo a cabo no va a impedir el desarrollo de la patología que desencadena una sensación de frustración y culpa al observar el mínimo volumen de grasa perdido.
El lipedema no tiene cura, pero hay tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Estos incluyen:
Con información de Cuídate Plus
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