¿Cómo resumiría lo que sabía sobre prevención de las enfermedades cardiacas en una conferencia que iba a durar menos de una hora? Me encontraba ante 250 médicos jóvenes en un enorme auditorio circular. Iba a dar una conferencia sobre cardiología preventiva a los estudiantes de segundo grado de medicina de la Universidad Estatal Wayne, en Detroit.
Ellos ya sabían mucho acerca de los fármacos reductores de colesterol e incluso sobre cirugía de vías coronarias, pero nada sobre cómo evitar que las personas tuvieran que acudir al cardiólogo. Eso jamás se había enseñado en la universidad.
Me entusiasmaba que la facultad hiciera aquel cambio histórico en el plan de estudios y me pidiera que, como profesor, ayudara a ponerlo en marcha. ¿Cómo resumiría lo que sabía sobre prevención de las enfermedades cardiacas en una conferencia que iba a durar menos de una hora? Pensé que era muchísimo lo que no podría decirles.
Por eso escribí The Holistic Heart Book (“El libro de cardiología holística”), para tratar lo que habría enseñado a esos alumnos si hubiera tenido más tiempo. Incluye decenas de recomendaciones que ayudan a alargar la vida del corazón.
Ninguna implica ir a la farmacia, y aunque están respaldadas por cientos de investigaciones y datos anecdóticos, los médicos no las dan a conocer sistemáticamente. Quisiera enseñar a los futuros cardiólogos a difundir entre sus pacientes estos consejos que salvan vidas. Por fortuna, a continuación puedo ofrecerte a ti los más importantes:
Llevo décadas siguiendo una dieta vegetariana, pero desde que los estudios médicos empezaron a demostrar que esta forma de alimentación reduce el índice de infartos, la recomiendo a mis pacientes. Aunque muchos no dejan la carne, ponen en práctica estos consejos:
Según dos de los mayores estudios sobre el efecto de la alimentación en las afecciones crónicas, quien consume ocho o más porciones de vegetales al día corre 30 por ciento menos riesgo de infarto y de apoplejía que quien come porción y media o menos.
Así que consume al menos cinco tazas diarias de frutas y verduras. Me gustaría que los pacientes dijeran a sus médicos que les gusta beber algunas de las porciones: preparan un batido de verduras de hoja verde con fruta.
Los tipos verde, negro y oolong ayudan a reducir el colesterol total y los triglicéridos, regulan la glucosa en la sangre y mitigan la inflamación.
Dejar los alimentos de origen animal es muy drástico, pero puedes evitar carnes procesadas como embutidos y tocino. Investigadores de la Universidad Harvard observaron que comer 50 gramos de carne procesada más de una vez a la semana aumenta 42 por ciento el riesgo de cardiopatía.
Prefiere la carne orgánica —sin antibióticos, hormonas ni aditivos— y la de animales que pastan al aire libre, ya que contiene más ácidos grasos omega 3.
Sardinas, salmón, caballa, anchoas y arenques; son muy ricos en ácidos omega 3, que favorecen la salud cardiaca al reducir la inflamación, la presión arterial, las arritmias y los triglicéridos.
También es menos probable que estén contaminados con toxinas que otras especies.
El cuerpo necesita este lapso para restaurar el metabolismo; interrumpirlo comiendo algo a media noche puede aumentar la inflamación, la glucosa y los lípidos en la sangre, y el envejecimiento celular.
Da por cerrada la cocina después de cenar, idealmente a las 7 de la noche.
Quienes llevan una vida sedentaria son 73 por ciento más propensos al síndrome metabólico, un conjunto de trastornos que elevan el riesgo de contraer enfermedades cardiacas.
Una manera de motivarte es realizar breves actividades físicas pensando en los demás; por ejemplo, cuando salgas a barrer la acera, barre también la de los vecinos, y en lugar de ir sentado en el autobús, cede el asiento a otro pasajero.
El yoga tiene potentes efectos directos en el corazón. Unos enfermos de fibrilación auricular —la arritmia más común— que practicaron yoga durante tres meses sufrieron menos accesos de ese trastorno.
En otro estudio, a 30 hipertensos les bastaron de cinco a siete minutos de yoga dos veces al día durante dos meses para reducir su ritmo cardiaco y presión arterial en reposo, en comparación con un grupo testigo que no realizó ningún ejercicio.
Parece que perros y gatos tienen un asombroso efecto benéfico sobre el estrés, el colesterol y la presión arterial. La explicación quizá sea que su campo energético más tranquilo influye en el nuestro.
Cuando los científicos monitorean juntas a una persona y su mascota, detectan la interacción entre ambos campos; por ejemplo, que sus corazones laten en sincronía.
Este fenómeno puede ser un medio eficaz para promover la salud cardiaca. Si no tienes mascota, adopta una.
Aunque en muchos baños de vapor hay letreros que aconsejan precaución a los enfermos cardiacos, científicos japoneses observaron que el sauna infrarrojo, cuyo calor penetra más en la piel que el sauna común, puede beneficiar el corazón.
Unos pacientes tratados con esta terapia al menos dos veces por semana presentaron índices de hospitalización y muerte de la mitad que un grupo testigo al cabo de cinco años. Los rayos infrarrojos quizá mejoren la función de la membrana interior de las arterias.
Si no encuentras un sauna infrarrojo, puedes beneficiarte con el sauna tradicional.
Cuando Glenn Affleck, psicólogo de la Universidad de Connecticut, entrevistó a 287 convalecientes de infarto, observó que los que se sentían agradecidos por seguir vivos tendían menos a sufrir otro infarto en un lapso de ocho años.
Escribe cada día una o más cosas de las que estés agradecido, y lee ese registro una vez a la semana.
Los hombres que tienen relaciones sexuales al menos dos veces por semana corren la mitad de riesgo de infarto que quienes las tienen sólo una vez al mes. Ni la aspirina logra este efecto.
Si padeces del corazón y temes sufrir un infarto durante la actividad sexual, relájate: ésta supone el mismo esfuerzo que un ejercicio leve. Si puedes subir dos tramos de escaleras sin dificultad, siéntete seguro en la alcoba.
La calidad del aire dentro de tu casa podría ser peor que en las ciudades más contaminadas. Las fuentes pueden ser aerosol para el pelo, velas, vapores del recubrimiento antiadherente de ollas y sartenes, etc.
Aunque quizá sean inofensivas por separado y en pequeña cantidad, juntas pueden provocar inflamación, hipertensión y arteriosclerosis. En los días cálidos abre las ventanas y pon a funcionar un ventilador para reducir la contaminación interior.
Muchos limpiadores (incluso algunos “verdes”) contienen sustancias asociadas con la apoplejía y la hipertensión. Procura limpiar la cocina con los mismos productos con que guisas: vinagre blanco, limón, bicarbonato de sodio y fécula de maíz.
Algunos componentes del plástico, como el bisfenol A (BPA) y los ftalatos, pasan a los alimentos que tocan y, si se acumulan en el cuerpo, pueden afectar el sistema endocrino.
La presencia de BPA en la orina se asocia con el riesgo de cardiopatías, y más de 15 artículos médicos atribuyen trastornos cardiovasculares a los ftalatos. Guarda los alimentos en recipientes de vidrio, cerámica o acero inoxidable.
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