Humor

Entre niños: Esto me dijo uno de mis nietos en mi habitación

Lógica infantil

Hace muchos años entró en mi habitación uno de mis nietos y me dijo:

—Abuelo, esta mañana uno de mis amigos, de camino a la panadería, se encontró tirado un billete de 20 soles.

—Eso le pasó por levantarse temprano. Recuerda que “al que madruga, Dios lo ayuda” —le contesté, citando un conocido refrán.

—Sí, abuelo, pero el que perdió el billete ¡se levantó más temprano!

Leonardo Quispe, Perú 

Una tarde, mientras estaba en el jardín de la casa, alcancé a oír a mis hijos gemelos, de seis años, hablar sobre abrir la alacena y comerse unas galletas. Sentí curiosidad por saber lo que harían, ya que están conscientes de que antes deben pedir permiso. Me acerqué un poco a la cocina para poder oírlos mejor.

Uno de ellos dijo: 

—No debemos abrir la alacena sin pedir permiso.

Sonreí, creyendo que habían entendido mi regla y la obedecerían.

—¿Y qué es permiso? —preguntó el otro niño.

—¡Ni idea! ¡Vamos por las galletas!

Emma Wilde, Australia

Iba en el auto con mi esposo y mi hija, de cinco años, cuando nos detuvo la luz roja del semáforo en un crucero. Casi en seguida se acercó un vendedor de flores, pero antes de que pudiera ofrecerle un ramo a mi esposo, mi hija, tajante, le dijo:

—No, gracias, ya están casados.

Cecilia Reyes, México

Mi nieto, de 11 años, se pasó la mayor parte de un agradable sábado jugando videojuegos. Su hermana mayor trató de convencerlo de que saliera un rato de la casa, diciéndole lo siguiente:

—Un día vas a tener 30 años, estarás soltero, vivirás en el sótano de la casa de mamá y te la pasarás jugando videojuegos todo el día.

—Bueno, ¡soñar no cuesta nada! —contestó mi nieto.

Sylvia Cárdenas, Estados Unidos

Cierta vez, cuando mi hijo tenía tres años, mi hermana y él me acompañaron a recoger a mi hija mayor a la escuela. Como no había donde estacionarse, me quedé en el auto esperándolos. En la entrada de la escuela mi hermana se encontró a una amiga suya, que empezó a contarle sobre todas las enfermedades que padecía. Cuando por fin volvieron al auto, le pregunté a mi hermana por qué habían tardado tanto.

—Es que nos encontramos a una señora que ya no sirve —respondió mi hijo antes de que mi hermana pudiera decir algo.

Martha Vallarta, México

Al ver a su madre pintarse las uñas, Lucas preguntó:

—¿Por qué haces eso?

—Es algo que hacen las señoras para verse bonitas —le dijo ella.

El pequeño se quedó pensativo un momento, y luego replicó:

—Entonces, ¿tú eres una especie de señora?

Tomado de I Am So Full of Happy Today, de Martin Nedergaard Anderson y Moira Tuffy (Borgen Publishers, Copenhague)

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