Presta mucha atención la próxima vez que vayas a hacer la compra. Mira los envases y etiquetas. Te darás cuenta de que la mayoría de los alimentos que solemos adquirir y consumir tienen al menos uno de los siguientes elementos tóxicos:
Presente en las cosas dulces, como pueden ser los refrescos de “cola” y variados postres. También se usa bastante en la comida rápida.
Efectos potenciales: obesidad, resistencia a la insulina, incremento de la grasa en el abdomen y las enfermedades del corazón.
Se las denomina grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Están en muchos alimentos procesados como las galletas, los empanizados, los congelados, etc.
Efectos potenciales: enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
Se encuentran en todos los dulces, gaseosas, galletas y alimentos preparados. Los saborizantes son realmente nocivos para la salud. Existen más de 100 aditivos químicos diferentes dentro de este grupo que tiene como objetivo “dar un sabor más real” a la comida.
Efectos potenciales: alergias y las reacciones de comportamiento, como puede ser la hiperactividad.
También conocido como glutamato de sodio (MSG por sus siglas en inglés), está presente en muchas comidas saladas, como las papas fritas o los empanizados, porque es lo que se usa en vez de la sal común (cloruro de sodio).
Efectos potenciales: dolor de pecho, palpitaciones en el corazón, dolor de cabeza, sobreestimulación del gusto (que nos genera sensación de querer comer más), no sentir otros sabores o también añadir cada vez más sal a las comidas.
Junto a los saborizantes, se encuentran los colorantes, presentes en casi todos los alimentos procesados. Si bien en la etiqueta de los dulces, golosinas, galletas o postres suele decir “colorantes permitidos”, no te quedes tranquilo con esta aclaración.
Efectos potenciales: alergias, congestión nasal, hiperactividad (sobre todo en los niños) y trastornos mentales graves en la infancia como puede ser el trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).
Dentro de este grupo podemos encontrar diferentes tipos:
En cualquiera de los casos, ocurre lo mismo que con el glutamato y los gustos salados, pero con lo dulce. Se dice que “quema” las papilas gustativas, o mejor dicho, las inhibe, por lo tanto, no nos damos cuenta de si algo ya tiene demasiado azúcar. Es por ello que cada vez le echaremos más edulcorante o azúcar a las infusiones o postres.
Otra de las “estrellas” en las comidas procesadas que compramos en el mercado. Hay diferentes tipos de conservantes con consecuencias puntales. Algunos de ellos son el THBQ o antioxidante E-319 (causa náuseas, tinitus y vómitos), los polisorbatos 60, 65 y 80 (provocan infertilidad, anafilaxis y son inmunodepresores, es decir, que debilitan el sistema inmune), los BHT o E-321 y BHA o E-320 (traen como consecuencia problemas renales y hepáticos, además de ser un posible cancerígeno), el benzoato de sodio o E-211 (provoca reacciones alérgicas y es cancerígeno) o los sulfitos (causan reacciones alérgicas, sobre todo asma).
Aunque muchas personas creen que el aceite de canola o de colza es bueno para la salud, por lo que se ha hecho muy popular en los últimos tiempos, bien es cierto que tiene efectos más que nocivos. Este aceite, presente en el 30% de los productos que consumimos, “ahoga” a las células, lo que impide su correcto funcionamiento, puede causar enfisemas pulmonares y dificultad respiratoria, lo que desemboca en cáncer.
Se utiliza como conservante de los alimentos y para fijar los colores en los derivados de la carne (que tienen un porcentaje muy bajo de carne real). Se combina con otras sales, las de curado: nitrato de sodio y nitrato de potasio. Evita la intoxicación bacteriana. Sin embargo, podría causar cáncer.
Este producto químico industrial se utiliza en los nuggets de pollo, por ejemplo. Está relacionado con los tumores estomacales y con ciertos daños en el ADN de las personas.
Se usan para absorber la humedad de los alimentos y se suelen añadir a los productos en polvo o deshidratados. Están compuestos de fosfato, carbonato, silicato y aluminio. Este último está vinculado con el mal de Alzheimer. Vale la pena destacar que el silicato de aluminio (presente en los antiaglomerantes) se utiliza en la vacuna de la gripe.
Son tres los principales: aceite vegetal bromado, polisorbato 80 y carragenina. Están en la leche chocolatada, el helado, el queso cottage o requesón, las jaleas y en los preparados para lactantes. Permanecen en el cuerpo durante años.
¿Consumes muchos alimentos que contengan estos conservantes?
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